JUAN ANTONIO LAVALLEJA Y EL MES DE ABRIL
Cuando lean esto probablemente estemos todos
cumpliendo una cuarentena obligatoria. Y si no es así será porque la situación
sanitaria mejoró y nos alegraremos mucho como país.
Quiero que sepan que, cuando me planteé un posible
tema para tratar en este espacio, pensé que quizá no sería acertado insistir
sobre el asunto de la pandemia, ni los cuidados, ni quienes tienen razón y quiénes
no en cuanto a las medidas sanitarias tomadas.
Decidí que me gustaría contarles de alguien que se sacrificó
por nosotros, y que contribuyó grandemente a darnos un sentido de pertenencia como
Nación, que es lo que nos va a mantener unidos en lo fundamental.
Porque chiquitos, o grandes –según el cristal con
que se mire- somos una Nación. Una Nación con una historia y cultura propia. Y
un destino común también. Siempre teniendo en cuenta que el crecimiento de un
árbol depende de sus raíces.
PARTE DE NUESTRA RAÌZ HISTÒRICA
JUAN
ANTONIO LAVALLEJA
¿Por qué recordarlo en este mes de abril? Pues
porque el día 19 se conmemora un nuevo aniversario de la Cruzada Libertadora,
la famosa epopeya de los “Treinta y Tres Orientales”.
Ya sabemos que no eran sólo “33”, sino bastante más.
Y que no eran todos orientales, porque también había argentinos, paraguayos, guaraníes
y afrodescendientes.
En suma, era un grupo de hombres detrás de un ideal
común, el de expulsar del territorio de la “Provincia Oriental”, al invasor ejército
imperial luso-brasileño.
**
Para no hacer muy extensa la crónica, voy a
limitarme a recordar lo que fue aquel cruce del río Uruguay, con el desembarco
en la playa de la Agraciada en el amanecer del 19 de abril del año 1825; y la
importancia que la figura de Juan Antonio Lavalleja tuvo en ese hecho histórico.
Uno
de los participantes del mismo, Luis Ceferino de la Torre, escribió en sus
memorias: <<…Siete fueron los patriotas iniciadores y que contrajeron ese
heroico compromiso: Juan Antonio Lavalleja; Manuel Lavalleja (hermano del
anterior); Manuel Oribe; Luis de la Torre; Pablo Zufriategui; Simón del Pino y
Manuel Meléndez…>>.
<< Para darles sustento a los exiliados
así como para organizar reuniones, se utilizaron diferentes saladeros como el
arrendado por Lavalleja en Buenos Aires y el de Trápani en la Ensenada de
Barragán. Otro local de reunión fue el comercio de Ceferino de la Torre.
Asimismo se constituyó una comisión encargada de recolectar dinero y pertrechos
de guerra. Numerosos estancieros y saladeristas colaboraron, muchos con la
intención de asentarse en nuestras tierras >>.
Otro protagonista, Juan Spikerman, ha
narrado en sus memorias lo siguiente:
<< Luego de culminados los preparativos, un primer grupo de expedicionarios,
se embarcaron en las costas de San Isidro el 1 de abril de 1825, comandados
por Manuel Oribe. Este grupo desembarcó y acampó en una isla del Paraná,
llamada “Brazo Largo”. Este primer grupo era portador
de cantidad de armas, pertrechos y equipos recolectados en Buenos Aires..>>.
Dice Spikerman que <<…El
primer grupo de cruzados permaneció quince días a la espera de los
compañeros que debían venir con Lavalleja; y asegura que durante la estadía en
la isla, pasaron de oculto a la costa oriental, Manuel Oribe, Manuel Lavalleja
y el baqueano Cheveste, con el objeto de hablar con el estanciero Tomás Gómez y
convenir el día y punto en que debía esperar con caballada a los expedicionarios…>>.
<< Vueltos a la isla
de “Brazo Largo”, esperaron el arribo de la segunda expedición unos diez días
más, al cabo de los cuales don Manuel Lavalleja y don Manuel Oribe, de genios
impacientes y movedizos, determinaron irse con Cheveste a inquirir la causa de
aquel silencio y buscar qué comer, que por lo pronto era la primera necesidad
que había que satisfacer. Al llegar a tierra la noche era oscura, y casi a
tientas dieron con una carbonería, cuyo dueño los llevó a la inmediata estancia
de los hermanos Ruiz (los Ruices), quienes les explicaron que don Tomás Gómez
había sido descubierto, teniendo que escaparse para Buenos Aires, y que las
caballadas de la costa habían sido recogidas e internadas. Cuando uno de los Ruiz
concluyó su narración, Oribe le contestó resueltamente: “Pues, amigo, nosotros vamos a desembarcar, aunque sea para marchar a
pie; mientras tanto, vean de darnos un poco de carne, porque nos morimos de
hambre en la isla”…>>.
<<Vista por “los Ruices” la decisión de los expedicionarios,
convinieron en favorecer resueltamente sus intentos, en hacer las señales de
aproximación, en aprontar los caballos, en hablar con algunos amigos y en
evitar cualquier choque con las patrullas brasileñas que guardaban la costa>>.
**
Finalmente,
el segundo grupo, comandado por Lavalleja, se reunió con ellos en la isla del
Paranà el 15 de abril. Desde “Brazo Largo” navegaron por el río Uruguay en la
noche del 18, luego de sortear las naves de patrulla brasileñas.
Al amanecer del 19 de abril
desembarcaron sobre el Arenal Grande, en un sitio denominado “de la Graseada”,
en el actual departamento de Soriano.
Luego
de desembarcar, Lavalleja con el resto del grupo, pronunció el célebre
juramento de liberar la patria o morir en el intento, enarbolando la bandera
tricolor, con la leyenda central de “Libertad o Muerte”.
<< En
la playa los esperaban los baqueanos Basilio Araujo y Andrés Cheveste, y unas horas más tarde –de
eterna ansiedad- los hermanos Ruiz, llegaron con la caballada y otros hombres
se sumaron a la revolución que recién empezaba. Allí desplegaron la bandera de
tres franjas horizontales azul, blanca y roja, colores tradicionalmente usados
desde los tiempos de Artigas, en la que se leía en la franja blanca, la
consigna de “Libertad o Muerte”.
Uno de
los Cruzados, Juan Spikerman,
recordaba la siguiente consigna de Lavalleja luego de desembarcar: “Amigos, estamos en nuestra Patria. Dios ayudará
nuestros esfuerzos, y si hemos de morir, moriremos como buenos en nuestra
propia tierra. ¡Libertad o Muerte!...”>>.
NO ERAN SOLO “33” - NI ERAN TODOS ORIENTALES
La
investigación histórica finalmente constata que los cruzados no eran solamente
esos “33” que la lista oficial ha inmortalizado. Y que no todos eran
orientales. Actualmente,
se sostiene que el número de personas fue variando durante el transcurso de la
expedición.
Si bien el número de “33” es el oficialmente
aceptado, los nombres difieren de un listado al otro, a lo que se agrega el
hecho de que sus redactores también incurrieron en confusiones debido a los
apodos de algunos de los integrantes de la expedición. A ello deben sumarse las
deserciones de otros, lo que hizo que sus nombres no fueran incluidos
posteriormente.
Y no todos eran orientales, porque se contaron
entre sus filas varios isleños argentinos del Paraná, e incluso paraguayos. Había
también entre los patriotas dos negros esclavos, Dionisio Oribe y Joaquín
Artigas. Y cuatro indígenas guaraníes,
Pedro Areguatí, Felipe Carapé, Francisco Romero y Luciano Romero
Pasados cinco años del desembarco, Manuel Oribe escribió
una lista de todos los hombres que los acompañaron en la Cruzada, lista que fue
ratificada por Lavalleja; la misma se componía de 33 nombres y pasó a ser la
nómina oficial.
Se
cree que no es casualidad el número 33, ya que Manuel Oribe
era masón, y este número es el mayor grado de jerarquía entre los integrantes
de la masonería.
El
historiador Aníbal Barrios Pintos, llegó a reunir datos biográficos de 48
integrantes de la Cruzada Libertadora. Algunos nombres que faltan en la lista
oficial son los de Antonio Areguatí y
Basilio Muñoz, pero hay muchos más, según Barrios Pintos.
LOS
TREINTA Y TRES ORIENTALES – Lista oficial
Juan Antonio Lavalleja - Manuel Oribe - Pablo
Zufriategui - Simón del Pino - Manuel Lavalleja - Manuel Meléndez - Manuel
Freire - Atanasio Sierra - Jacinto Trápani - Gregorio Sanabria – Santiago Gadea
- Pantaleón Artigas - Juan Spikerman - Andrés Spikerman - Celedonio Rojas -
Andrés Cheveste - Manuel Ortiz - Ramón Ortiz - Avelino Miranda - Carmelo Colman
- Santiago Nievas - Juan Rosas - Tiburcio Gómez - Juan Acosta - José Leguizamón
- Francisco Romero - Luciano Romero - Juan Arteaga - Dionisio Oribe - Joaquín
Artigas - Felipe Carapé - Ignacio Núñez - Basilio Araújo.
LA PLAYA DE LA AGRACIADA
Lugar que llamaban también el ARENAL
GRANDE, es un arenal estrecho y bajo sobre el río Uruguay, de 13 kilómetros de
largo, ubicado en el departamento de Soriano.
El
sitio aproximado del desembarco de los “Treinta y Tres” está señalado desde 1862
por una Pirámide conmemorativa que mandó construir Domingo Ordoñana, ya que el
lugar estaba ubicado en campos de su estancia.
El
nombre Arenal Grande, proviene de un arroyo afluente del río Uruguay, que limita a esta
playa por el norte. Pero el origen del nombre “AGRACIADA” varía según distintos autores. Una de las versiones,
probablemente poetizada al influjo del romanticismo
del siglo
XIX, habla de una hermosa paisana del lugar, “la agraciada”. Otra versiòn,
más prosaica pero quizás más veraz, propone que el nombre sería una alteración
de la palabra “graseada”, procedimiento de extracción de la grasa del
ganado sacrificado por los faeneros de la época colonial.
JUAN
ANTONIO LAVALLEJA - SEMBLANZA
Nació en la “Villa de la Concepción de Las
Minas”, el 24 de junio de 1784. Sus padres se llamaban Manuel Pérez de La
Valleja y Ramona Justina de la Torre, por lo que el héroe minuano debería
llamarse, en realidad, Juan Antonio Pérez de la Torre.
Cuando
Juan Antonio nació, la Villa tenía apenas unos pocos meses de vida y no eran
muchas, por no decir ninguna, las opciones en materia de educación,
diversiones, vida social, etc.
Su
padre se dedicó a las tareas rurales y él, Juan Antonio, se hizo diestro en las
mismas, gran jinete y conocedor de rumbos, pero poco formado intelectualmente.
Dicen
que fue el gaucho de más temple, decisión y coraje en el combate, a distancia o
cuerpo a cuerpo, que ha salido de las sierras minuanas.
Apenas
los vientos revolucionarios de 1811 pasaron por allí se embanderó en las filas
artiguistas, y ya se le encuentra participando en la Batalla de Las Piedras, el
18 de mayo de 1811 (con 26 años).
**
El
historiador Aníbal Barrios Pintos dice de él: “La vida del personaje histórico
que se pretende exponer en tan corto número de páginas es compleja y
polifacética. Hombre de un tiempo heroico, es el Libertador de nuestra patria…
el Desembarco de la Agraciada tiene sitio imperecedero en nuestra historia. La
Batalla de Sarandí es uno de los sucesos militares de mayor dimensión en la
epopeya nacional. Pero, Juan Antonio Lavalleja no es solo el héroe de
relámpagos de gloria, elevado a las alturas del mito. Es el patriota, el
militar, el caudillo, el gobernante, el estadista, el político, el cautivo, el
revolucionario, el expatriado, el hacendado, el saladerista, el fundador del
Estado, el hombre de carne y hueso, con sus pasiones, sus altiveces, su
sinceridad, sus virtudes y sus defectos”.
Para
recordarlo les dejo este poema de Santos Inzaurralde:
SIN NOMBRARTE
De qué tala habrás nacido
De qué coronilla el molde
De qué estrella tu apellido,
Que fue tan alto tu nombre?.
De qué coronilla el molde
De qué estrella tu apellido,
Que fue tan alto tu nombre?.
De qué toro retacón
Habrás copiado tu porte
De qué potro escarceador
Sacaste libre el galope?
En cuál rincón de la sierra;
En la fruta de qué molle
Maduraste el aguijón
Para clavárselo al Norte?
De qué teros los clarines
Que agudizaron sus toques
Para tallar el granito
Donde afirmaste tu bronce?
En cuál de los cerros altos
Trepaste los horizontes
Para aprenderte los rumbos
Que abrió la aurora del “Once”?
De qué creciente la luna
Que te creciste esa noche,
Formando de cuarta luna
Tu corvo sable de Prócer?
Qué lluvia llenó tu cauce
Para tenderte en desborde
E inundar de libertad
Los Treinta y Tres corazones?
De qué ceibo, de qué cielo;
De qué espumas tus aprontes
Para formar tricolor
La devoción de tus hombres?
De dónde la fe rotunda
Que en Florida, cual resorte,
Izó las viejas cadenas
Para romperlas de un golpe!
De dónde la voz aquella
Que resonó por los montes
Cuando todo Sarandí
Se estremeció con tu orden?
De qué tala habrás nacido
De qué coronilla el molde?
Por Minuano y Oriental
No hace falta que te invoque,
Y el que te quiera nombrar,
Que se descubra ¡¡y te nombre!!
Habrás copiado tu porte
De qué potro escarceador
Sacaste libre el galope?
En cuál rincón de la sierra;
En la fruta de qué molle
Maduraste el aguijón
Para clavárselo al Norte?
De qué teros los clarines
Que agudizaron sus toques
Para tallar el granito
Donde afirmaste tu bronce?
En cuál de los cerros altos
Trepaste los horizontes
Para aprenderte los rumbos
Que abrió la aurora del “Once”?
De qué creciente la luna
Que te creciste esa noche,
Formando de cuarta luna
Tu corvo sable de Prócer?
Qué lluvia llenó tu cauce
Para tenderte en desborde
E inundar de libertad
Los Treinta y Tres corazones?
De qué ceibo, de qué cielo;
De qué espumas tus aprontes
Para formar tricolor
La devoción de tus hombres?
De dónde la fe rotunda
Que en Florida, cual resorte,
Izó las viejas cadenas
Para romperlas de un golpe!
De dónde la voz aquella
Que resonó por los montes
Cuando todo Sarandí
Se estremeció con tu orden?
De qué tala habrás nacido
De qué coronilla el molde?
Por Minuano y Oriental
No hace falta que te invoque,
Y el que te quiera nombrar,
Que se descubra ¡¡y te nombre!!
SANTOS INZAURRALDE
Wilson Mesa, abril 2020
Fuentes de Informaciòn:
Fuentes de Informaciòn:
Aníbal
Barrios Pintos _ “Los libertadores de 1825”
Washington Reyes Abadie y Andrés Vázquez Romero
_ “Crónica general del Uruguay”.
Imágenes _ Extraídas de Internet.
Nota- Artìculo publicado en la Revista CENTRO, Nº127, abril 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario