(Pablo Neruda y Matilde Urrutia)
LA “CASA DE NERUDA” EN ATLÁNTIDA
Allá por el año 2000, en una reunión preparatoria de un evento cultural de la comunidad, escuché un comentario realizado muy al pasar, referido a que la verdadera casa de Atlántida en la que vivió el poeta chileno Pablo Neruda, no era la que se conocía como museo “Paseo de Neruda”, sino que era otra, ubicada también en la rambla, pero un poco más hacia el este.La persona que brindó este dato fue el Profesor Juan Manuel Gutiérrez, un reconocido historiador local, -fallecido recientemente- que escribió, entre otros, un libro dedicado a la historia del balneario : “Atlántida, un sueño que surgió desde las olas”.
Siendo un admirador de Neruda, como siempre lo he sido, me fui en ese momento a buscar el lugar de acuerdo a los datos que Gutiérrez había dado. La principal referencia era que la casa tenía un cartelito de piedra que decía DATITLA. La ubiqué. Llegué a ver el cartel, que estaba tirado en el fondo de la casa. Lamento no haberlo fotografiado, porque con el correr del tiempo dicho cartel desapareció. Era una simple piedra laja de color gris, de pequeño tamaño, en la que se había escrito con pintura blanca, en letras de imprenta, aquel nombre tan simbólico.
Aún hoy, si se busca en la web información sobre la estadía del poeta chileno en esta ciudad uno se encuentra con la foto del museo “Paseo de Neruda” y con la afirmación de que Neruda y Matilde vivieron su amor allí. Y eso no es cierto.
Actualmente el museo ya no existe como tal, si bien el cartel de la entrada se conservó por mucho tiempo. No sabemos qué suerte corrieron los materiales museísticos que allí se exhibían, ni a quién pertenecían.
Pero el motivo central de esta nota es corregir el error de seguir afirmando que la casa es efectivamente ésa, cuando no lo es. La verdadera vivienda, en la cual cobijaron por un tiempo sus amores secretos Pablo y Matilde, está ubicada en la rambla, casa por medio con el llamado “chalet azul”, o sea la antigua residencia veraniega de Quintela.
La llamada “Casa de Neruda” parece mucho más moderna por el tipo de construcción; de una sola planta y muy sencilla en su exterior. Dicha vivienda era propiedad, allá por los años cincuenta, del Arquitecto Alberto Mántaras, el cual se hizo amigo de Neruda en un viaje por mar desde Europa a Montevideo (año 1952).
Neruda era casado por ese entonces con Delia del Carril, pero venía en el barco con Matilde Urrutia rumbo a Buenos Aires y el uruguayo le ofreció el refugio de Atlántida para cuando ellos quisieran.
Se dice que el deseo de ocultar las circunstancias del romance y su pasión por los bellos nombres llevaron a Neruda a llamar Datitla, -anagrama (sin la ene) de la palabra Atlántida- a la ciudad uruguaya y al chalet que los recibió en dos oportunidades, enero de 1953 y octubre de 1956.
En la casa de Mántaras, el poeta chileno escribió los conocidos poemas que nombran a Atlántida como Datitla. Y este nombre aparece también en algunas cartas en las que Neruda menciona el lugar.
"La casa copiosa de la soledad", así describe íntimamente el poeta a su refugio secreto en la costa uruguaya.
Los poemas escritos en Atlántida completaban un herbario -que Matilde iba formando- con plantas, flores y semillas, que ambos recogían en sus paseos por el balneario.
Estos poemas fueron reunidos en un libro llamado “Oda a las flores de Datitla”, publicado por la Editorial Sintesys, en el año 2002.
Sabemos que la “Casa de Neruda”, como la llamamos los habitantes de Atlántida, ha cambiado de dueño varias veces y seguramente ha sido alquilada por temporada muchas veces, también.
Es posible que quienes han vivido en ella, no supieran que se trata de la misma vivienda en la que estuvo -sólo algunos meses- el autor de libros tales como : “Residencia en la Tierra”; “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”; “Odas Elementales”; “Los Versos del Capitán”; “Canto General”; “Confieso Que He Vivido”.
Y que fue Premio Nobel de Literatura en 1971.
**
En los primeros días de junio, del año 2009, pasando como tantas veces frente a la casa de la rambla me encontré con una muy grata sorpresa, porque el jardín de la misma había sido remodelado y sobresalía en él un cartel de madera labrada con la inscripción :
“Datitla, P. Neruda”
Actualmente (año 2011) se le han agregado rejas en el frente de la propiedad y han habido modificaciones en el jardín.
Pero lo que es seguro que ya nadie tendrá dificultad para ubicar el lugar. Ya nadie repetirá erróneamente, a sabiendas o no, que la casa donde vivió Neruda es aquella donde estaba el ex-museo. Y todo estará en su lugar. Como siempre debió ser.
………………
“Arenas de Datitla junto
al abierto estuario
de La Plata, en las primeras
olas del gris Atlántico,
soledades amadas,
no sólo
al penetrante
olor y movimiento
de pinares marinos,
me devolvéis,
no sólo a la miel del amor y su delicia,
sino a las circunstancias
más puras de la tierra:
a la seca y huraña
Flora del Mar, del Aire,
del Silencio”.
“Arenas de Datitla junto
al abierto estuario
de La Plata, en las primeras
olas del gris Atlántico,
soledades amadas,
no sólo
al penetrante
olor y movimiento
de pinares marinos,
me devolvéis,
no sólo a la miel del amor y su delicia,
sino a las circunstancias
más puras de la tierra:
a la seca y huraña
Flora del Mar, del Aire,
del Silencio”.
(Fragmento del poema “Oda a Atlántida”, Pablo Neruda, 1953)
2 comentarios:
Muy interesante y enriquecedor tu artículo Wilson, desconocía totalmente esta historia, al igual que como bien decís -los que la han habitado estos años- , seguramente más de uno se habría sentido emocionado de saberlo.
Que bueno que se haya rescatado esta parte de la vida de este maravilloso escritor y corregido el error, además.
Besos a tí.
REM
Datitla
Amor, bienamada, a la luz solitaria y la arena de invierno recuerdas Datitla? los pinos oscuros, la lluvia uruguaya que moja el graznido
de los benteveos, la súbita luz de la naturaleza
que clava con rayos la noche y la llena de párpados rotos
y de fogonazos y supersticiosos relámpagos verdes
hasta que cegados por el resplandor de sus libros eléctricos
nos dabámos vueltas en sueños que el cielo horadaba y cubría.
Los Mántaras fueron presencia y ausencia,arboleda invisible
de frutos visibles, la casa copiosa de la soledad,
las claves de amigo y amigaponían su marcaen el muro
con el natural generoso que envuelve en la flor la ambrosía
o como el aire sostiene su vuelo nocturno
la estrella bruñida y brillante afirmada en su propia pureza
y allí del aroma esparcido en las bajas riberas
tú y yo recogimos mastrantos, oréganos,mezelia, espadañas:
el herbario interregno que sólo el amor recupera en las costas
del mundo.
Pablo Neruda.
Publicado en su libro "La Barcarola"
Gracias por la información, vivo muy cerca de Atlántida, podré visitar el lugar aunque sea de cierta distancia.
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