UNA VISITA A LA VIUDA DEL DIABLO
En los primeros días de enero de este año, estando
en el Chuy, con mi esposa, resolvimos ir a Punta del Diablo. Pero no a la parte
más concurrida por los veraneantes, que es la zona de los pescadores y el
pueblito de casas amontonadas, casi sobre el agua. No. Nosotros queríamos ir a
conocer la “Playa de la Viuda”, y especialmente poder llegar hasta el faro.
Es una zona
bastante alejada del centro del popular balneario rochense. El cual, por otra
parte, está muy de moda en los últimos años y ha tenido un “boom” de la
construcción, como en ninguna otra parte de la costa uruguaya, salvo Punta del
Este, quizás.
Pues bien, ayudados por el querido “Google Maps” y
algunas indicaciones de gente local, fuimos recorriendo en auto las últimas calles
transitables hacia el sur, buscando un lugar para dejar el vehículo y seguir a
pie.
En ese
lugar, en lo que es propiamente la “Playa de la Viuda” también hay
construcciones nuevas, algunas muy “mansionescas”, pero tienen la
característica de estar alejadas del agua. O sea que no hay rambla digamos, y entre
la última calle paralela al mar y el borde del agua hay un gran espacio, con
médanos de arena finísima que se mueve según los caprichos del viento. Y para
atravesar el cual hay que andar un buen trecho.
Como llegamos casi al mediodía, la peor hora para caminar
por los médanos bajo el rayo del sol y sin ninguna sombra alrededor, cuando
llegamos al agua fue un revivir total.
Pero ahí no terminaba la aventura, porque había que
seguir caminando por el borde del mar hasta poder llegar al lugar donde estaba lo
que era nuestro objetivo: el Faro de la Viuda de Punta del Diablo.
ALGUNOS DATOS PREVIOS
Punta del Diablo es un pueblo
costero ubicado en el km 298 de la Ruta 9, en el departamento de Rocha, a 45 km de la frontera con Brasil.
Se
encuentra en la zona de La Angostura, una lengua de tierra que queda entre
el Océano Atlántico y
la Laguna Negra, donde también está el Parque Nacional de Santa Teresa.
Las
playas de Punta del Diablo ocupan alrededor de 10 km de costa, siendo la “Playa de los Pescadores” la más
familiar, y que se caracteriza por los botes de pesca artesanal.
La “Playa
de la Viuda”, ubicada al sur y la “Playa de Rivero” al norte
son propicias para la práctica de surf, mientras que la “Playa Grande” (más
alejada hacia el norte), separa a Punta del Diablo de Santa Teresa.
Lo
que nació como un pueblito de pescadores del cazón, que habían hecho sus
viviendas al borde del mar, ahora es una especie de Babel constructiva, cuyas
calles serpean entre casitas precarias de madera y otras nuevas mucho más sólidas
y ambiciosas.
Callecitas
muy estrechas de tosca apisonada que suben y bajan siguiendo las sinuosidades
del terreno y, donde los vehículos –muchos vehículos- circulan lentamente, en
una mano, porque no es posible de otra manera.
Enorme
cantidad de jóvenes lo visitan en el verano. Y mucha gente ha invertido en
hotelitos, posadas, restaurantes, bares, casas de veraneo, etc.
Todo
esto le da una vida increíble al balneario. No es un lugar bucólico digamos.
Podríamos
decir que Punta del Diablo es algo cosmopolita, medio “salvaje”, y muy poblado
al mismo tiempo. Pero poblado de una manera caótica, sin un ordenamiento
planificado. Y tal vez por eso es tan atractivo para los turistas.
Ultima calle antes de la playa de La Viuda
Arenal, entre la ùltima calle y el agua
LA PLAYA DE LA VIUDA
Es
obvio que el nombre de la tan mentada “Playa de la Viuda” deriva de un sucedido
–real o ficticio- que se ha convertido en leyenda y ha pasado de boca en boca a
través del tiempo, entre los lugareños y entre los rochenses todos.
Y
como a mí me apasionan las leyendas misteriosas, quise saber lo más posible
sobre el tema.
Pero
en internet no hay muchos datos. Y la gente de allí es más bien reticente a
hablar del asunto.
No me queda claro si es por desconocimiento, por temor,
falta de curiosidad, o por todo eso al mismo tiempo.
LA CASA DE LA VIUDA
Para
quienes no conocen, van a ver en las fotos que acompañan este texto, una casa
grande, de techo rojo, que tiene al lado un faro. La rodean rocas muy grandes,
formando como un semicírculo natural de protección, el cual es necesario atravesar
si se quiere llegar al faro. Y no es muy fácil caminar por esas rocas sin tener
algún resbalón, con las consecuencias imaginables.
Habíamos
observado mientras nos acercábamos por la playa, que mientras en la zona de los
pescadores había gran cantidad de gente en la arena, con sus sombrillas y
sillitas al borde del agua y entre los botes, en esta zona, cercana al faro,
había una sola sombrilla solitaria con una familia debajo.
Pensamos
que tal vez no era zona de baños, o que a la mayoría no le gustaba caminar
mucho entre los arenales.
Ahora
que lo pienso, me parece que algo tiene que ver el nombre del lugar, la leyenda
y esa combinación de “viuda y diablo” que hace cosquillear algunos espíritus
cuando andan por ahí.
**
Una
mujer joven venía con dos niños en sentido contrario al nuestro y al
enfrentarnos le pregunté: -Señora ¿sabe si se puede llegar al faro por aquí? -le
señalé el roquedal que ya se veía próximo.
Ella,
muy amable, se detuvo para contestar: -Miren, yo nunca fui hasta el faro, hay
gente que veo que va, sobre todo jóvenes -aclaró, y sentí que evaluaba
mentalmente nuestras edades como para encarar esa aventura final.
Ella
agregó: -Creo que no van a poder subir al faro, porque está cerrado siempre.
Nos
despedimos agradeciéndole la información. (Sentimos que nos daba un crédito
extra si pensaba que, después de atravesar las rocas todavía podíamos intentar
subir a un faro).
Después
nos dimos cuenta, que la buena señora, que veraneaba allí siempre, según nos
dijo, no sabía nada del tal faro, ni de la viuda, ni del diablo; porque como
van a ver en las fotos, el faro es una farola, bajita, sin escaleras, ni
puertas ni nada. Ahí no se puede entrar ni subir de ningún modo.
Eso
sí, está acompañado por una gran construcción, que no parece muy antigua, y que
tiene un jardín muy cuidado. Toda la casa tiene aspecto de estar muy bien
mantenida. Aunque no vimos ninguna persona en el entorno.
Yo
tenía el preconcepto –viéndolas siempre de lejos o en fotos- de que esas eran
dependencias de la Armada Nacional, como sucede en todos los faros del país;
pero por lo que vimos, y averiguamos, “la casa de la Viuda” es una propiedad
privada y parecería que el faro también lo es.
“DE ESO NO SE HABLA” - LA LEYENDA
Aquì
voy a transcribir un relato que encontrè en la web y que resulta bastante
revelador:
<<… “Sabemos lo que todo el mundo sabe”, es la respuesta más común cuando algún curioso
pregunta a los pobladores de Punta del Diablo acerca de la famosa “Casa de la Viuda”, esa mansión de techo rojo que vemos
entre las rocas, junto a un pequeño faro.
Después de tomarse unos segundos, algunos se animan a
revelar un poco más sobre la leyenda y comienzan diciendo –aunque tímidamente,
como sin querer molestarla– que allí vivió en los años 50 una
mujer argentina, viuda de un hombre muy rico.
La historia de esta viuda es uno de los enigmas que
dan identidad al pueblo, y que aún guarda algunos rincones oscuros…
Nadie sabe con exactitud cómo la Viuda llegó a ese
lugar en una época en el que el balneario era prácticamente desconocido - ni
siquiera aparecía en el mapa- y tenía pocos habitantes.
También es un misterio
cómo se logró construir semejante casa (además del faro) en el medio de la
nada, ni qué pasó con la mujer después.
La leyenda tiene un gran vacío, porque, de repente, la
casa pasó a manos de unos europeos, pero nadie tiene claro si la viuda vendió
la casa o se murió. Lo cierto es que ella ya no vive en esa mansión desde hace
40 años o más, pero todo el que cuenta la historia de la casa, se refiere a la
“Casa de la Viuda”. Dicen que ahora viven allí unos franceses, o unos belgas, o
unos alemanes…>>.
Interpretaciòn digital - pàgina web de Casas en el este.
¿QUIÈN ERA
LA MISTERIOSA VIUDA?
<< Con la historia bastante delineada, nos
propusimos averiguar algo más: quién era la tan citada viuda. Nos contaron que
llegó a Uruguay disparando de la Revolución Libertadora, la dictadura argentina
que derrocó al presidente Juan Domingo Perón (1955).
María Gebrán se llamaba, y su esposo era el Sr. Verdín.
A Punta del Diablo llegó ya viuda y con sus hijas. Era
rica, algunos dicen que porque en Argentina era dueña de una cadena de
farmacias, y otros dicen que porque de su esposo heredó una empresa conocida
como “La Franco Argentina Seguros”.
Lo que hoy se conoce como la “Casa de la Viuda” fue el
casco de una de sus estancias, porque también tenía campos en la zona, por el
Camino del Indio y por la ruta 14. Los lugareños que la vieron llegar cuentan
que la plata la traía escondida, por ejemplo, en las cubiertas del auto. Cada
tanto llegaban camiones de mudanza, y la viuda contrataba gente del balneario
para descargarlos.
Según la leyenda, la viuda de Verdín consiguió
instalarse allí tras un acuerdo con el gobierno uruguayo, por el cual
debía construir y mantener el faro
que hoy conocemos como “el Faro de la Viuda”. Sin embargo, esto no puede
ser cierto, porque cuando María de Verdín llegó con sus hijas a ese lugar, la
casa ya estaba construida.
La Viuda no
fue la primera dueña
¿La Viuda construyó la casa? La respuesta nos
llega a través de Lirio Rocha, que llegó en 1940 a Punta del Diablo
cuando tenía 16 años, y sigue allí hoy, a los 90. En aquel entonces la
casa en cuestión ya existía, y su dueño era Emiliano Cuadrado,
un hombre rico de Castillos.
Lo que no recuerda Lirio es si, al lado de la casa, el
faro ya estaba construido o no. La casa sí, e incluso puede no haber
sido construida por Cuadrado.
Esto descarta el hecho de que la viuda de Verdín haya
llegado a un acuerdo con el gobierno uruguayo para construir su casa ahí.
Lo que sí puede ser verdad es que la mujer argentina
haya ofrecido hacerse cargo de construir –o mantener, en el caso de que ya
estuviese construido – el faro que se encuentra al lado de la casa, a cambio de
que la casa no fuese demolida, ya que se encontraba en una zona donde no se
permitía construir…>>.
LA FAMILIA
STIBERLING
<<…“Sé que hay gente
en la casa porque veo movimiento, pero no sé quiénes son”, cuenta “Rayito” una
mujer que nació y vive en Punta del Diablo.
Por mantener la leyenda viva, por guardar el secreto,
por miedo o por desconocimiento, la mayoría de los que viven en
Punta del Diablo dicen poco y nada de los dueños actuales de la estancia.
Incluso, para algunos, la leyenda es leyenda porque allí vivió un ser
enigmático, la Viuda, y hoy, "nadie sabe" quién vive allí.
La realidad es que la viuda no fue la última dueña. Hacia
los años 70 le vendió la estancia a una familia belga,
de apellido Stiberling.
Desde que estos europeos se alojaron en la “Casa de la
Viuda”, los que conocen la zona la destacan por dos particularidades. La
primera es que en el predio de la casa hay una pista de aterrizaje, porque los
Stiberling usaban avionetas como medio de transporte, y hay quienes una
vez vieron que una avioneta se estrelló. La segunda es que no les gustaba que
la gente ingresara a su predio. Sucedía que el faro funcionaba como atractivo
para turistas que se acercaban a contemplarlo, sin saber que estaban en una
propiedad privada. Generalmente, se encontraban con un cuidador que estaba
armado, y según los lugareños, no tenía problemas en disparar, aunque nunca
lastimó a nadie.
La casa por
dentro
<< Marcelo, nieto de Lirio Rocha, es uno de los
pocos privilegiados que visitó la casa, porque su padre conocía al cuidador. Le
pedían permiso para ir a pescar desde las rocas, y un día, el cuidador los
invitó a visitar la casa. Tenía 10 o 12 años y lo que más le llamó la atención
fue el sótano, lleno de vinos. Entre las rocas se encontraban las bombas que
llenaban una piscina con agua del océano.
Además, Marcelo recuerda ver en la estancia a "un
hombre flaco, alto, que siempre andaba de casco blanco”. Ese fue el último
de los Stiberling originales, quien falleció en la estancia atropellado por un
camión. Sus herederos serían los actuales dueños de la estancia.
¿Dónde está
la Viuda?
En Punta del Diablo, “lo que todo el mundo
sabe”, es, más bien, poco. Casi nadie conoce a los dueños actuales, y a la
Viuda, luego de que vendió la casa, nunca nadie más la vio. Dicen
que murió hace pocos años, pero su legado quedó en el faro, en la playa y en la
casa, porque la leyenda se transmite de generación en generación y para muchos,
la “Casa de la Viuda” sigue guardando un misterioso secreto.>>. https://www.casaseneleste.com/blog/la-leyenda-de-la-casa-de-la-viuda.html
**
<<…La
construcción de la descomunal mansión se llevó a cabo cuando Punta del Diablo aún
no figuraba en los mapas y ni siquiera existían caminos para transportar todos
los materiales requeridos.
Solo viejos
pescadores de grandes tiburones habitaban un sitio que resultaba inhóspito y
hostil para los humanos.
Sin embargo ahí está
esa mansión que posee un faro propio y una pista de aterrizaje privada…>>.
**
EL FINAL DE LA AVENTURA
Una vez que con Arinda recorrimos
todo lo que se podía visitar alrededor de la Casa de la Viuda y su faro, comenzamos
el regreso caminando por la playa y comentando las singularidades del lugar.
De pronto el cielo se
oscureció como anuncio de que se venía una tormenta y se vieron algunos
relámpagos en el mar. Así que tratamos de llegar al auto lo antes posible.
La
tormenta había empezado como de atrás de la Casa de la Viuda y avanzaba hacia
la zona más poblada. Nosotros estábamos en el medio. Cruzamos los médanos a
toda velocidad. Se nos había ido de golpe todo el cansancio de la caminata del
día. Llegamos al vehículo. Nos cambiamos la ropa mojada y nos dirigimos al
pueblo buscando un lugar para comer.
Pero el agua había empezado
a caer torrencialmente. Las calles soltaban una greda amarillenta y parecían
irse derritiendo rumbo a las zonas más bajas. Aparecían zanjones con agua
desbordada por todos lados.
Era poco lo que se veía
debido a que la escobilla no daba abasto en limpiar el parabrisas.
Toda la gente que estaba en
la playa corría a refugiarse de la lluvia donde podía.
Había que avanzar con mucho
cuidado para no chocar otros vehículos, o atropellar peatones.
Nos olvidamos de la comida.
Tratamos de buscar alguna calle de salida e irnos de allí lo antes posible.
Lo más curioso -y extraño-
del suceso fue que, apenas llegamos a la ruta 9, la lluvia cesó de golpe y
cuando pasábamos frente a Santa Teresa había aparecido el sol de nuevo.
¿Una lluvia de verano
quizás? ¿O la Viuda del Diablo se molestó con nuestra visita y nos sacó
vendiendo boletines?
Nunca lo sabremos. Pero la
aventura valió la pena.
Fotografìa extraida de Internet
Wilson Mesa, enero 2020
Imàgenes - Las fotografìas son todas nuestras; salvo 2, que estàn identificadas.
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