29/4/20

UNA HISTORIA DE AMOR PROHIBIDO EN EL 1600


UNA HISTORIA DE AMOR PROHIBIDO EN EL 1600
Siendo yo un alumno liceal, allá por 1964, estudiamos en las clases de Literatura un poema de Sor Juana Inés de la Cruz cuyo comienzo siempre me quedó en la memoria y cada tanto se me ha aparecido como una incógnita a develar.
El poema en cuestión comenzaba asì:

<<Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razòn,
Sin ver que sois la ocasiòn / de lo mismo que culpàis.
 

Si con ansia sin igual / solicitáis su desdén,
¿por què querèis que obren bien / si las incitàis al mal?
 

Combatís su resistencia / y luego con gravedad
decís que fue liviandad / lo que hizo la diligencia.….>>
……………………………. 
El poema es extenso, por eso no lo transcribo completo…Tal vez el primer alegato feminista escrito en el mundo; ademàs de ser un hermoso poema, con una mètrica impecable. 

Les dejo la estrofa final, porque en ella Sor Juana completa todo su alegato con esta sentencia:
<<¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis>>.
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El comienzo y el final son inolvidables. Estoy seguro que muchas personas los tienen en la memoria. Y mi pregunta siempre fue:
¿Por qué una monja habría escrito esos versos feministas en una época tan, pero tan machista que no se consideraba posible que las mujeres tuvieran derecho a ser inteligentes ni a estudiar? ¿y en un lugar geográfico como era el Virreinato de la Nueva España, cuando México no era México, y América era el “Nuevo Mundo”?
Después del 1500, cuando algunos países europeos, como España, Portugal, y otros, se habían lanzado ferozmente a “colonizar” ese Nuevo Mundo y se lo repartían a pedazos como si fuera una torta; pero una torta llena de minerales preciosos que eran el botín de guerra en una invasión sanguinaria y cruel como hubo pocas.
Cuando nació la mujer de la que les hablo la ocupación ya llevaba un siglo y medio, España había establecido cuatro Virreinatos, el de Nueva España, el del Perú, el de Nueva Granada y el del Río de la Plata.
Los Virreyes eran la representación del Rey en América y tenían un poder inmenso. El otro poder estaba en la Iglesia Católica que había avanzado junto con los colonizadores llevando la “evangelización” a punta de espada.
SOR JUANA INÈS DE LA CRUZ

En ese marco histórico, en el año 1648, nace una niña llamada Juana Inés de Asbaje y Ramírez, en la ciudad de San Miguel de Nepantla, territorio del actual México.
Aunque se tienen pocos datos de sus padres, se sabe que Juana Inés fue la segunda de las tres hijas de Pedro de Asbaje y Vargas Machuca con doña Isabel Ramírez. Se conoce hoy que los padres nunca se unieron en matrimonio eclesiástico.
En San Miguel Nepantla, de la región de Chalco, nació Juana Inés, en un oscuro lugar llamado por entonces «la celda».​ Su madre, al poco tiempo, se separó del padre de las niñas y procreó otros tres hijos con Diego Ruiz Lozano, con quien tampoco se desposó. ​

Muchos críticos literarios han manifestado su sorpresa ante la situación legal de los padres de Sor Juana. El escritor Octavio Paz opina que ello se debió a una «laxitud de la moral sexual en la colonia».​ Se desconoce el efecto que tuvo en Sor Juana el saberse hija ilegítima, aunque es evidente que trató de ocultarlo. Así lo revela su testamento de 1669: «hija legítima de don Pedro de Asbaje y Vargas, difunto, y de doña Isabel Ramírez». Su madre, en principio, también lo negó, pero en un documento fechado en 1687 reconoce que todos sus hijos, incluyendo a Sor Juana, fueron concebidos sin matrimonio.

La niña pasó parte de su infancia en una de las haciendas (al parecer eran varias) que tenía su abuelo materno. Allí aprendió la lengua “nàuatl” con los indios de las haciendas, donde se sembraba trigo y maíz. Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años, al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre. ​
Así fue que se inició su gusto por la lectura, gracias a que descubrió la biblioteca del abuelo y se aficionó a los libros.​ Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó por su cuenta a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento.
Se dice que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.
A los ocho años ganó un libro por una loa compuesta en honor al Santìsimo Sacramento, según cuenta su biógrafo y amigo, Diego de Calleja.

En cierto momento Juana Inés pasó a vivir con María Ramírez, hermana de su madre, y con su esposo Juan de Mata. Posiblemente haya sido alejada de las haciendas a la muerte de su abuelo materno. Aproximadamente vivió en casa de los Mata unos ocho años, hasta que comienza su periodo en la Corte Virreinal, el que terminará luego con su ingreso a la vida religiosa. ​
Juana Inès retratada a los 15 años 

 EN LA CORTE DEL VIRREINATO
Entre 1664 y 1665, ingresó a la corte del Virrey Antonio Sebastiàn de Toledo.
La Virreina Leonor de Carreto, se convirtió en una de sus más importantes mecenas. El ambiente y la protección de los virreyes marcarán decisivamente la producción literaria de Juana Inés.
Por entonces ya era conocida su inteligencia y su sagacidad, pues se cuenta que, por instrucciones del Virrey, un grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en excelentes condiciones. ​
La Corte era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato. Solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría egresados o profesores de la Real y Pontificia Universidad de Mèxico.
Allí, como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus capacidades literarias.
En ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías fúnebres que eran bien recibidas en la corte. Chávez señala que a Juana Inés se le conocía como «la muy querida de la virreina», y que el virrey también le tenía un especial aprecio. Leonor de Carreto fue la primera protectora de la niña poetisa.

A finales de1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse, le propuso entrar en una orden religiosa. Para ello aprendió latìn en veinte lecciones impartidas por Martín de Olivas y probablemente pagadas por Núñez de Miranda.

COMIENZO RELIGIOSO
                          Retrato del pintor Miguel Cabrera
Con dieciocho años Juana Inés tuvo un intento fallido de ingreso al convento de las “Carmelitas descalzas”, cuya regla era de una rigidez extrema que la llevó a enfermarse.
Poco después ingresó al convento de la “Orden de San Jerònimo”, donde la disciplina era algo menos estricta, y tenía una celda propia y sirvientas. ​
Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la Orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó su amistad con la poetisa. ​
Se sabe que Sor Juana recibía un pago de la Iglesia por sus villancicos, como también lo obtenía de la Corte al preparar loas u otros espectáculos. ​
En 1680 es nombrado Virrey de Nueva España, Tomàs de la Cerda y Aragòn. A Sor Juana se le encomendó la confección del arco triunfal que adornaría la entrada de los virreyes a la capital, para lo que escribió su famoso "Neptuno Alegòrico".
Impresionó gratamente a los virreyes, quienes le ofrecieron su protección y amistad, especialmente la Virreina Marìa Luisa Gonzaga Manrique de Lara, Condesa de Paredes y Marquesa de la Laguna, quien fue muy cercana a ella.
Su confesor, el jesuita Antonio Nùñez de Miranda, le reprochaba a Sor Juana que se ocupara tanto de temas mundanos, lo que junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época debido a su gran destaque intelectual, desencadenó las iras del jesuita. Bajo la protección de la Marquesa de la Laguna, decidió rechazarlo como confesor. ​

El gobierno del Virrey de la Cerda (1680 - 1686) coincide con la mejor época de la producción literaria de Sor Juana. Escribió versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas,autos sacramentales (“El divino Narciso, “El cetro de José y “El mártir del sacramento), y dos comedias (“Los empeños de una casa y “Amor es más laberinto).
También sirvió como administradora del convento de San Jerònimo, y realizó algunos experimentos científicos. ​
Entre 1690 y 1691 se vio involucrada en una disputa teológica a raíz de una crítica privada que realizó sobre un sermón del muy conocido predicador jesuita Antonio Vieira, que fue publicada por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz bajo el título de "Carta atenagòrica". Él la prologó con el seudónimo de Sor Filotea, recomendando a Sor Juana que dejara de dedicarse a las «humanas letras» y se dedicase en cambio a las divinas, de las cuales, según el obispo de Puebla, sacaría mayor provecho.
Esto provocó la reacción de la poetisa a través del escrito "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde hacía una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación. ​

 EL AMOR PROHIBIDO 

Buscando material sobre la vida de Sor Juana y su enigmática poesía me encuentro con numerosos datos acerca de una relación amorosa entre la monja y la Virreina, Marìa Luisa Gonzaga Manrique de Lara, Condesa de Paredes y Marquesa de la Laguna.
La Virreina fue mecenas de Sor Juana e impulsora de su obra literaria. Pero también sostuvieron durante seis años una relación que se puede rastrear en correspondencia archivada y en una correcta lectura cronológica de los poemas de Sor Juana.

<<María Luisa jugó un papel primordial en la vida de la escritora; por un lado, el de madrina y apoyo para su ilustración, y por el otro, el de figura inspiradora y fuerza para la creación artística.
Si bien este tema, el que se centra en problematizar la sexualidad de Sor Juana a partir de su poesía afectuosa -cuando no erótica-, podría entenderse ocioso, pues nada debería importarnos la orientación sexual de nadie por más famoso que sea.
Algunos expertos explican que su finalidad radica en proponerle al lector contemporáneo una manera distinta de leer a la monja jerónima, haciéndola incluso más humana y no dejándola en el personaje sombrío y aburrido que en muchos colegios apenas se digiere.
En otras palabras, demostrar su vigencia desde una de las aristas más actuales en el mundo: la de la sexualidad y el resquebrajamiento del tabú, la del amor libre y profesado por una mujer hacia otra>>.
Tapa del libro "Un amar ardiente"
En el año 2017, la Editorial “Flores Raras” lanzó un libro con el título de “UN AMAR ARDIENTE, POEMAS A LA VIRREINA”, bajo la coordinación de Sergio Téllez-Pon, especialista en la obra de Sor Juana y catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el libro se compila una antología de los poemas más íntimos de Sor Juana. Esta obra es un análisis del afecto mutuo que sentían la monja y la Virreina de México, María Luisa Gonzaga Manrique de Lara.
“Muchos estu­diosos y aficionados de la obra de Sor Juana han coincidido en que la relación entre la monja y la Virreina fue más allá del «contacto palaciego», pero solo algunos se han dedicado a reunir o a publicar los poemas como testimonios de esa relación…>>, escribe Téllez-Pon en la introducción del libro.
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En una entrevista Sergio Téllez-Pon explica que existen 50 poemas escritos por Sor Juana y dedicados a María Luisa que confirman su romance. 
De entre los poemas elegidos para ilustrar este amor, se encuentra el soneto número 50 de la monja. En ese soneto, Sor Juana deja claro que ama a la Condesa, no importa si es correspondida o no, pero le expresa su sentir y, sobre todo, sabe que este amor no puede ir más allá porque para que el deseo se mantenga vivo no debe realizarse, su consumación sería su propio fracaso.
Sor Juana da a entender que no quiere consumar su amor, pues ella obedece sus votos de castidad y, por otra parte, la jerarquía de la condesa no le permitiría mantener una relación sexual con una plebeya:
<<Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza,
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.

No emprender, solamente, es lo que emprendo;
pues sé que a merecer tanta grandeza
ningún mérito basta, y es simpleza
obrar contra lo mismo que yo entiendo.

Como cosa concibo tan sagrada
su beldad, que no quiere mi osadía
a la esperanza dar ni aun leve entrada:

pues cediendo a la suya mi alegría,
por no llegarla a ver mal empleada,
aun pienso que sintiera verla mía».

(Lisi es uno de los nombres con los que Sor Juana Inés de la Cruz se refería a la virreina).
                                Recreaciòn de la Virreina Marìa Luisa con Sor Juana
Sergio Téllez-Pon, opina que ésta fue <<una relación intensa pero casta; una relación en la que ellas se enamoraron intelectualmente, pero se enamoraron al fin>>.
El investigador cree que <<María Luisa era una persona muy importante para ella (Sor Juana), fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda; quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común. Pero dice también que las muestras tiránicas de la Virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba>>.
Según el crìtico, esto se puede advertir en los poemas más íntimos y confesionales de Juana Inés; por ejemplo, en “Me acerco y me retiro”, donde Filis es un personaje que se dibuja a la Condesa en letra y referencia, se lee:

«Me acerco y me retiro:
¿quién sino yo hallar puedo
a la ausencia en los ojos
la presencia en lo lejos?

Del desprecio de Filis,
infelice, me ausento.
¡Ay de aquel en quien es
aun pérdida el desprecio!

Tan atento la adoro
que, en el mal que padezco,
no siento sus rigores
tanto como el perderlos».

No pierdo, al partir, sólo
los bienes que poseo,
si en Filis, que no es mía,
pierdo lo que no pierdo.

¡Ay de quien un desdén
lograba tan atento,
que por no ser dolor
no se atrevió a ser premio!

Pues viendo, en mi destino,
preciso mi destierro,
me desdeñaba más
porque perdiera menos.

¡Ay! ¿Quién te enseñò, Filis,
tan primoroso medio:
vedar a los desdenes
el traje del afecto?

A vivir ignorado
de tus luces, me ausento
donde ni aun mi mal sirva
a tu desdén de obsequio».

No hay manera absoluta de conocer la sexualidad de Sor Juana y cuántos fueron los encuentros o desencuentros con la Virreina. Tampoco sería un aspecto revelador el pensar a este amor aristócrata y prohibido como la única relevancia de la poeta, sólo es una aproximación distinta y actual a su trabajo o un análisis sui géneris a algo que fue recurso retórico y nada más.
En todo caso, este episodio queda como un capítulo más en la historia mexicana y una narración extraordinaria sobre cómo se vivía el amor en el siglo XVI, de la solución que se le daba en sentido estético y de cuándo tenemos registro acerca de lo que hoy se entiende por amor libre.>>.
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La relación entre ambas se cortó de manera abrupta en 1686, cuando el rey ordenó el regreso de Tomàs de la Cerda a España.
"Lisi" se llevó con ella y conservó hasta su muerte un retrato de Sor Juana y un anillo que la monja le regaló.
"Divina Lisi mía:/Perdona si me atrevo /A llamarte así, cuando /Aún de ser tuya el nombre no merezco", decía otro de los poemas de Sor Juana.
                               Recreaciòn del rostro de la Virreina Marìa Luisa

Sergio Téllez-Pon responde algunas preguntas para el Diario “QuintanaRoo Hoy”, de Mèxico.

P. ¿Fue un amor platónico?
R.  Al igual que Francisco de las Heras, Octavio Paz y Antonio Alatorre, creo que así fue: una relación intensa pero casta. Para enamorarte de alguien no necesitas llegar hasta la cama. Ahora existe el término “sapiosexual”, es decir, que te enamoras de la inteligencia de alguien más que de su cuerpo o de su estatus y, vaya, viéndolo retrospectivamente, creo que en el caso de sor Juana y María Luisa se enamoraron intelectualmente, pero se enamoraron al fin.
P. ¿Se sintió agobiada por el acoso de la Condesa de Paredes?
R. Desde luego, María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común. 
Así que las muestras tiránicas de la virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba. 
Los enamorados de ahora nos molestamos porque la persona que amamos (que es alguien muy importante para nosotros) no nos contesta el móvil o nos deja con dos palomitas vistas en el whatsapp y, bueno, eso también les pasó a ellas: cuando Sor Juana no le escribía desde el convento, María Luisa se lo reclamó; y cuando la virreina la fue a buscar y no la encontró o la monja se negó a verla, se molestó muchísimo al grado de que tuvieron una pelea que llegó hasta las lágrimas de Sor Juana. 
Y todo eso no lo digo yo: lo dice Sor Juana en sus poemas, ella es la que va dejando las pistas de cómo fue su intensa pero fructífera relación con la condesa.
El propósito de este libro también es que los poemas hablen por sí mismos, que en su contexto cuenten la historia de amor de estas dos mujeres pues no solo están los poemas de Sor Juana, también incluyo los dos únicos intentos poéticos de la condesa que, aunque no son tan explícitos, creo que sí muestran un poco la admiración y la fidelidad que siempre le tuvo a la monja.
P. ¿Y la opinión de Octavio Paz relativa a que Sor Juan Inés estaba absorbida por la pasión del conocimiento, que, precisamente por ella, "tiene que neutralizar su sexo para poder acceder al ansia de conocer"?
R. Bueno, Paz se refiere a que Sor Juana tuvo que hacerse pasar por hombre para ingresar a la universidad y así saciar su sed de conocimiento, ¡pero es que hasta en eso fue muy radical esta monja! Querer estudiar, aprender, no era precisamente algo que se les permitiera hacer tan fácil a las mujeres durante el virreinato, así que ella se las ingenió para romper con ese supuesto.
Y luego, tampoco entró al convento por ser muy beata o piadosa: si lo hizo, ella misma lo escribió, fue porque no quería que la casaran, tener que pasar sus días atendiendo a un marido y a los hijos: lo que ella quería era leer y aprender y el único lugar donde la podían dejar en paz para hacerlo era en un convento, así que allí fue a dar.
Y finalmente, también rompió toda relación con el tiránico padre Núnez de Miranda en tiempos en que se creía que las mujeres eran inferiores intelectualmente y que para dar cualquier paso necesitaban del consejo de un hombre: romper con él fue otra de las muestras de su genialidad, de que ella sola se valía por sí misma.
Fue así como rompió con los paradigmas de su sexo (el “sexo débil”, según la misógina definición de la RAE) en pos de su vida intelectual y también, por qué no, de su sexualidad>>. (Diario Quintana Roo Hoy, de Mèxico).
ÙLTIMA ETAPA EN LA VIDA DE SOR JUANA

Para 1692 y 1693 comienza el último período de la vida de sor Juana. Sus amigos y protectores han muerto. Las fechas coinciden con una agitación de la Nueva España; se producen rebeliones en el norte del virreinato, la muchedumbre asalta el Palacio Real y las epidemias se ceban con la población novohispana. ​
En la poetisa ocurrió un extraño cambio: hacia 1693 dejó de escribir y pareció dedicarse más a labores religiosas. Hasta la fecha no se conoce con precisión el motivo de tal cambio; los críticos católicos han visto en sor Juana una mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo, sobre todo a partir de la renovación de sus votos religiosos en 1694.
Otros, en cambio, adivinan una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.
No han existido datos concluyentes, pero sí se han avanzado en investigaciones donde se ha descubierto la polémica que causó la “Carta Atenagòrica.​ Su propia penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento: «Yo, la peor del mundo», que se ha convertido en una de sus frases más célebres.
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A principios de 1695 se desató una epidemia de cólera que causó estragos en toda la capital, pero especialmente en el Convento de San Jerónimo. De cada diez religiosas enfermas, nueve morían. El 17 de febrero falleció Núñez de Miranda. Sor Juana cae enferma poco tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas.
A las cuatro de la mañana del 17 de abril de1695, cuando tenía cuarenta y seis años, murió Juana Inés de Asbaje Ramírez, en el Convento de San Jerónimo.
Fue enterrada el día de su muerte, con asistencia del cabildo de la catedral. El funeral fue presidido por el canónigo Francisco de Aguilar y la oración fúnebre fue realizada por Carlos de Sigüenza y Góngora. En la lápida se colocó la siguiente inscripción:
“En este recinto que es el coro bajo y entierro de las monjas de San Jerónimo fue sepultada Sor Juana Inés de la Cruz el 17 de abril de 1695”.
En 1978, durante unas excavaciones en el centro de la Ciudad de México, se hallaron sus supuestos restos, a los que se dio gran publicidad. Se realizaron varios eventos en torno al descubrimiento, aunque nunca pudo corroborarse su autenticidad. Actualmente se encuentran en el Centro Històrico de la ciudad de Mèxico, entre las calles de Isabel la Católica e Izazaga.
Monumento dedicado a Sor Juana frente al Convento de San Jerònimo - Mexico.

Gracias a Juan Ignacio Marìa de Castorena,, Obispo de Yucatán, se conoce la obra que Sor Juana tenía inédita cuando fue condenada a destruir sus escritos.
Él la publicó en España.
Sor Juana Inés de la Cruz ocupó un destacado lugar en la literatura llamada novohispana, aunque bien podría catalogarse como mexicana. ​
En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos del barroco español en su etapa tardía. con la influencia de Gòngora, de Quevedo y Calderòn de la Barca. ​
                                             
                              Recopilaciòn – WILSON MESA, abril 2020.

Fuentes de Informaciòn:

Octavio Paz - libro "Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe".

Libro “El amar ardiente”, editorial Flores Raras, 2017.

Libro "El beso de la virreina", de José Luis Gómez.

Pàgina web – culturacolectiva.com: Historia de amor entre Sor Juana Inès de la Cruz y Marìa Luisa Gonzaga.

Pàgina web del Diario “Quintana Roo”: Sor Juana Inés de la Cruz y la Virreina de México, noviembre 2017.
Imàgenes - Extraìdas de Internet. 

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