QUERIDOS
VIEJOS
Crónicas
de Atlántida – por Wilson Mesa
Hace pocos días, -un sábado de octubre-
asistimos a la representación de una obra en Teatro ALSUR que no quisiera dejar
pasar sin comentar. No como crítico teatral, que no lo soy, sino como un simple
espectador conmovido por un hecho artístico.
El título de la obra es QUERIDOS VIEJOS.
Se trata de un producto genuinamente local,
ya que fue escrita, dirigida y actuada por personas de nuestra zona, vecinos
nuestros.
Esto de ser local no tiene
por qué quitarle méritos, sino por el contrario, es digno de destacar y
aplaudir el hecho de que en una comunidad -más bien pequeña- exista una actividad
cultural tal que produzca este tipo de acontecimiento.
Los autores del texto, son
Ana Lasserre y Omar Mir. Los actores son dos: Omar Mir y Ofelia Arreaga. La
puesta en escena es también de Ana Lasserre, directora de Teatro ALSUR. Viviana Viera Gutiérrez pensó el vestuario. Y Yanina Bages adaptó
las luces y el sonido.
(Agrego, para los lectores
que tengan interés, que la historia completa del
Teatro ALSUR está en una reseña de la Revista Centro, N°108, setiembre 2018).
EL
HUMOR
Siempre el humor es un excelente vehículo
para introducir temas profundos y complejos a consideración de la sociedad.
Porque si bien esta obra es una comedia, lo
que sobrevuela en el texto es una puesta en foco de la situación de la vejez en
general; y especialmente de los hombres y mujeres que son “internados” en esas
instituciones llamadas “Residenciales para la tercera edad”.
Bajo ese nombre hay una
variada gama de posibilidades, que van desde verdaderos hoteles para viejos,
hasta míseros repositorios humanos, pasando por infinidad de situaciones
intermedias que, en última instancia, están relacionadas con un asunto
económico ¿de cuánto se dispone para la internación?
LA
OBRA TEATRAL
No quiero revelar muchos detalles de la misma,
para conservar el interés por verla de parte de ustedes, lectores, y juzgar por
sí mismos.
Sólo diré que la trama se desarrolla en el
depósito de una Residencial, en el cual una pareja de “ancianos”, -Felipe y
Rosaura-, que en realidad no son pareja (en el sentido sentimental quiero
decir), acceden al lugar en una pequeña aventura existencial que, en cierto
modo, les abre un panorama nuevo de sus vidas.
A los espectadores nos va contando, de manera
exagerada pero verosímil al mismo tiempo, algunas cosas que suceden dentro de
esa institución.
Entiéndase que estoy
hablando de ficción. La institución no es una entidad real. Digo para que no
generalicemos y pensemos que en todos lados sucede lo mismo. De ningún modo
quiero decir eso, que quede claro.
Pero sí pude comparar con
alguna institución de otra ciudad que conocí hace poco tiempo, en relación a un
familiar, y pude advertir que algunas situaciones planteadas en la obra de
teatro tienen muchas similitudes con lo que nos tocó vivir. Y quedémonos por
ahí nomás.
**
Volviendo a la obra de teatro en sí, no sé si
utilizar la palara “viejos”, o “ancianos”, o “personas de la tercera edad”.
Personalmente me gusta más viejos que ancianos. Y la tercera opción es un
eufemismo demasiado rebuscado. Imaginen si la obra se llamara “Queridos
ancianos”, o “Queridas personas de la tercera edad”, sonaría hasta medio ridículo,
supongo.
Así que viejos para mí es el
vocablo más apropiado, y es muy cariñoso (cuando uno lo dice con respeto).
Aunque mi madre siempre decía que <<viejos son los trapos>>, seguramente ella se refería al empleo de este
término en sentido más bien peyorativo, que no es el caso de esta obra teatral.
CRUZANDO EL RUBICÓN
Hay una frase pronunciada por Rosaura, <<ya cruzamos el Rubicón>>,
que es un poco la llave del texto, porque se nos habla de algo arriesgado que se
hizo y ya no hay vuelta atrás. No es un juego lo que están haciendo y podría
tener consecuencias, pero ellos ya lo decidieron y no les importa mucho lo que
suceda después.
Esta expresión está basada en una anécdota histórica. De la época del
Imperio Romano, año 45 (a.C.). El Rubicón era un pequeño río que separaba a
Italia de la Galia Cisalpina. Julio César, a quien el Senado romano había
rehusado nombrar Cónsul -por instigación del Cónsul Pompeyo-, y se le había
ordenado dejar el mando de sus tropas, decidió marchar sobre Roma para derribar
a Pompeyo. Cuando César llegó a orillas del Rubicón, sabiendo de las
consecuencias que entrañaba cruzar dicho río, se decidió a vadearlo diciendo: “Alea
jacta est”
(La suerte está echada).
César sabía que
este hecho desataría la guerra civil contra Pompeyo. Pero no porque ese río
marcara el límite de Italia con el resto de las provincias romanas, sino porque
ningún gobernador podía salir con su ejército del territorio asignado sin
consentimiento del Senado. Pompeyo, sorprendido ante el rápido movimiento de su
enemigo, huyó de Roma, con su séquito; y César entró en la capital sin derramar
una gota de sangre.
En este caso, la frase
de Rosaura implica la idea de dar un paso muy importante. “Cruzar el Rubicón” para
ellos consiste en escaparse de sus cuidadores para entrar en el mundo
desconocido y secreto del depósito de la Residencial; es el comienzo de una
aventura en la cual se va introduciendo también al espectador.
Felipe y Rosaura exploran dicho
depósito y en el transcurso de esa experiencia, para ellos muy excitante y
decisiva, descubren secretos del lugar, y van dejando aflorar sus sentimientos.
La amistad y el cariño mutuo van creando
otros lazos más profundos
Podríamos decir que ellos se salvan del
olvido y de una vida rutinaria justamente por eso, por el sentimiento
entrañable que hay entre ellos, tal vez la amistad, tal vez el cariño, o quizás
un sentimiento amoroso que llega para cambiar sus vidas. Eso queda en la
indefinición entre estos dos “cómplices”. Serán los espectadores los que den el
final a la obra según su parecer. Y está bien que sea así.
EL
OTRO TEMA
Lo que no está bien es que nos hagamos los
tontos frente al problema del uso abusivo de medicamentos, fomentado por las
multinacionales de la salud y de los fármacos. Este es otro de los temas que
introduce QUERIDOS VIEJOS en su desarrollo.
¿No les ha pasado que cuando van al médico,
el profesional se siente frente a una computadora (evitando mirarlos y mucho
menos tocarlos), y les pregunte con cara de palo, <<qué va a llevar>>?.
Y a ustedes les den ganas de contestar, como se
hacía en los almacenes de antaño: <<deme un quilo de yerba, un quilo de
azúcar y medio litro de aceite…>>.
Estoy exagerando claro está,
pero es con el fin de hacer ver la gravedad de un problema que está presente en
la sociedad, y especialmente con el tratamiento de enfermedades en las personas
mayores.
Podemos hacernos una idea de
cómo puede llegar a ser la situación cuando estas personas, vulnerables y
dependientes, tienen la necesidad de internarse en una “residencial para
personas de la tercera edad”. Ya sea porque los llevamos allí los familiares al
llegar el momento en que resulta imposible cuidarlos adecuadamente en el seno
familiar. Ya sea porque los viejos se quedan solos y buscan ellos mismos
internarse.
En cualquiera de los casos
están totalmente bajo la responsabilidad de quienes dirigen estas
instituciones. Y es esencial que las mismas estén supervisadas por las
autoridades competentes, para que no exista descuido, ni abandono, ni malos
tratos, ni desidia en el tratamiento de las personas mayores muy dependientes y
disminuidas. Ellas se merecen respeto y cuidado, por lo menos.
Aclaro que no parece ser esa
la situación de los protagonistas de la obra teatral, Felipe y Rosaura son viejos
muy vitales, instruidos, inteligentes, poco “manejables” digamos, y por eso es
que la obra mantiene el interés durante toda su duración, sin caer en pozos de
ausencia o en facilismos demagógicos.
DOS
PERSONAJES
Al momento de escribir esta crónica le
pregunté a Ana Lasserre por qué razón decidieron, con Omar, que hubiera
solamente dos personajes en la obra. Y ella explica lo siguiente: <<...la
respuesta tiene que ver con lo que queríamos contar. En el
trasfondo de la historia está el vínculo que tienen y que crean ese mismo día
los personajes. Llegar a tratar el amor de pareja en los "ancianos" (palabra
que me rechina) debía crear un clima de complicidad que sólo se logra estando
de a dos…>>. Está todo dicho ¿no creen?
Agrego
de mi parte que esos dos personajes están “defendidos” de manera muy
convincente por un actor y una actriz que no son profesionales –eso es sabido-
pero ponen todo de sí para llevar a las tablas lo que antes solo estaba en el
papel. Y eso no es poca cosa.
EL
FUTURO
Imaginen ustedes que, dentro de mucho tiempo,
otras personas asistan a una función donde se represente QUERIDOS VIEJOS, e identificando
claramente el valor del tema social que contiene, piensen: <<Ahhh, mirá a
esas personas las conocí. Al Teatro donde se estrenó la obra yo fui. Estuve en
la primera función…>>.
Nunca se sabe. La obra se
echó a andar. Ya quedó escrita y presentada en sociedad. Dura aproximadamente
una hora. Tiene valores como para resistir el tiempo y la crítica. “¡Alea
jacta est !”.
Wilson Mesa – noviembre de 2019.
Imágenes
– Cedidas por Ana Lasserre, del fotógrafo Nico Barreiro.
Artículo publicado en la REVISTA CENTRO, N°122 de noviembre 2019.
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