8/11/18

JUAN TORRES _ LA LEYENDA DE UN CONSTRUCTOR

 JUAN  TORRES _ LA  LEYENDA  DE  UN  CONSTRUCTOR

Octubre es el mes aniversario del “pagus atlantidensis”, -así llamó alguna vez, Juan Gutiérrez Laplace, a este lugar del mundo-. En este marco considero que puede ser oportuno compartir algunas historias sobre alguien que ya se ha convertido en una  leyenda de por aquí: JUAN TORRES

Tal vez no haya un personaje de Atlántida más nombrado, por sus obras, y a la vez menos conocido en su historia personal, que el constructor de “El Águila”.

Y eso, a mi modo de ver, es lo mejor que le puede suceder a una persona, ser recordada por sus obras y…¿por qué no?, pasar a la posteridad por ellas.

***

En aquellos años del Balneario, cuando todo estaba por hacerse, él se ocupó de concretar muchas cosas. Y así como otros primeros pobladores se dedicaron a imaginar y diseñar obras materiales, Juan Torres las hizo  físicamente, “a pico y pala”, como se dice vulgarmente.

Esto no quita que también fuese un creador, un realizador de sus propias ideas, además de las ajenas.
Su época de actuación en la zona  comienza  desde su

afincamiento, en el año 1930, en la que la familia llamaría “la

Casa Grande”, sita en la calle 24 y calle 3.  Luego  vivieron

en la casa de la “Curva del Zoológico”, lugar éste que fue

muy importante en la vida de Torres. Pero cabe acotar que 

la familia  conocía estas costas desde mucho antes, ya que 

venían en los veranos a acampar a la “playa de Santa 

Rosa”,  en una carreta tirada por bueyes y bajaban por la 

llamada “Bajada Vieja”, antes de la cañada de Atlántida 

Serena.

¿QUIÉN  ERA  JUAN  TORRES?
Juan Torres Franzero, nació el día 13 de mayo del año 1909, en el paraje llamado “La Tahonita”, al borde del entonces llamado “Camino a Maldonado”, (hoy Ruta Nacional N° 8), a dos kilómetros desde el cruce con la Ruta 11, yendo como hacia Pando.

Era hijo de Gil Torres Otero y de María Franzero Ghione. Juan fue el penúltimo de nueve hermanos.

Era casado, en segundas nupcias, con Angélica Lozano. De este matrimonio nació una hija, Elizabeth.

Después de una extensa y fructífera existencia, falleció  el día 19 de febrero del año 2002.
El “contenido” de esa existencia es lo que logró que se le recuerde como uno de las grandes HACEDORES de este lugar. 
***


No hay duda que el hecho de conocer al empresario italiano, Natalio Michelizzi, marcó un cambio singular en la vida de Juan Torres, un hombre autoformado en el trabajo duro de la construcción, oficio que por entonces era muy requerido en la zona.

Con su  llegada en 1936, Michelizzi, le dio una vuelta casi completa a la “Playa de los Médicos”, que había comenzado a formarse a partir de 1911 con los emprendimientos de “La Arborícora Uruguaya” primero, y de la “Territorial Uruguaya” después. Esta última Sociedad Anónima tenía en propiedad prácticamente todos los terrenos sobre la Ensenada de Santa Rosa y hasta la Estación de Ferrocarril, llamada por aquel entonces “Estación Las Toscas”.

A partir del año 1912 se lotearon y vendieron las primeras parcelas sobre la Rambla vieja, se construyó el “Atlántida Hotel” y las primeras casonas de la Rambla. Así comenzó a crecer la “Estación de Baños” siguiendo la planificación ideada por el Ing. Juan Pedro Fabini. También se hizo el Campo de Golf, que se constituyó en una atracción turística muy destacada. Nacieron otros hoteles. Venían turistas extranjeros atraídos por la belleza de la costa.

Todo era sosiego y convivencia bucólica. Hasta que llegó Natalio Michelizzi, a revolucionarlo todo. Compró casi todas las tierras libres; construyó Hotel y Casino; modificó el Campo de Golf; atrajo mucho más turismo internacional, sobre todo de argentinos, ya que él tenía su principal empresa en Buenos aires y desde allí hacía conexiones para  traer gente a veranear en Atlántida. Largos períodos de tres meses, como se estilaba en aquel entonces.




MICHELIZZI  Y  JUAN  TORRES
Para describir la conexión que existió entre estos dos hombres, acudo al libro de Rosario Infantozzi, “Cuentos de viento y de mar- Historias de Atlántida”. Esta escritora entrevistó a Juan Torres, en la década del 90’; y el “hombre de confianza y mano derecha” del empresario italiano le reveló detalles poco conocidos de las principales obras de construcción realizadas por orden de Michelizzi.


UNA  OBRA

Cuenta Juan Torres - <<….Después que se terminó el Anexo (se refiere al edificio Golf Palace) y el Casino y aprovechando los terrenos que quedaban debajo, en la barranca, Michelizzi me mandó construir ocho pilares y una plancha; sobre esa plancha hice un jardín, uní ese jardín con la calle 1 -que queda a unos ocho metros de retiro- con otra plancha y, debajo de las dos, edifiqué .Las Cuevas., el primer cine de Atlántida.  Fue muy difícil excavar el salón del cine por debajo de la segunda plancha porque esta no estaba sobre pilares, sino apoyada en el piso de arena. Tuve que ir haciendo  agujeros  y poniendo puntales para sostenerla y poder ir sacando la arena. Cuando llegaba al nivel que necesitaba, repetía la operación para seguir sacando. Cuando el cine estuvo pronto, le agregue una pista de patinaje a unos 80 cm. por debajo del nivel del piso y se empezaron los preparativos para la inauguración…>>.

<<…-Fue también Ud. quien construyó los hoteles, el Casino y la Casa del campo de Golf?

-Yo era el encargado de las construcciones, pero los hoteles y el Casino los construyó la empresa de García Otero, Butler y Pagani. De la calefacción se encargó Wittemberg, lo mejor que había en ese momento.  Como ve, Michelizzi no reparó en gastos para darle a Atlántida el estilo y la jerarquía de las estaciones balnearias europeas más famosas …>>.


OTRA OBRA

Cuenta Juan Torres - <<… El golf tenía sólo una construcción de troncos donde estaban ubicados el bar, los vestuarios y el depósito de los palos de los socios. Cuando Michelizzi compró los terrenos a la “Territorial Uruguaya”, también compró el Club de Golf y en 1947 construyó una estupenda casa para la nueva sede. En un alto, un edificio redondo de ladrillo y tejas quedaba reservado sólo para los jugadores...>>. (Se trata del edificio que hoy ocupa la Biblioteca “Idea Vilariño”, dentro del parque de AGADU).

<<… Esa casa del Campo de Juegos la hice yo. Empezamos el 3 de setiembre de 1946 y terminamos el 28 de febrero de 1947. Sin planos, ni arquitecto, ni siquiera una máquina de hormigón. Todo fue hecho a mano, a pico y a pala y yo lloré para hacerla.

Al italiano se le había ocurrido que no quería que ninguna viga atravesara el inmenso salón de treinta metros por ocho:

-¿Cómo hago para que las paredes se aguanten? - le preguntaba yo, desesperado. - el techo a dos aguas va a hacer fuerza para afuera...

-No sé,.. pero yo sé que vos lo vas a hacer. - me contestó alegremente... Y se fue.

Levanté entonces una hilera de pilares por fuera, a tres metros cincuenta del salón, para hacer una galería exterior y sostuve el techo con ellos. La fuerza que hacia el techo hacia afuera se contrarrestaba con la de los pilares, que empujaban hacia adentro. Hice contrapeso y pegué la cumbrera en el medio. Después hicimos dos estufas a leña, una en cada esquina del salón……..

- "A Ud. le gustaba su trabajo, ¿verdad?"

- "A mi me gustaba Michelizzi. Me volvía loco, pero me gustaba. Era una excelente persona. Culto a su manera; con mucha visión comercial. ¡Tenía cada idea!..... >>.


Y  OTRA  OBRA

Vuelve a contar Juan Torres - <<…Un día se le antojó entubar con hormigón la cañada de Atlántida Serena:

- Vamos a probar con diez metros. -me propuso.

- ¡Y me hizo hacer trescientos!... ¿se imagina, cincuenta hombres trabajando descalzos en el agua helada en pleno invierno?

Otro día salimos, bajo una garúa finita, a caminar por esa misma zona. Esos terrenos no se consideraban vendibles porque eran puras barrancas, de modo que se usaban de basural. Habíamos abierto una calle, la única, y nos había dado un trabajo bárbaro.

-¿Quién va a rellenar esto para construir aquí? -razoné en voz alta- a mí me está pareciendo que los de La Territorial lo jodieron cuando le vendieron estos terrenos.
-¡Eso se creían ellos! - se rio el napolitano - pero ¿a mi quién me obliga a hacer las calles por lo alto?...¿Y si las hago por lo bajo?'.. de esa manera me quedan todos los terrenos a nivel... a la naturaleza no hay que enfrentársele... hay que correrla para el lado que dispara…Y así fue…..>>.



CÓMO NACIÓ “EL ÁGUILA”
Juan Torres explica - <<….Michelizzi, un napolitano 

fantástico, me pidió ese día que le construyera un nicho de 

dos metros por dos. Nos fuimos caminando los dos para el 

fondo de la casa a un monte que daba contra la playa… y 

allí, en medio de los árboles, elegimos el lugar para hacer 

la capillita (…). Así dijo y cuando él decía “hacelo así”, 

había que hacerlo así. (Nota - Está hablando de “El 

Barranco”, la casa de campo de Michelizzi, que estaba en 

Villa Argentina, y cuyo jardín contenía a “El Águila”).


<<…Él quería las cosas siempre más grandes de lo que 

podía. En ese momento se me vino a la mente la posibilidad 

de que quisieran hacer un altar adentro, así que me dije:


Yo la hago grande y después ellos que hagan adentro lo 

que quieran” de modo que hice una habitación de cuatro 

metros por cuatro y con techo a cuatro aguas. Cuando él 

volvió -porque vivía en Buenos Aires con su verdadera 

esposa- y se encontró con la habitación pronta, le gustó y 

me pidió que le abriera una arcada a un costado y le 

agregara un dormitorio… Lo hice tal como me había 

pedido… Se imaginó entonces que era un buen sitio para 

recibir amigos y quiso una cocinita y un baño… También se 

los hice. Cuando el edificio estuvo pronto se quedó un largo 

rato mirándolo en silencio. Después me dijo:


–“Que te parece, Torres, si ahora me haces un águila 

encima?


–¿Una qué? -le contesté anonadado.


–Un águila… y recubierta de piedras, para que parezcan 

plumas…Y se fue.


En una construcción que tenía más de escultura que de 

arquitectura, armé sobre el techo a cuatro aguas una 

especie de molde de madera con la forma de la cabeza de 

un águila, lo forré por dentro con piedra, desplegué el 

hierro y volqué el hormigón. Dejé que fraguara y, al retirar la 

madera ¡allí estaba el águila!”


En ese momento la expresión de Juan Torres era de 

enorme felicidad. Parecía estar mirando dentro de sí una 

visión que le devolvía  juventud y energía.


–Como el águila era hueca -continuó rememorando- saqué 

una escalerita de ladrillos desde un costado del bañito y 

construí encima una especie de camarote con ventanas al 

frente y los lados y una puerta de salida a lo que era la 

parte superior del pico curvo. Cuando Michelizzi vio aquello 

quedó encantado, porque sobresalía por encima de las 

copas de los árboles y desde allí se tenía una vista 

asombrosa de toda la Ensenada de Santa Rosa, como le 

llamaban a este lugar.


–Entonces le gustó tanto que me pidió: “Ahora, Torres, 

quiero que abajo me hagas un bote”.


–¿Un qué?…-le pregunté desesperado.


–Un bote, una barca… ¿entendés?

Y se fue otra vez, convencido de que yo, de alguna manera, 

me las iba a arreglar para cumplir con su deseo…Y lo hice. 

Le hice la barca que me pedía con bloques y hormigón (…) 

Yo me entusiasmaba con las cosas que se le ocurrían, 

aunque sabía que después iba a llorar para llevarlas a cabo.


–Bajo mi dirección y con la habilidad y buena voluntad de la 

gente que trabajaba para mi, fue modelada la forma de la 

borda. El piso de la imaginaria embarcación se convirtió en 

una gran terraza a la que se accedía por una puerta que 

abrimos en la garganta del águila. Una escalerita de 

ladrillos descendía desde esa terraza hasta las entrañas del 

bote, donde construimos una habitación que después se 

utilizó como bar. Tenía dos ventanitas en forma de ojo 

desde las que uno miraba hacia afuera y veía sólo mar, lo 

que daba la sensación de estar embarcado. La proa 

terminaba en dos agujas de hormigón, que simulaban la 

boca abierta de un delfín. Rudi Wolmut, un pintor polaco 

que trabajaba en el Hotel Planeta, decoró las paredes del 

bar con tiburones y toda clase de bichos marinos y pintó las 

piedras con tanto realismo que parecían plumas de 

verdad……..>>. (Libro de Infantozzi).


  
  
 
(Casa "EL BARRANCO", en cuyo jardín estaba El Águila). 
DESPUÉS  DE  MICHELIZZI
El empresario italiano murió en 1953, con 54 años. Pero Juan Torres, que ya era un destacado vecino del Balneario, siguió trabajando y creando.

Tuvo una actuación importante como “Presidente de la Comisión Municipal Pro Transformación de Espacios Libres y Reforestación de Atlántida”.

Fue el principal propulsor de la construcción, en 1977, del "Parque Infantil" de Atlántida, actual Zoológico Municipal.

También tuvo que ver con la construcción del edificio Atalaya, donde instaló por un tiempo su oficina de trabajo.

En el verano del año 1976 se realizó en el Parque de AGADU una Expo-Feria que tuvo mucho éxito y continuó realizándose por varios años más. Juan Torres fue el encargado de dirigir la construcción de los stands de la primera Expo-Feria. Después la misma se trasladó a las calles del balneario  y : <<….A lo largo de las diferentes ediciones del evento, el acervo ornamental de la ciudad se incrementó en base a la incorporación de distintos monumentos, como por ejemplo el busto de Artigas (1977); o las placas en monumentos de homenaje a países vecinos colocadas en la rambla de la playa Mansa al término de las calles N° 12, 10 y 8, que fueron bautizadas con los nombres de las repúblicas de Argentina, Brasil y Paraguay respectivamnte…>> (libro de Bonsignore). En todas estas realizaciones estuvo la mano de Juan Torres.



También Juan Torres fue el director general de obras, durante la construcción de la “Plaza de los Fundadores”, una idea que planteó el Rotary Club de Atlántida. El proyecto lo hizo el Arq. Casal Rocco, y el constructor Pedro Forni, lo llevó a cabo. El diseño de los jardines fue del Arq. González Gatti y la iluminación de Miguel Iraola. El 7 de diciembre de 1977 se inauguró esta obra. (Bonsignore).

El mismo día se inauguró la “Plaza de la Madre”, que fue iniciativa del Club de Leones. Allí se instaló el monumento creado por el escultor Juan Pedro Morra. Juan Torres dirigió las obras y él, junto al Intendente y al Jefe de Policía, descubrieron la escultura, que hasta entonces había permanecido cubierta por una tela.  

Al respecto –y para finalizar- recuerdo una anécdota que nos contó un vecino de la “Plaza de la Madre”. Dicen que Torres iba  todos los días a controlar las obras y los conocidos que pasaban le gritaban, bromeando…. “¿Qué tendrás ahí abajo, Juan?” Lo que había allí abajo era el “Monumento a la Madre”.
***
Habría mucho más para contar sobre la actuación de este hombre singular, cuyas obras han quedado entre nosotros y muchas veces no se sabe que él tuvo que ver en ello.

Ojalá esta crónica cumpla con el propósito de recordarlo y recuperar apenas parte de su legado.

Una cosa más. Atlántida le debe a Juan Torres el tener una calle con su  nombre. Sería un acto de
justicia.                                                                                                                                                                                  
WILSON  MESA, octubre 2018


Nota de redactor“La Quimera” -de la cual El Águila es una parte- se empezó a construir en 1945 y se terminó en 1948. En la entrevista de Infantozzi se deslizan dos errores de “nacionalidad”: 1- Natalio Michelizzi era nacido en Calabria, no en Nápoles. // 2 - Rudy Wolmut, el pintor que decoró el interior del barco, era austríaco, según lo afirma Juan Manuel Gutiérrez Laplace, en su libro sobre Atlántida.

Otra precisión necesaria, es que, en entrevista que le realizáramos a dos nietos de Marcela Benincampi, Alberto y Susana Lastreto, ellos sostuvieron la idea de que en realidad la punta de La Quimera, representaba un mascarón de proa de barco vikingo con dos espolones. Esto dejaría de lado la teoría de la cabeza de delfín.

***

Fuentes de Información _

Libro “Cuentos de viento y de mar – Historias de Atlántida”, de Rosario Infantozzi.

Libro “Atlántida, Historia, Imágenes y Personalidades, a cien años de su creación”, de Federico Bonsignore.
Libro “Atlántida  Centenaria - Guía Turística, Histórica y Cultural”, de Arinda González Bo.

Imágenes – 3 fotografías proporcionadas por Elizabeth Torres Lozano. Otras son extraídas de Internet.

 Artículo publicado en la Revista CENTRO, N°109, octubre de 2018

1 comentario:

Eliana dijo...

Mi querido Juan, cómo nos reiamos con Jorge, Eliza, Alba mi hermana y todo el grupete de amigos que eramos de tu hija. Un gran tipo. Un abrazo grande allí dónde te encuentres

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