LOS TILOS DE
ATLÁNTIDA
Ya se ha dicho, que todo el balneario -y sus
alrededores- son como un jardín botánico gigantesco, con especies vegetales
exóticas y autóctonas; unas de gran valor ornamental, otras de excelente sombra,
y en muchos casos están las que brindan ambas cosas.
En esta reseña quiero
referirme a los Tilos de Atlántida; y especialmente a dos de ellos, que están
muy a la vista de cualquiera de nosotros al transitar por el centro de la
ciudad.
Sobre la vereda de la calle
Ciudad de Montevideo, frente a la plaza “Artigas”, hay dos hermosos árboles de Tilo.
Por su tamaño uno puede darse cuenta que son añejos. Están florecidos en
primavera y verano, su sombra cerrada y refrescante tiene el aditamento de un
aroma dulzón que baja de ellos y que se aprecia al pasar por ese lugar. Ese
perfume es el mismo que tiene una bolsita de flores de Tilo cuando se abre,
pero, en este caso aumentado por el calor del sol que les da a pleno durante el
día.
espacios públicos; sin duda hubo plantadores visionarios, en los primeros tiempos del balneario, que lo eligieron como árbol de sombra y de adorno. Simplemente tomo estos dos
ejemplares como referentes, porque están en un lugar
céntrico y cualquier persona los puede observar al pasar por la calle Ciudad de Montevideo.
Características
de la planta de Tilo
Buscando datos técnicos sobre estas plantas se
puede encontrar lo siguiente:
“Nombre
científico _ Tilia Moltkei.
Etimología _ Tilia _ El nombre deriva de la palabra griega ptilon (= ala), por la característica de las brácteas, lo que facilita la
propagación de la flor por el viento.
***
Es una especie exótica, proveniente de los bosques
europeos. Es una de las plantas más importantes desde el
punto de vista medicinal. Aunque apenas posee aceites esenciales, contiene sin
embargo mucílagos, taninos, azúcares y más de diez glucósidos diferentes. Éstos
albergan propiedades efectivas sobre las glándulas sudoríparas, y son por tanto
muy adecuados para su aplicación contra los resfriados y en procesos
catarrales.
Tiene propiedades como
estimulante del apetito; es sedante (ligeramente hipnótico); antiespasmódico;
antirreumático y un reconocido diurético (entra en la composición de numerosas
tisanas para estos fines); es suave hipotensor, vasodilatador y fluidificante
de la sangre. Se emplea contra los espasmos, insomnio, histerias, hipocondrías,
indigestiones, artritis, litiasis renal y biliar, migrañas, etc.
En usos externos, la
decocción de flores es muy útil en gargarismos, enjuagues de boca y
cicatrizante de heridas. La corteza es un buen eliminador de toxinas.
Con las ramitas secas del Tilo se fabrica el
llamado “carbón de Tilo”, utilizado en afecciones digestivas, hepáticas y
biliares (drenaje de estas vías). Contra la excesiva acidez gástrica o los
gases intestinales (carminativo); también como antídoto en caso de ingerir
sustancias tóxicas o venenos. Es de sabor agradable y mucilaginoso.
El Tilo se emplea como
cosmético para los cuidados de la piel; en el cuidado del cuero cabelludo y
caída del cabello.
Es también una excelente
planta melífera, por lo cual es muy visitado por las abejas para obtener polen.
La madera es empleada en ebanistería y grabado”.
“Desarrollo _ El Tilo,
en general, es un árbol muy exigente en humedad aunque poco exigente en suelos,
ya que puede desarrollarse en cualquier condición, siempre que sean fértiles. Su
crecimiento es mayor en ambientes frescos durante el verano y es bastante resistente
a la sequía y al frío.
Todas las especies de Tilo
se multiplican por semillas, las cuales presentan problemas de germinación
debido a su dura cubierta. Por este motivo hay que someterlas a tratamientos
previos antes de la siembra. También tiende a emitir retoños desde la base y
sus nudos son propensos a generar muchos vástagos.
De gran tolerancia a los trasplantes y
floración en primavera, si se lo poda con frecuencia puede producir una segunda
tanda de flores a inicios del verano.
Una
curiosidad _ Para los antiguos germanos el Ttilo representaba a
Freya, la diosa del amor y de la suerte. Por eso es que muchos de sus poblados
tenían su Tilo comunal en el centro de la plaza principal, y era punto de reunión
y de celebración de bodas”.
ÁRBOLES
CON ALMA
Esta ciudad de Atlántida tiene “árboles con
alma”, de ésos que guardan el espíritu de la persona que los puso allí. Uno se
imagina que alguien plantó estos ejemplares y los cuidó con amor durante sus
primeros años, -el Tilo es un árbol de crecimiento lento en su juventud-; luego
esperó con ilusión su primera floración y cosechó con mucho cuidado las flores
para usarlas en mágicas tisanas sanadoras.
Seguramente quien los hizo
nacer sabía que estaba cultivando para el futuro; que sus plantas iban a
superar largamente el período de la vida humana. (El Tilo es un árbol longevo
que llega a vivir hasta 900 años). Pero ese, precisamente ese, fue el valor de
los “plantadores” que aquí hubo en el pasado y de los que no me atrevo a dar
nombres, para no omitir a nadie. Obsérvese que he escrito plantadores, y no
forestadores.
Todos sabemos que hubo
personas que hicieron de la plantación de árboles la razón de su existencia y,
en muchos casos, el modo de ganarse la vida también.
Y es gracias a ellos que, desde
la estación de ferrocarril hasta la rambla, Atlántida tiene ejemplares añosos.
De Tilos, sí.
Pero también de Eucaliptus, de
Pinos, de Tipas, de Aromos, de Palmeras, de Paraísos, de Palo borracho, de Robles,
de Ibirapitá, de Jacarandá, de Álamos, de Araucarias, de Casuarinas, de Catalpa,
de Timbó, de Cedro, de Ciprés calvo, de Moreras, de Higueras, de Tamarindos, de
Acacias, de Sauces, de Olivos, de Ceibos, de Grevilleas, de Liquidámbar, de Parasoles
de la China, de Castaño de la India, de Cipreses, de Cerezos de jardín, etc. Hasta
árboles de Palta se pueden ver en algunas veredas.
Investigando
un poco entre los habitantes más memoriosos, ellos nos dirán : “este
árbol lo plantó fulano, este otro lo plantó mengano”. Esos árboles conservan en
la memoria de la comunidad el recuerdo de aquel hombre, o mujer, que un día
tomó una pala y un balde de agua, y se dedicó a plantar, sin saberlo tal vez,
para todos nosotros.
Si bien es cierto que los primeros
forestadores de la zona
plantaron árboles maderables, pinos y eucaliptus
esencialmente, como un negocio rentable, su proyecto los sobrepasó ampliamente;
y después vinieron otros que ya no plantaban para vender la madera, sino por
placer estético, por necesidad biológica, o por dejar su marca en el lugar.
Entre todos, nos dejaron la base de un patrimonio natural que tenemos que
preservar y –en lo posible- aumentar, cada año, cada día, con responsabilidad
de habitantes orgullosos del lugar donde vivimos.
Wilson Mesa
Fuentes
de información _
Libro “Atlántida, Guía Turística, Histórica y Cultural” _
Arinda González Bo _ Año 2011
Folleto de la Ing. Agr. Alondra González _ ”Caminata botánica por Atlántida” _ Año 2004
Folleto de la Ing. Agr. Alondra González _ ”Caminata botánica por Atlántida” _ Año 2004
Imágenes - Fotografías de Arinda González Bo
Artículo publicado en la Revista CENTRO, N° 76, enero 2016.
2 comentarios:
Ahora se mas sobre el árbol de tilo, pero especialmente imagino a Atlantida como un bello lugar digno de conocerse con tantas y diversas especies de arboles. Que lindo!!!!
Unas de las cosas que mas disfruto es plantar arboles, lo he hecho en más de una ocasión. Te cuento algo, hace un rato planté una semilla de limonero con un pequeño brote. Podes creer que lo encontré dentro del fruto cuando me disponía a tomar mi zumo de limón diario? Increíble.
Abrazos Wilson, hermoso tu post.
REM
Muy lindo Wilson,Yo tuve un árbol de Tilo y lo disfrutero mucho
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