15/8/19

“NO TE VOY A COMPRAR UNA PELOTA DE FÚTBOL, PORQUE NO SOS UN VARÓN”


“NO TE VOY A COMPRAR UNA PELOTA DE FÚTBOL, PORQUE NO SOS UN VARÓN”


Crónicas de Atlántida - por Wilson Mesa

 
Comencé a escribir esta reseña a partir de esa frase, escuchada a una madre –joven ella- que le decía a su hija, de tres años: “No te voy a comprar una pelota de fútbol, porque no sos un varón”.
Seguramente la señora no estaba enterada de que en el año 2018 hubo un Campeonato Mundial de Fútbol Femenino Sub-17 en Uruguay, con apoyo de la FIFA.
Y que en este año (2019) se ha realizado en Francia el octavo Campeonato Mundial Femenino de mayores, en el cual una representante del arbitraje uruguayo cumplió destacada labor.
Demás está decir que esa mamá equivocó la frase. Y lo más grave puede ser que no se trate de un equívoco momentáneo sino que muestre un estereotipo sexista que le va a trasmitir a la niña desde la primera infancia.
LOS ESTEREOTIPOS CULTURALES
<<Se conoce con el nombre de estereotipo a la percepción simplificada que se tiene sobre una persona, o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades. Regularmente los estereotipos son basados en prejuicios que la sociedad establece conforme su ideología de “modelo a seguir”, de conducta, o de características físicas.
El término se usa a menudo en un sentido negativo, considerándose que los estereotipos son creencias ilógicas que limitan la creatividad y que sólo se pueden cambiar mediante el razonamiento personal sobre ese tema…>>. (RAE).
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Sin duda que todos estamos llenos de estereotipos culturales, en este caso nos referimos a uno basado en el género; pero también los hay basados en la raza, credo, ideología, aspecto físico, capacidades diferentes, etc.
Todos hemos tenido alguna vez actitudes prejuiciosas; y quien diga que nunca la tuvo es porque ha logrado evolucionar de una forma superior. Lo cual es muy encomiable.
ESTEREOTIPO DE GÉNERO

Quiero compartir -generalizando- algunos conceptos que hoy son tema de reflexión en la sociedad, con respecto a los juegos de los niños y a los juguetes que los adultos les proporcionan.
Sin duda que en esta fascinante aventura de la crianza y educación de los niños, desde las edades más tempranas, los adultos referentes tienen un papel fundamental. En lo bueno y en lo malo.
Vamos a pensar que nadie ejerce una mala influencia de manera intencional. Vamos a pensar que se trata de un estereotipo cultural que existe dentro de distintos grupos humanos, que se trasmite a través de generaciones, y cuya transformación depende de la información y de la educación.
En suma. Todo está en manos de los adultos, sean padres, abuelos, tíos, maestros, profesores, referentes sociales y grupales, amigos, etc.
También habría que incluir la influencia de prejuicios sexistas en la elección de la vestimenta de los niños, con los colores que se endilgan a uno y otro sexo casi como un decreto que viene con la cultura imperante en el grupo social. Y los roles que según su sexo los niños deben cumplir, de acuerdo al pensamiento de los mayores, claro.
Estamos en el siglo XXI. Y algunos prejuicios, como el de que “los varones no juegan con muñecas”, “ni las niñas juegan al fútbol”, parece que estarían quedando obsoletos.
Pero esta afirmación se queda en tiempo potencial, porque a diario somos testigos de actitudes de las personas mayores que nos hacen dudar de si en realidad tales cambios culturales están firmes y generalizados en la sociedad de la que formamos parte.

EL SEXISMO ¿QUÉ ES?
<<Sexismo, es una forma de prejuicio discriminatorio, basado en el género de las personas; también se refiere a las condiciones o actitudes que promueven estereotipos de roles sociales basados en las diferencias de género. El término sexismo se utiliza para referirse a la discriminación por sexo, e incluye indistintamente a hombres y mujeres. El sexismo no se aprecia sólo en prejuicios individuales, sino que se encuentra incorporado en numerosas instituciones de la sociedad…>>. ​ ​(Psicólogas Mary Crawford y Rhoda Unger).
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De acuerdo a este concepto, el entorno familiar y escolar de los pequeños puede llegar a ser, y de hecho vemos que sucede continuamente, el primer foco de actitudes sexistas en la crianza y educación de los niños.
La taza celeste para el varón, o amarilla en el mejor de los casos; y la taza rosada para la niña.
Las zapatillas rosadas, o muy llamativas para la niña. La zapatilla azul, o más bien opaca, para el varoncito.
Las niñas son “princesitas”. Los varones son “superhéroes”.
Lo mismo sucede con el color de la ropa, de la mochila, de los útiles escolares, etc., etc.
Y lo peor es que esos prejuicios de los mayores luego se manifiestan en las actitudes de los niños para con sus pares de una manera directa, desde el momento en que interactúan, ya sea en su casa o en las instituciones educativas, deportivas, culturales, etc.
Pensar que son solamente algunas personas las que promueven los estereotipos de género es ignorar gran parte de la dimensión del problema, porque hay un origen socio-cultural de estas actitudes. Las telenovelas, las revistas, la publicidad en los medios, las redes sociales, las películas, las canciones, los juguetes, la religión, las tradiciones también reproducen directa o indirectamente actitudes sexistas.

“LOS JUEGOS Y LOS JUGUETES NO TIENEN GÉNERO”
Parece una simpleza, pero no lo es. Porque si bien los juguetes no tienen género, los adultos sí lo tienen; y abundantes prejuicios también.
Si nos centramos específicamente en los juguetes que se brindan a un niño desde que es un bebé recién nacido y por el resto de su infancia, tenemos ahí un campo de interacción bien interesante.
Cuando los adultos proporcionan a los niños sólo determinados tipos de juguetes, es evidente que se los está limitando en su libertad de elección y por ende en su capacidad de expresión.
Porque en los juegos los niños desempeñan distintos roles, los cuales copian de la realidad que los rodea, y ésta es muy variada según dónde crecen y lo que ven a su alrededor.
Siendo la influencia familiar la primera que el ser humano recibe en su periplo existencial se considera que es la más importante, por el contexto en que se da y por el momento de extrema dependencia y “plasticidad” en que está el niño, o niña, desde su nacimiento.
Si un varón ve que su padre cocina, limpia el piso, cambia pañales, lava la ropa, o lava los platos, él tendrá ese ejemplo como válido y lo imitará sin ningún inconveniente.
Si por el contrario ve que su padre se sienta en un sillón a mirar la TV, mientras la madre hace todas las tareas domésticas él creerá que eso es lo correcto.
Lo mismo pasará en los juegos y en las actividades en general de varones y mujeres.
 ¿Qué tendrá que cambiar para eliminar los prejuicios sexistas?
En principio, la actitud de quienes se encargan de la formación de los niños y niñas, llámense padres, familiares, maestros, amigos, profesores y demás personas involucradas en dicho proceso. 
Y no me estoy refiriendo, sólo a los juguetes, sino a algo más profundo y extenso, como el concepto de la verdadera igualdad de derechos y deberes entre los géneros; sin machismos ni feminismos radicales.
 
“LAS MUJERES EN LA COCINA”
No debe haber frase más sexista y discriminadora que ésta, sin embargo, la mayoría de los grandes cocineros del mundo son hombres. ¿Paradoja?
Actualmente podemos encontrar mujeres conduciendo camiones, ómnibus, taxis; o pilotando aviones; o navegando como tripulantes de barcos; o siendo alumnas de academias militares; o entrenando caballos; o manejando grandes compañías; o dirigiendo centros universitarios; u obteniendo premios Nobel en Física, Química, Medicina o Literatura. 
También podemos observar cómo cada vez más mujeres llegan a puestos de poder en la política, incluso gobernando países, como Presidentas o Ministras; cargos electivos y no heredados por líneas de sucesión, como es el caso de los reinados.
Esto habla muy bien, en general, de las sociedades que han logrado tales cambios (y que bien sabemos que no son muchas).
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No debemos reducir la argumentación a solo un aspecto, como puede ser la influencia del machismo en la educación de los niños. Sí, hay que decir que las conductas machistas no son privativas del sexo masculino. De hecho existen muchas mujeres que en sus actitudes cotidianas revelan un machismo tal vez más acendrado que el de algunos hombres.
Siempre se ha dicho, además, -y con sobrada razón- que al fin y al cabo quienes criaron y educaron a los hombres machistas fueron y son, en su gran mayoría, mujeres. Ya sea las madres, las hermanas, las tías, las maestras, las profesoras y toda aquella representante del género femenino que ha tenido y tiene influencia sobre el ser humano en formación.
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Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (argentina), <<…Los fantasmas de la homosexualidad que rondan en algunos adultos, con una carga negativa en el tema y la suposición de que se podría evitar, en caso de que eso sea lo que lleva al niño, o niña, a jugar con juguetes de género "opuesto" al suyo.
El miedo a la homosexualidad está presente en los adultos, aún en los que se creen “progres”. Y son ignorantes en suponer, por ejemplo, que porque un varón juegue con muñecas será gay. Quizá lo sea, o quizá no, pero no será por los juegos que elige. ¿Y qué mejor que pueda expresar mediante el juego lo que siente?...>>.
Ruda explica:<<Los juegos van cambiando según el crecimiento y quizá en la edad escolar empiezan a identificarse más a lo que hacen los niños de su mismo sexo.
Es cierto que no les atraen los mismos juegos, sin embargo, no por eso es que son de nena, o de varón. Seguimos siendo los adultos los que seleccionamos juguetes o juegos según el género.
Los chicos tienen que jugar con los juguetes que prefieran, sin distinciones…
Hay muchos juegos que responden a procesos madurativos y tienen que ver con la edad y no con el género..>>, sintetiza.
<<Y luego de considerar que jugar con libertad y sin prejuicios es lo ideal para que todos los niños puedan incursionar en su mundo simbólico según lo que necesiten y los divierta, según la etapa en la que estén>>, Ruda finaliza: <<"Los juguetes no tienen género, los adultos tenemos prejuicios >>. (Citada por Valeria Chávez, Infobae).     
¿INTENTOS DE DOMESTICACIÓN?

Hay autores que sostienen que la intervención excesiva de los adultos en la elección de los juguetes y juegos de los niños es una “domesticación” encubierta.
Porque el juego da libertad cuando los niños realmente pueden elegir a qué y con qué jugar.
Pero si los juguetes vienen regalados por padres o familiares, a los mismos probablemente ya se les aplicó la idea estructurada que quieren imponer a los infantes, más la autocensura de sus propios estereotipos culturales al elegir los regalos.
Hemos visto que la familia y la escuela son los principales agentes socializadores, los cuales podrán contribuir a esa “domesticación” de la que hablamos o, por el contrario, ayudar a la mayor libertad de expresión de los niños.
No está claro cuál es el momento en que los niños comienzan a internalizar estereotipos sexistas, pero de seguro es cada vez a edades más tempranas, por la gran cantidad de estímulos culturales que reciben, especialmente de los medios masivos de comunicación y propaganda.
Pero como, además, generalmente ingresan a Guarderías y centros de primera infancia a una edad que oscila entre un año y dos años, ya desde ese momento están recibiendo mensajes sexistas, tal vez no de las educadoras a cargo, pero sí de otros niños, de los libros de cuentos, de los videos presuntamente “educativos”, de las canciones, etc.
Los padres, si están alertas y preparados para ello, tendrán la tarea de una intervención oportuna y decidida hacia la mejor comprensión de los roles sociales por parte de los niños y brindarles una verdadera libertad de expresión y creatividad.
                                            Wilson Mesa, julio de 2019



Fuentes de información:

Guía coeducativa de juegos y juguetes – Calameo en línea. España.

Artículo de Stephanie Galliazzi  en “El Observador” -  “Los juguetes no tienen género”

Artículo de Valeria Chávez en “Infobae” – “Los juguetes no tienen género”.



Imágenes – Todas son extraídas de internet.


Artículo publicado en la Revista CENTRO, N° 119, de agosto 2019.

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