“NO TE VOY A COMPRAR
UNA PELOTA DE FÚTBOL, PORQUE NO SOS UN VARÓN”
Crónicas de Atlántida - por Wilson
Mesa
Comencé
a escribir esta reseña a partir de esa frase, escuchada a una madre –joven
ella- que le decía a su hija, de tres años: “No te voy a comprar una pelota de
fútbol, porque no sos un varón”.
Seguramente
la señora no estaba enterada de que en el año 2018 hubo un Campeonato Mundial
de Fútbol Femenino Sub-17 en Uruguay, con apoyo de la FIFA.
Y que
en este año (2019) se ha realizado en Francia el octavo Campeonato Mundial Femenino
de mayores, en el cual una representante del arbitraje uruguayo cumplió
destacada labor.
Demás
está decir que esa mamá equivocó la frase. Y lo más grave puede ser que no se
trate de un equívoco momentáneo sino que muestre un estereotipo sexista que le va
a trasmitir a la niña desde la primera infancia.
LOS ESTEREOTIPOS
CULTURALES
<<Se
conoce con el nombre de estereotipo a la percepción
simplificada que se tiene sobre una persona, o grupo de personas que comparten
ciertas características, cualidades y habilidades. Regularmente los
estereotipos son basados en prejuicios que la sociedad establece
conforme su ideología de “modelo a seguir”, de conducta, o de características
físicas.
El
término se usa a menudo en un sentido negativo, considerándose que los
estereotipos son creencias ilógicas que limitan la creatividad y que sólo se
pueden cambiar mediante el razonamiento personal sobre ese tema…>>. (RAE).
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Sin
duda que todos estamos llenos de estereotipos culturales, en este caso
nos referimos a uno basado en el género; pero también los hay basados en la raza,
credo, ideología, aspecto físico, capacidades diferentes, etc.
Todos hemos
tenido alguna vez actitudes prejuiciosas; y quien diga que nunca la tuvo es
porque ha logrado evolucionar de una forma superior. Lo cual es muy encomiable.
ESTEREOTIPO DE GÉNERO
Quiero
compartir -generalizando- algunos conceptos que hoy son tema de reflexión en la
sociedad, con respecto a los juegos de los niños y a los juguetes que los
adultos les proporcionan.
Sin
duda que en esta fascinante aventura de la crianza y educación de los niños,
desde las edades más tempranas, los adultos referentes tienen un papel
fundamental. En lo bueno y en lo malo.
Vamos
a pensar que nadie ejerce una mala influencia de manera intencional. Vamos a
pensar que se trata de un estereotipo cultural que existe dentro de distintos
grupos humanos, que se trasmite a través de generaciones, y cuya transformación
depende de la información y de la educación.
En
suma. Todo está en manos de los adultos, sean padres, abuelos, tíos, maestros,
profesores, referentes sociales y grupales, amigos, etc.
También
habría que incluir la influencia de prejuicios sexistas en la elección de la
vestimenta de los niños, con los colores que se endilgan a uno y otro sexo casi
como un decreto que viene con la cultura imperante en el grupo social. Y los
roles que según su sexo los niños deben cumplir, de acuerdo al pensamiento de
los mayores, claro.
Estamos
en el siglo XXI. Y algunos prejuicios, como el de que “los varones no juegan
con muñecas”, “ni las niñas juegan al fútbol”, parece que estarían quedando
obsoletos.
Pero
esta afirmación se queda en tiempo potencial, porque a diario somos testigos de
actitudes de las personas mayores que nos hacen dudar de si en realidad tales
cambios culturales están firmes y generalizados en la sociedad de la que
formamos parte.
EL SEXISMO ¿QUÉ ES?
<<Sexismo, es una forma de prejuicio discriminatorio, basado en el género de las personas;
también se refiere a las condiciones o actitudes que promueven estereotipos
de roles sociales basados en las diferencias de género. El término sexismo
se utiliza para referirse a la discriminación por sexo, e incluye
indistintamente a hombres y mujeres. El sexismo no se aprecia sólo en prejuicios
individuales, sino que se encuentra incorporado en numerosas instituciones de
la sociedad…>>.
(Psicólogas Mary Crawford y Rhoda Unger).
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De
acuerdo a este concepto, el entorno familiar y escolar de los pequeños puede
llegar a ser, y de hecho vemos que sucede continuamente, el primer foco de
actitudes sexistas en la crianza y educación de los niños.
La
taza celeste para el varón, o amarilla en el mejor de los casos; y la taza
rosada para la niña.
Las
zapatillas rosadas, o muy llamativas para la niña. La zapatilla azul, o más
bien opaca, para el varoncito.
Las
niñas son “princesitas”. Los varones son “superhéroes”.
Lo
mismo sucede con el color de la ropa, de la mochila, de los útiles escolares,
etc., etc.
Y lo
peor es que esos prejuicios de los mayores luego se manifiestan en las
actitudes de los niños para con sus pares de una manera directa, desde el
momento en que interactúan, ya sea en su casa o en las instituciones educativas,
deportivas, culturales, etc.
Pensar
que son solamente algunas personas las que promueven los estereotipos de género
es ignorar gran parte de la dimensión del problema, porque hay un origen socio-cultural
de estas actitudes. Las telenovelas, las revistas, la publicidad en los medios,
las redes sociales, las películas, las canciones, los juguetes, la religión,
las tradiciones también reproducen directa o indirectamente actitudes sexistas.
“LOS JUEGOS Y LOS JUGUETES NO TIENEN
GÉNERO”
Parece
una simpleza, pero no lo es. Porque si bien los juguetes no tienen género, los
adultos sí lo tienen; y abundantes prejuicios también.
Si nos
centramos específicamente en los juguetes que se brindan a un niño desde que es
un bebé recién nacido y por el resto de su infancia, tenemos ahí un campo de
interacción bien interesante.
Cuando los
adultos proporcionan a los niños sólo determinados tipos de juguetes, es
evidente que se los está limitando en su libertad de elección y por ende en su capacidad
de expresión.
Porque en los juegos los niños desempeñan distintos
roles, los cuales copian de la realidad que los rodea, y ésta es muy variada
según dónde crecen y lo que ven a su alrededor.
Siendo
la influencia familiar la primera que el ser humano recibe en su periplo
existencial se considera que es la más importante, por el contexto en que se da
y por el momento de extrema dependencia y “plasticidad” en que está el niño, o
niña, desde su nacimiento.
Si un varón ve que su padre cocina, limpia el piso, cambia
pañales, lava la ropa, o lava los platos, él tendrá ese ejemplo como válido y
lo imitará sin ningún inconveniente.
Si por el contrario ve que su padre se sienta en un
sillón a mirar la TV, mientras la madre hace todas las tareas domésticas él
creerá que eso es lo correcto.
Lo mismo pasará en los juegos y en las actividades
en general de varones y mujeres.
¿Qué tendrá que cambiar para eliminar
los prejuicios sexistas?
En
principio, la actitud de quienes se encargan de la formación de los niños y
niñas, llámense padres, familiares, maestros, amigos, profesores y demás
personas involucradas en dicho proceso.
Y no
me estoy refiriendo, sólo a los juguetes, sino a algo más profundo y extenso,
como el concepto de la verdadera igualdad de derechos y deberes entre los
géneros; sin machismos ni feminismos radicales.
“LAS MUJERES EN LA COCINA”
No
debe haber frase más sexista y discriminadora que ésta, sin embargo, la mayoría
de los grandes cocineros del mundo son hombres. ¿Paradoja?
Actualmente
podemos encontrar mujeres conduciendo camiones, ómnibus, taxis; o pilotando
aviones; o navegando como tripulantes de barcos; o siendo alumnas de academias
militares; o entrenando caballos; o manejando grandes compañías; o dirigiendo
centros universitarios; u obteniendo premios Nobel en Física, Química, Medicina
o Literatura.
También
podemos observar cómo cada vez más mujeres llegan a puestos de poder en la
política, incluso gobernando países, como Presidentas o Ministras; cargos
electivos y no heredados por líneas de sucesión, como es el caso de los
reinados.
Esto
habla muy bien, en general, de las sociedades que han logrado tales cambios (y
que bien sabemos que no son muchas).
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No debemos
reducir la argumentación a solo un aspecto, como puede ser la influencia del
machismo en la educación de los niños. Sí, hay que decir que las conductas
machistas no son privativas del sexo masculino. De hecho existen muchas mujeres
que en sus actitudes cotidianas revelan un machismo tal vez más acendrado que el
de algunos hombres.
Siempre
se ha dicho, además, -y con sobrada razón- que al fin y al cabo quienes criaron
y educaron a los hombres machistas fueron y son, en su gran mayoría, mujeres.
Ya sea las madres, las hermanas, las tías, las maestras, las profesoras y toda
aquella representante del género femenino que ha tenido y tiene influencia
sobre el ser humano en formación.
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Para la
licenciada en Psicología Lorena Ruda (argentina), <<…Los fantasmas de la
homosexualidad que rondan en algunos adultos, con una carga negativa en el tema
y la suposición de que se podría evitar, en caso de que eso sea lo que lleva al
niño, o niña, a jugar con juguetes de género "opuesto" al suyo.
El miedo
a la homosexualidad está presente en los adultos, aún en los que se creen “progres”.
Y son ignorantes en suponer, por ejemplo, que porque un varón juegue con
muñecas será gay. Quizá lo sea, o quizá no, pero no será por los juegos que
elige. ¿Y qué mejor que pueda expresar mediante el juego lo que siente?...>>.
Ruda
explica:<<Los juegos van cambiando según el crecimiento y quizá en la
edad escolar empiezan a identificarse más a lo que hacen los niños de su mismo
sexo.
Es cierto
que no les atraen los mismos juegos, sin embargo, no por eso es que son de nena,
o de varón. Seguimos siendo los adultos los que seleccionamos juguetes o juegos
según el género.
Los
chicos tienen que jugar con los juguetes que prefieran, sin distinciones…
Hay muchos juegos que responden a procesos
madurativos y tienen que ver con la edad y
no con el género..>>, sintetiza.
<<Y
luego de considerar que jugar con libertad y sin prejuicios es lo ideal para
que todos los niños puedan incursionar en su mundo simbólico según lo que
necesiten y los divierta, según la etapa en la que estén>>, Ruda finaliza:
<<"Los juguetes no tienen género, los adultos tenemos prejuicios >>. (Citada
por Valeria Chávez, Infobae).
¿INTENTOS
DE DOMESTICACIÓN?
Hay
autores que sostienen que la intervención excesiva de los adultos en la
elección de los juguetes y juegos de los niños es una “domesticación”
encubierta.
Porque el
juego da libertad cuando los niños realmente pueden elegir a qué y con qué
jugar.
Pero si
los juguetes vienen regalados por padres o familiares, a los mismos
probablemente ya se les aplicó la idea estructurada que quieren imponer a los
infantes, más la autocensura de sus propios estereotipos culturales al elegir
los regalos.
Hemos
visto que la familia y la escuela son los principales agentes socializadores,
los cuales podrán contribuir a esa “domesticación” de la que hablamos o, por el
contrario, ayudar a la mayor libertad de expresión de los niños.
No está
claro cuál es el momento en que los niños comienzan a internalizar estereotipos
sexistas, pero de seguro es cada vez a edades más tempranas, por la gran
cantidad de estímulos culturales que reciben, especialmente de los medios
masivos de comunicación y propaganda.
Pero
como, además, generalmente ingresan a Guarderías y centros de primera infancia
a una edad que oscila entre un año y dos años, ya desde ese momento están
recibiendo mensajes sexistas, tal vez no de las educadoras a cargo, pero sí de
otros niños, de los libros de cuentos, de los videos presuntamente “educativos”,
de las canciones, etc.
Los
padres, si están alertas y preparados para ello, tendrán la tarea de una
intervención oportuna y decidida hacia la mejor comprensión de los roles
sociales por parte de los niños y brindarles una verdadera libertad de
expresión y creatividad.
Wilson Mesa, julio
de 2019
Fuentes de información:
Guía coeducativa de juegos y juguetes – Calameo en línea. España.
Artículo de Stephanie
Galliazzi en “El Observador” - “Los juguetes no tienen género”
Artículo de Valeria Chávez en “Infobae” – “Los
juguetes no tienen género”.
Imágenes – Todas son extraídas de internet.
Artículo publicado en la Revista CENTRO, N° 119, de agosto 2019.
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