29/12/18

HABÍA UNA VEZ UNA CANCHA DE GOLF

HABÍA UNA VEZ UNA CANCHA DE GOLF

                                                   Crónicas de Atlántida
                                               

En esta zona de la costa de Canelones hubo, hace 100 años, una Cancha de Golf que era de las mejores que existían en el país. Pero hoy ya no existe.

¿Cómo pudo suceder esto? Pues hay toda una historia, digna de ser conocida, acerca de esta cancha.

En el año 1918, el Ing. Juan Pedro Fabini  y su amigo el Dr. José P. Urioste, buen golfista aficionado, tuvieron la idea de hacer una cancha de golf para atraer a Atlántida visitantes de alto poder adquisitivo.

Fue la sociedad anónima “La Territorial Uruguaya”, propietaria de gran cantidad de las tierras que se habían ido forestando desde 1908, la que llevó a cabo este proyecto, construyendo una cancha de 9 hoyos en la zona que actualmente ocupan, la Colonia de vacaciones de AGADU, parte de Villa Argentina  y el barrio City Golf.
  Hay que pensar que en ese momento (1918) no existía la Ruta Interbalnearia; y la Ruta 11 era apenas “el camino de la playa”, por el cual todavía venían en carretas las familias de Pando y cercanías, a gozar de los baños en la playa de Santa Rosa. También pasaba el ferrocarril por la estación de “Las Toscas” (Estación Atlántida), trayendo viajeros desde Montevideo. Los cuales eran trasladados al Balneario en distintos medios de transporte.

LA  PRIMERA  ÉPOCA

Desde su construcción, y durante casi veinte años, el Campo de Golf estuvo a cargo de “La Territorial Uruguaya”, siendo muy utilizado por los visitantes extranjeros, así como los turistas uruguayos más adinerados. Ellos venían con sus familias a los hoteles del Balneario, o a sus propias casas de veraneo, y muchos tenían como deporte y pasatiempo el golf.

Cuando se habla de visitantes extranjeros, especialmente ingleses y alemanes, es importante aclarar que éstos, por lo general, no eran turistas que venían de Europa a veranear aquí, sino que eran gente que dirigía empresas extranjeras que tenían enormes inversiones en el Uruguay por ese entonces, entre las que se pueden mencionar: los ferrocarriles, bancos, frigoríficos, textiles, minería, aceiteras, tabacaleras, compañía telefónica, aguas corrientes, gas, tranvías, etc.
 
  MUJERES  GOLFISTAS
No solamente los hombres practicaban el deporte del golf, sino que también lo hacían muchas mujeres. Y de hecho se sabe que la más famosa golfista uruguaya de todos los tiempos, Fay Crocker (1914–1983), iba muy a menudo a jugar en los links de Atlántida, ya que su familia venía de veraneo y ella en lugar de ir a la playa como los demás integrantes de la familia, se pasaba las tardes enteras jugando al golf en lo que por entonces se llamaba el “Sport Club Atlántida”. Esta golfista ganó muchos torneos internacionales y hasta llegó a ganar el Torneo Abierto de Estados Unidos, en el año 1955.
 
 El “Sport Club” de la primera época tenía como “club house” (casa de los socios del club) una cabaña de troncos, al estilo canadiense, y techada con paja. Servía como bar, vestuario y para guardar los palos de golf. Allí los jugadores se reunían, se tomaban sus tragos y confraternizaban. Seguramente harían algunos negocios también.
Fabini y Urioste habían pensado el proyecto del Campo de Golf como un club social y deportivo del cual había que ser socio, por supuesto. Y estaba en sus planes finales, -que no pudieron concretar ellos pero sí lo hizo Natalio Michelizzi, años después-, el agregar más instalaciones y canchas para practicar otros deportes, especialmente el tenis.
 
LA  SEGUNDA  ÉPOCA
 Con la llegada de Natalio Michelizzi al Balneario, (1936), sucedió que este empresario italiano comenzó a “cambiar la cara” de Atlántida, la que pasó de ser “la playa de los doctores” a ser un lugar turístico de nivel internacional.
Para no abundar en detalles ya conocidos de lo que fue la obra de Michelizzi, digamos solamente que al comprar los terrenos libres de construcciones que tenía “La Territorial” también compró el Campo de Golf. Lo agrandó hasta los 18 hoyos y le hizo construir un nuevo “club house”, obra que llevó a cabo Juan Torres, el legendario constructor de El Águila.
Después se le siguieron agregando más construcciones y canchas de otros deportes.
 
Para tener una idea de lo que era el Campo de Golf en el año 1952, leamos un fragmento de la crónica publicada en la revista “Hogar y Decoración” de ese año:
<< Desarrollado dentro de un predio de 70 hectáreas, cosechando las ventajas que ofrecen los desniveles naturales del terreno en la zona de los barrancos, ha sido ubicado este magnífico "Campo de Juegos" -primera etapa de una "Villa de Deportes"- que una vez terminado será uno de los más completos del continente, y en el que se darán cita todos los deportes de mayor y menor jerarquía.
Agrupa  en la actualidad un núcleo de asociados que disfrutan durante todo el año de los links de Golf con 18 hoyos, diez canchas de Tenis, fields de Basketball, Volleyball, frontón de pelota y en un futuro cercano, piscina de medidas olímpicas, pabellón para niños, cancha de Polo y curso de agua navegable de un kilómetro y medio de longitud.
Certámenes mundiales han sido ya realizados y desde sus instalaciones se deleitan sus socios, no solamente con la contemplación de sus juegos, sino también, con los bellos panoramas que pueden disfrutar desde ellos…>>. (Revista “Hogar y Decoración”, 1952).
 
EL DESGUACE FINAL
 En el libro “Cuentos de viento y de mar - Historias de Atlántida”, de Rosario Infantozzi, aparece una entrevista a Enrique Fabini, sobrino del ideólogo de Atlántida, el cual da su versión, bastante subjetiva, de cómo terminó la historia del Campo de Golf.
Entre otras cosas, Enrique Fabini dice: <<….Venían muchísimos extranjeros, porque no todas las canchas de golf del mundo tienen dieciocho hoyos. Argentinos a montones, pero también matrimonios ingleses y alemanes. Algunos tenían sus propias casas, otros se alojaban en los hoteles del balneario. El Hotel Mercedes, de Gabriel Liberati (maitre del Hotel Atlántida durante muchos años), parecía una sucursal del Imperio Británico……>>. << …En el Golf trabajaban unas diez o doce personas todo el año para mantener las canchas en buen estado. Antes de Michelizzi, todos los hoteles colaboraban con” La Territorial” para mantener este presupuesto, pero cuando el italiano compró, dejaron de hacerlo. El pobre, entonces, quiso hacer un arreglo con el Golf de Punta Carretas, pero lo embromaron. La maquinaria vieja ya no daba más y él no podía comprar maquinaria nueva. No hay que olvidarse que había que regar día y noche dieciocho “greens” en 57 hectáreas. El Golf de Punta Carretas le mandó una máquina pero no se la prestó, a cambio de eso ellos se cobraban las entradas. La verdad es que nadie lo ayudó. Lo dejaron solo. Pasó el tiempo... Michelizzi  murió y Marcela Benincampi empezó a lotear esos terrenos. Le vendió a Roberto Scarabino una parte para hacer el Barrio Español; otra porción se convirtió en el City Golf, un aparcelamiento que se encuentra detrás de Villa Argentina; la última parte la compró A.G.A.D.U. para su Colonia de Vacaciones... j Un crimen!...Cuando me enteré que Marcela pensaba lotear y vender, me puse en contacto con la directiva del Club de Golf de Montevideo, para ver si ellos tenían interés en seguir ocupándose, para que esta maravilla no se perdiera. Estuvieron a punto de aceptar pero... se echaron atrás. La otra alternativa hubiera sido que el Campo de Golf, tal cual era, quedara en manos de la Intendencia de Canelones, o de la Comisión Nacional de Turismo, pero... desguazarlo como lo desguazaron... eso no se hace. ¡Un   crimen!... no me cansaré nunca de repetirlo... i fue un crimen!......>>. (Libro de Rosario Infantozzi). 

LOS “CADDIES” DE ATLÁNTIDA
Hoy día todavía quedan en el Balneario algunos viejos habitantes que tienen como anécdota gloriosa el haberse desempeñado como “caddies” en el Campo de Golf. Esta palabra inglesa designa a los cargadores de los palos de golf de los jugadores, que van tras ellos caminando por todo el campo. (Actualmente el traslado se hace en carritos especiales con motor, que también conducen los “caddies”).
Cuentan que, en aquella época, venían los golfistas al campo y aparecía un montón de muchachitos ansiosos de ser “contratados” por el día, se ganaban unos pocos centésimos, pero para ellos era una pequeña fortuna.
Y parece que también hacían un dinerito extra vendiéndoles a los jugadores las pelotas de golf perdidas en partidos anteriores y que ellos rescataban.
   Para el final dejo una anécdota que escuchamos de boca de uno de aquellos muchachitos –el Chelo Ferrares, hoy ya fallecido- quien en una entrevista hecha en el año 2011, nos contaba que lo que más les gustaba a muchos de los jugadores extranjeros era llegar al “Hoyo 10”, pues así era como llamaban jocosamente al bar que estaba en el “club house”.
-Me voy al “Hoyo 10” -exclamaban, dando por finalizado el juego y entregándole al “caddie” de turno las monedas que se había ganado ese día.               
                                                                  Wilson Mesa 


Fuentes de Información _


Libro “Atlántida, Historia, Imágenes y Personalidades, a cien años de su creación”, de Federico Bonsignore.

Libro “Cuentos de viento y de mar – Historias de Atlántida”, de Rosario Infantozzi.
Libro “Atlántida, una historia de 100 años en 100 fotos”, de Mireya Bracco y Omar Porta.
Libro “Atlántida Centenaria - Guía Turística, Histórica y Cultural”, de Arinda González Bo.

Imágenes – Extraídas de algunos de los libros mencionados.

Artículo publicado en la Revista CENTRO, N° 111, de diciembre de 2018.

UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO

  Cine  Atlántida - Inaugurado en 1955     UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO                                         ...