LA MUJER DE MARZO - JUANA DE IBARBOUROU
El día 8 de marzo se celebra el “Día Internacional de la Mujer”; pero fíjense ustedes que, por una curiosa coincidencia, es también el aniversario de nacimiento de una gran mujer uruguaya, la poeta Juana de Ibarbourou.
De modo que se me ocurrió unir en esta crónica ambas
cosas; o dicho de otra manera, celebrar el “Día de la Mujer” recordando a alguien
que puso muy en alto la figura femenina, en una época en que eso era muy
difícil por varias razones, a saber : el hecho de haber nacido en una
ciudad del interior; el hecho de
pertenecer a una familia tradicional melense; y, sobre todo, por la gran
prevalencia de una cultura machista en la cual la mujer estaba totalmente
subordinada a la opinión del hombre, que era su proveedor, su “protector” y su
dueño absoluto.
Juana de Ibarbourou logró zafar -a través de su obra
literaria-, de ese cerco limitador y esparcir a los cuatro vientos una poesía
cargada de libertad, de erotismo y de mucha belleza también. Esa belleza que
fue elogiada y admirada por escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Federico
García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Horacio Quiroga, Juan Zorrilla de San Martín,
y otros hombres -y nombres- importantes de la literatura universal. Y también
de mujeres tan guerreras como la argentina Alfonsina Storni, o la chilena
Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura del año 1945.
Si bien algunos biógrafos de Juana de Ibarbourou consignan
que durante su existencia sufrió violencia doméstica por parte de familiares
directos (esposo e hijo), desde otro punto de vista podría decirse que fue una
mujer emancipada, que enalteció el género femenino y le dio esperanzas a otras
mujeres de que un horizonte mejor podía haber más allá de esa predominancia
machista y de dominio patriarcal en la sociedad uruguaya de la época.
***
Ha pasado más de un siglo desde que nacieran una
Delmira Agustini, o una Juana de Ibarbourou, y sin embargo aún hoy se está en
procura de la conquista de más derechos para las mujeres. Porque si bien el rol
de la mujer ha cambiado mucho en nuestra sociedad y en el mundo, todavía hay
desigualdades culturales y laborales, todavía hay prejuicios de género y -sobre
todo- aún persiste esa idea de que la mujer es una “pertenencia” del hombre y
que él puede disponer de ella y de su vida a su antojo.
Estamos hablando de la violencia de género y de los
feminicidios, que hoy día se denuncian públicamente y se conocen; pero que
antes eran callados, escondidos y hasta justificados, porque eran “asuntos
pasionales”, y su resultado una “deshonra” para las familias involucradas.
JUANA
de IBARBOUROU – Breve biografía
Su nombre real era Juana Fernández Morales, nacida en la ciudad de Melo, departamento de Cerro Largo, el día 8 de marzo
de 1892. Actualmente la casa natal es un museo, en el que se
procura mantener viva su memoria y su obra. Según la documentación del Registro Civil, Juana nació en 1892, aunque ella, por coquetería, declaraba
haber nacido en 1895.
Como nombre “artístico” adoptó el de Juana de Ibarbourou, tomando el apellido
de su marido, el capitán del ejército Lucas Ibarbourou, con quien se casó a los
veinte años de edad.
El
padre, Vicente Fernández, era gallego, nacido en Lourenzá
(Lugo). La madre, Valentina Morales, pertenecía a una de las familias de raíz
española más antiguas del Uruguay. Como dato anecdótico digamos que el
padrino de bautismo de “Juanita” fue el caudillo nacionalista Aparicio Saravia.
Ella
ha escrito que tuvo una infancia sumamente feliz, de la que conservaba los más
hermosos recuerdos. Sin embargo jamás quiso regresar a Melo, el lugar donde
nació, porque prefirió guardarlo en su memoria intacto, tal cual era en esos últimos
años del siglo XIX.
Sus
primeros escritos los publicó en diarios de su pueblo natal. Hasta que logró
ver publicado el primer libro de poemas “Las Lenguas de Diamante”, cuando
corría el año 1919. De ese libro, tal vez el de mayor carga erótica de toda su
obra, le mandó un ejemplar por correo a don Miguel de Unamuno -que era por ese
entonces Rector de la Universidad de Salamanca-, acompañado de una carta y dos
ejemplares más para entregar a Juan Ramón Jiménez y a Antonio Machado. Lejos de
rechazar este gesto de una desconocida joven uruguaya que se atrevía a
escribirle y darle encargos, Unamuno respondió su carta y le comunicó que había
leído su libro “primero con desconfianza y después con interés”. Juan R.
Jiménez llegó incluso a visitarla en Montevideo en 1948.
A
esa “ópera prima” le siguieron “El Cántaro Fresco” (1920) y “Raíz
Salvaje” (1922), los que confirmaron a la uruguaya como una de las principales
voces en la literatura en español del momento. Su obra tuvo repercusión
internacional y fue traducida en varios idiomas. Al comienzo sus poemas se encuadraron
dentro del movimiento modernista, <<exhibiendo una tonalidad de carácter
vital y optimista, con un léxico y una forma que conjuga con naturalidad la
sensorialidad modernista con un lenguaje sencillo, lleno de frescura y
sensualidad. Con posterioridad su poesía cambió, abordando temáticas como el
desamparo, la soledad, el tiempo y la muerte>>, dice uno de sus críticos.
Juana
de Ibarbourou publicó más de treinta libros, la mayoría de los cuales fueron
colecciones de poesía, aunque escribió también en prosa, memorias de su
infancia, como “Chico Carlo” (1944).
Su gran
popularidad la hizo merecedora del título honorífico de <<Juana de
América>>, el cual se le otorgó en un acto oficial, realizado en
el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, el 10 de agosto de 1929,
el cual fue promovido por poetas ya consagrados, como Juan Zorrilla de San
Martín y el mexicano Alfonso Reyes, entre otros grandes de América.
HONORES
y MEMORIA
Título
de <<Juana de América>>, en 1929.
En 1937 se le otorga la Orden del Cóndor de
los Andes, de Bolivia.
El 3 de octubre de 1947 fue designada
para ocupar un sillón en la Academia Nacional de Letras del Uruguay.
En 1950 fue elegida para presidir
la Sociedad Uruguaya de Escritores.
En 1955 fue premiada por su obra,
en el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid.
En 1959 se le concedió el Gran
Premio Nacional de Literatura, otorgado ese año por primera vez.
Al morir,
el 15 de julio de 1979, fue velada en el mismo Salón de los Pasos Perdidos en
que fue nombrada «Juana de América». El gobierno del
momento dispuso un día de duelo nacional y fue
enterrada con honores de Ministro de Estado, siendo la primera mujer en la historia del país a la que se le otorgó tal distinción.
Actualmente
el nombre de Juana de Ibarbourou está presente en calles, museos, plazas, escuelas,
liceos, bibliotecas y monumentos de Uruguay, y de otros países de América.
Pero, por
sobre todo, está presente en la memoria del pueblo uruguayo, que no la olvida,
y sigue recitando de memoria poemas que aprendió en la escuela primaria, como
“La Higuera”, o “El vendedor de naranjas”.
Y luego otros textos que se estudiaron en los
programas liceales, como este que dejamos aquí para recuerdo y homenaje a una gran mujer, en el “Día Internacional de
la Mujer”.
LA HORA
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.
Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.
Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
**
Wilson
Mesa, marzo 2018
Fuentes de información _
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ibarbourou.htm
https://www.escritores.org › Biografías
Libro – “Al encuentro de las Tres
Marías”, de Diego Fischer.
**
Imágenes – Extraídas de Internet.
Artículo publicado en la Revista CENTRO, del Centro Comercial, Industrial y de Fomento de Atlántida -N° 102, del mes de marzo 2018
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