12/1/19

- PETRONA ARGÜELLO _ La primera habitante de Atlántida -


PETRONA   ARGÜELLO _ La primera habitante de Atlántida
Crónicas de Atlántida _ por Wilson Mesa

Petrona Argüello según la imaginó el artista plástico Dr. Néstor Recoba

 Hubo una señora, llamada Petrona Argüello, que debería ser recordada como la primera habitante permanente de Atlántida, y  por ende darle el merecido reconocimiento de ser una de sus vecinas fundadoras. Sin desmedro de recordar también a otros personajes, tal como ya se ha hecho. Y sin olvidar a los verdaderos dueños de la tierra, los aborígenes, desplazados de sus dominios por los “conquistadores” primero y por los criollos después.     

  Sin embargo, muchísima gente jamás oyó hablar de Petrona Argüello. Y otra tanta gente sí supo de su existencia, pero la ignoró deliberadamente ¿Por qué razón?

Tal vez por un doble motivo: porque era MUJER y porque era NEGRA. Y no voy a decir afrodescendiente, porque también hay africanos de piel blanca, y no debe verse ningún sesgo despectivo en mencionar su pertenencia a la raza negra.

Petrona era mujer y era negra. Y seguramente estaba muy orgullosa de ser ambas cosas.


Lo cierto es que a fines del siglo XIX, cuando aquí solo había arenales, pajonales, cañaditas rumorosas corriendo hacia el mar y barrancas costeras cortadas por profundos zanjones, ella supo tener -en esas soledades- su ranchito precario que daba el anca a las sudestadas.

Cuentan los que la conocieron que vivía sola; cuentan que de vez en cuando un hombre a caballo la visitaba trayéndole alguna mercadería necesaria para subsistir, lo cual probablemente era enviado por el propietario de los campos que llegaban hasta la costa de la Ensenada de Santa Rosa, Don Albino J. Olmos.

 O sea que Petrona Argüello venía a ser como una “puestera” de estancia, marcando presencia en un lugar que  era privado y tenía dueño.


Ella afirmaba ser oriunda de Durazno; decía haber servido (no sabemos si como esclava, o dama de compañía, o ambas cosas) en la casa de María Cayetana Leguizamón, apodada “La Guayreña”. Esta fue una mujer muy conocida en su época, muy cercana a  “Don Frutos” Rivera, de quien la leyenda afirma que era una de sus amantes. La última casa de “La Guayreña” es actualmente un museo de la ciudad de Durazno.

Lo que importa en relación a esta crónica, es que en ese tiempo las esclavas “de adentro” eran entrenadas por sus “amas” para servir en todas las tareas del hogar: lavar ropa, hacer las camas, limpiar la casa, ordeñar vacas, amasar, hacer confituras caseras y comidas varias.

Esos conocimientos adquiridos en su infancia y adolescencia le sirvieron mucho después a Petrona Argüello para ofrecer a los visitantes del verano, algunos servicios básicos en materia de alimentos.

Cuando allá por el año 1880, comenzaron a venir gentes de Pando, y de otras zonas más próximas, a pasar largas estadías en los tórridos veranos, ya se la encontraron, instalada en su ranchito de la costa. Siempre servicial, siempre buena vecina; con historias que contar para quien la quisiera oír. Contaba de su origen duraznense, de las hazañas de Fructuoso Rivera y hablaba de la batalla de “Cagancha” (diciembre, 1839) tal como si hubiera estado allí, o hubiese escuchado los detalles del combate de boca de un protagonista del mismo.


Las familias de Pando que participaban de estos “campamentos de baños”, eran los Barnech, Pirelli, Giribaldi, Conti, Chilinchabide, Piovene, Pichuaga, Etcheverry, Gorostiaga, Usabiaga, Acebedo, Pernas, Albino Olmos, José Oliva, Luis Antonio Gutiérrez, Pedro Laferrere, Ambrosio Fernández, Remigio Ayala, Francisco Ciocca, etc. (Zinola, pág. 78).

Algunas de estas mismas familias provenientes de Pando, cuando el naciente balneario se loteó en solares (desde 1912, en adelante), construyeron aquí sus “casas de veraneo”, los Barnech, Molinari, Pratto, Uslenghi, Zinola, etc.


Más o menos lo mismo le contaba Doña Marcelina Pirelli, una de las últimas supervivientes de los famosos “Campamentos de baños en la playa de Santa Rosa”, al señor Roberto Alberti, vecino de Pando. Ella agregaba dos datos que no están en el libro de Zinola y que resultan interesantes: Uno de ellos es que a Petrona no le gustaba bañarse con los veraneantes de Pando y lo hacía de nochecita, en un lugar alejado y solitario. El otro dato es que, según Doña Marcelina, Petrona tenía una vaca con la que proveía de leche a los acampantes que la necesitaran.

Cómo y por qué, Petrona Argüello, se trasladó desde las márgenes del río Yí hasta la costa del Río de la Plata, no lo podremos saber nunca. Cuándo fue que se afincó en estas tierras también es imposible saberlo. Pero podemos imaginar las tremendas soledades que habrá transcurrido esta mujer durante el tiempo en que la playa y el agua tibia no eran un atractivo para que otras gentes vinieran por aquí. Sin duda debió ser una persona de gran temple, capaz de valerse sola en las circunstancias más extremas.


Otro autor de referencia para quien quiera adentrarse en la historia de Atlántida, Juan Manuel Gutiérrez Laplace, en su libro “Atlántida, un sueño que surgió desde las olas”, hace la siguiente –y única- mención a la existencia de Petrona Argüello: “Al parecer, la única residente efectiva de la comarca costera era una negra vieja llamada Petrona Argüello”. (Gutiérrez, pág. 20).


Todo ello permite suponer que ya era una mujer de edad avanzada cuando la conocieron los visitantes del verano, (alrededor del 1880).
 

El rancho de Petrona Argüello, según lo imaginó la artista plástica Maestra Arinda González Bo 
¿DÓNDE ESTABA UBICADO EL RANCHO DE PETRONA?


Elio Zinola, entre otras cosas, relata, textualmente, lo siguiente: “… A la hora del baño –dos veces al día- mientras las señoras se hallaban en la costa, le estaba vedado al otro sexo bajar a la playa so pena de ser severamente reconvenido por don Ambrosio que no toleraba infracciones a la reglamentación que, previa una meticulosa deliberación de una comisión mixta, se redactaba antes del comienzo de la temporada veraniega…“

“Después que ellas retornaban del refrigerio salino y que la mirada avizora e inquisitiva de don Ambrosio comprobaba que ninguna dama había quedado rezagada en la playa, recién entonces, se permitía el turno a los hombres…” “En toda la vasta extensión de la playa Santa Rosa no se vislumbraba otra vivienda que el destartalado rancho de la servicial morena Petrona Argüello, oriunda de Durazno que se hallaba emplazado donde actualmente se levanta el edificio del “Planeta” de Atlántida..…”. (Zinola, pág.76 - 78).  


Sin embargo, en cuanto a la ubicación exacta de la vivienda de Petrona Argüello, nos encontramos con una versión diferente que aparece en una entrevista de Rosario Infantozzi a Enrique Fabini, (sobrino de Juan P. Fabini), publicada en el libro “Cuentos de viento y de mar_ Historias de Atlántida”.

En dicha entrevista, Enrique Fabini, cuenta que allá por 1912…….:“Cuando se empezaron a construir las casas, hubo que derrumbar los ranchos de los pescadores y también el del Tito López, el carnicero. Algunos de esos ranchos, sin embargo, quedaron, arrimados a las barrancas para no estropear la estética del paisaje. Entre los que quedaron estaba el de la Piedra Lisa, donde vivía una negra famosa y  el de Luis Arbolilla, el pescador. Su mujer María, era renombrada por sus exquisitas tortas fritas. Ese rancho de Arbolilla quedaba del otro lado de la barranca, frente al lugar donde, años más tarde, se construiría el Hotel Planeta. Allí también se construyó unos años después un enorme galpón para guardar los automóviles, que no podían atravesar el profundo barranco para pasar al otro lado. Nosotros pasábamos a pie, por un puentecito colgante de madera y cables que atravesaba el abismo. En el rancho de Arbolilla nació el primer “ciudadano” de Atlántida, el nieto de María Arbolilla, quien más adelante fue albañil……”. (Infantozzi, pág.55).


Este último relato nos está indicando que, cuando comenzaron a llegar las familias de “los doctores”, (1911-12), todavía vivía en su ranchito de la costa Petrona Argüello, pero no en el lugar que marca Zinola en su libro, sino del otro lado del zanjón, más exactamente donde hoy está el Parador “Piedra Lisa”.

Y también existían otros ranchos, como el de los pescadores de Soca; el de Tito López, el carnicero; y el de Luis Arbolilla (es probable que fuera Arboleya el apellido correcto), también pescador.   (Los subrayados corren por mi cuenta).

¿ CUÁNTOS  AÑOS  VIVIÓ  PETRONA  ARGÚELLO ?


Saquen la cuenta los lectores de cuántos años habrá vivido, aproximadamente, Petrona; si había sido su “ama” “La Guayreña”, (que murió en 1852 ya con 82 años); y si en 1912 todavía vivía en las barrancas de la Ensenada de Santa Rosa. Más de cien años posiblemente.


La manera de referirse a ella con expresiones tales como: “una negra vieja”, “la servicial morena” o “una negra famosa”, tal vez nos estén hablando de una manera distinta de considerar a esta  hija de esclavos africanos y, probablemente, esclava ella misma. (Recordemos que la esclavitud se abolió por ley en el Uruguay recién en 1842). La cual, sin embargo, ha  logrado que su nombre aparezca porfiadamente una  y otra vez, indisolublemente unido al nacimiento de una ciudad. Y eso no lo consigue cualquiera.

Sirva esta crónica de recuerdo, y homenaje, a  la primera habitante permanente de Atlántida. Doña Petrona Argüello.

                       ***                             Wilson Mesa, junio de 2017


Fuentes :

Olga Píriz _ Libro “Cien años cerca del mar_ Mujeres del Centenario”.

Entrevista a Roberto Alberti, realizada en el año 2011, por Olga Píriz y Arinda González Bo.

Elio Zinola _ Libro “Historia de Pando”.

Arinda González Bo _ Libro “Atlántida Centenaria _ Guía Turística, Histórica y Cultural”.

Juan Manuel Gutiérrez Laplace _ Libro “Atlántida, un sueño que surgió desde las olas”.

Rosario Infantozzi  _ Libro “Cuentos de viento y de mar_ Historias de Atlántida”.


Imágenes _ “Petrona Argüello”, acuarela, del Dr. Néstor Recoba
“Rancho de Petrona”, composición fotográfica digital, de Arinda González Bo.

Artículo publicado en la Revista CENTRO, N° 94, de julio 2017.    

UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO

  Cine  Atlántida - Inaugurado en 1955     UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO                                         ...