ATLÁNTIDA DE LOS
“AÑOS DORADOS”
Apuntes para completar una
historia
Fue,
tal vez, la mejor época de Atlántida como “estación de baños”. Los años en que
los primeros hoteles: el Atlántida Hotel, de “los doctores” (1913);
el Mercedes Hotel, de la calle 11
(1923); el Hotel Rex, en la playa
Brava (1938); el Planeta Hotel (1937),
con su anexo, el Golf Palace (1941),
recibían un turismo nacional e internacional de primer nivel.
Pero es importante establecer que esos visitantes convivían con un entorno completamente natural y hasta salvaje, se podría decir. Al comienzo había muy pocas viviendas particulares. Unas -las más llamativas- estaban sobre la rambla de la playa Mansa; otras diseminadas en las primeras manzanas diagramadas desde el año 1911 en adelante. Se dice que la casa denominada El Chingolo fue la primera de las que se construyeron fuera de la rambla; era de la familia Percovich y estaba en la calle 1 esquina calle 10; esa casa fue demolida y se construyó una nueva en el mismo predio.
Pero es importante establecer que esos visitantes convivían con un entorno completamente natural y hasta salvaje, se podría decir. Al comienzo había muy pocas viviendas particulares. Unas -las más llamativas- estaban sobre la rambla de la playa Mansa; otras diseminadas en las primeras manzanas diagramadas desde el año 1911 en adelante. Se dice que la casa denominada El Chingolo fue la primera de las que se construyeron fuera de la rambla; era de la familia Percovich y estaba en la calle 1 esquina calle 10; esa casa fue demolida y se construyó una nueva en el mismo predio.
Entrada la década del 30, lo que
predominaba entre las calles que se habían abierto era el monte, monte espeso
de pinos y eucaliptos. Muy poca gente vivía aquí todo el año. El auge de
actividad se daba en los meses de verano. Era un turismo de hoteles, porque no había
comenzado aún la costumbre de alquilar casas para vacacionar.
Para dar una idea de las
características del entorno natural que se podía disfrutar en los primeros años,
se puede mencionar que los alumnos de la Escuela Pública
146, que concurrían a la misma desde que fue fundada en 1941, tenían como patio
de recreo un monte entero en el cual se perdían de la vista de su única maestra,
que los llamaba con la campanilla cuando quería que entraran a clase. El primer
edificio escolar fue una construcción de material con techo de paja, donado por
Roger Balet, quien después también donó el actual construido en el mismo lugar,
sobre la calle 14.
Todo era monte alrededor, o arenal blanco en los lugares donde no había árboles.
Ir de paseo desde “el centro” a la Piedra
Lisa, era toda una aventura que podía llevar un día
entero. En el trayecto había arenales, médanos, montecitos, anchos zanjones.
Ni qué decir que otra gran aventura que podía intentarse por los veraneantes de la época, era ir hacia El Águila (1948); pasando por “la Bajada Vieja” -con cruce de cañadas incluido- y llegando a las “barrancas del chocolate”, como le llamaban a las barrancas estratificadas que rodeaban y protegían a la construcción que Natalio Michelizzi había mandado hacer en el jardín de la casa llamada El Barranco (1942), la que era apenas una “casa de campo” para el empresario italiano.
Al comienzo había muy pocas calles
trazadas. La calle 11 era –sin duda- la más transitada por ser la continuación,
en ese entonces, del llamado “Camino de la playa”, que era aquel por donde se
venía desde Pando, pasando por la estación de ferrocarril, o sea la ruta 11.
¿Nunca se han preguntado por qué la calle 11 conservó ese número, estando ubicada entre la calle 1 y la calle 3? Pues bien, la calle 11 (denominada después “Dr. Alfredo Crisci”), que primero fue de arena y pinocha apisonada y después de tosca, era como la arteria central por donde fluía la vida del naciente balneario.
¿Nunca se han preguntado por qué la calle 11 conservó ese número, estando ubicada entre la calle 1 y la calle 3? Pues bien, la calle 11 (denominada después “Dr. Alfredo Crisci”), que primero fue de arena y pinocha apisonada y después de tosca, era como la arteria central por donde fluía la vida del naciente balneario.
Al
llegar a la esquina con la calle 22 estaba el Mercedes Hotel (todavía quedan restos del edificio original), fundado
por Gabriel Liberatti en el año 1923.
Y este hotel pagaba un servicio de riego de dos o tres cuadras sobre la calle 11, con una carreta tirada por bueyes que llevaba encima un tanque con regadores. Esto para que los señores ingleses y alemanes, que eran pasajeros del hotel y se sentaban en la anchísima vereda del mismo, con sus trajes elegantes, pudieran disfrutar tranquilos del aire marítimo sin verse importunados por la arena o el polvo que hacían volar los vehículos de todo tipo que pasaban por allí.
Y este hotel pagaba un servicio de riego de dos o tres cuadras sobre la calle 11, con una carreta tirada por bueyes que llevaba encima un tanque con regadores. Esto para que los señores ingleses y alemanes, que eran pasajeros del hotel y se sentaban en la anchísima vereda del mismo, con sus trajes elegantes, pudieran disfrutar tranquilos del aire marítimo sin verse importunados por la arena o el polvo que hacían volar los vehículos de todo tipo que pasaban por allí.
Muchas
veces se veían vestimentas de golfistas, ya que uno de los pasatiempos
preferidos de los turistas extranjeros era la de jugar al golf, en la cancha de
dieciocho hoyos ubicada en los terrenos que ahora ocupan –en parte- la colonia
de vacaciones de AGADU y el barrio City
Golf.
Algunos testigos de esa época cuentan
que Atlántida parecía una sucursal del Imperio Británico. Puede ser una
exageración, pero en todo caso esto nos sirve para aquilatar el nivel de
visitantes que tenía esta zona. Aclaremos que esos no eran turistas que venían
de Europa a veranear aquí –salvo excepciones-, eran gente que en ese entonces
regenteaba las empresas extranjeras que tenían enormes inversiones en el país,
entre las que se podían mencionar:
el ferrocarril, bancos, agua corriente, gas, teléfonos, tranvías, frigoríficos,
textiles, minería, etc.
También sobre la calle 11 estaban: el Hotelito Extremadura, una especie de pensión que también era provisión
y servía comidas, en la esquina con la avenida Circunvalación; más adelante el Almacén de Manducho (López), que vendía
absolutamente de todo, tipo pulpería de campaña, ubicado en un zanjón donde
ahora está La Petrolera. Y más
allá, sobre la misma calle 11, estaba el Almacén
de Sánchez que repartía a domicilio y vendía muchos productos importados,
tenía por delante un gran monte de pinos, lugar donde están hoy el edificio Portofino y la plaza Artigas.
Volviendo al Mercedes Hotel, tenía enfrente una plaza de juegos para niños con
una fuente en el medio. Al lado de ese predio -por la calle 22-, vivía Guillén,
el propietario de “El Látigo”, primer vehículo de transporte de pasajeros entre
Atlántida y Montevideo, pasando por Pando, ya que la ruta Interbalnearia no
existía. Frente a la casa de Guillén estaba -y está aún- una de las casas de la
familia Molinari.
Hasta mediados de la década del 30, las primeras familias de la calle 22 y los turistas del Mercedes bajaban a la playa por esta calle y luego por un caminito dentro del monte, de por lo menos dos cuadras, que había que atravesar para llegar al agua.
Pero sucedió un día que parte de ese monte se cortó para construir el Planeta Hotel, que tuvo gran lujo en su decoración y mozos vestidos de marineros. Cuentan los memoriosos que en la bajada desde este hotel hacia la playa había jardines con hortensias y césped plantado y regado artificialmente, tarea de don Vicente Vizcaíno.
Varios
años después apareció el anexo, llamado Golf
Palace Hotel, con todos sus jardines, con laguitos, cascada y grandes
canteros de hortensias puestas en terracitas, adornando un zanjón gigantesco. Más
tarde surgió el casino, y una “boite” que funcionaba en el sitio llamado Las Cuevas (detrás y abajo del Casino).
En pocos meses, como de la nada, surgían estas construcciones. Conviene recordar, al respecto, que toda la fuerza de trabajo para la construcción y para los servicios provenía de la Estación Las Toscas (después llamada Estación Atlántida), población que llegó a ser muy próspera y tuvo siempre muchos más habitantes permanentes que la costa. Esta situación comenzó a revertirse lentamente después que el tren de pasajeros dejó de circular (1 de enero de 1988).
Como
anécdota, recordemos que a partir de los años 40 había dos construcciones directamente
en la playa, una llamada “El Hongo” y la otra un restaurante llamado “El Pacú”,
que eran extensiones del Planeta, con
el tiempo ambos fueron devorados por el mar. Eso, entre otras cosas, es prueba
de todo lo que ha avanzado el agua, o dicho de otro modo, todo lo que se ha
perdido de arena de la playa desde
aquellos tiempos hasta ahora.
¿Y los boteros? Había varios boteros que vigilaban a los nadadores que se iban mar adentro, uno de los más recordados fue Lindolfo de Armas. Y había carperos que brindaban sus servicios a los turistas de los distintos hoteles. Los vecinos de más edad recuerdan también las balsas que había dentro del agua, una de las cuales tenía un trampolín…
**
¿Cuánto
duraron estos “años dorados”? Podría decirse que desde 1911 hasta fines de la
década del 50. Después empezó un lento descenso en el flujo de visitantes de
largo veraneo y mucho poder adquisitivo, (el Golf Palace Hotel -fusionado con el Planeta-, cerró definitivamente
en 1958; el Atlántida Hotel, el más
antiguo, se mantuvo abierto hasta el año 1960).
Esta decadencia turística parece coincidir
con la extensión de la ruta Interbalnearia hacia el este y el consiguiente
florecimiento de otros balnearios; con el cierre de fronteras de la Argentina de Perón; con la
muerte de Michelizzi en 1953, etc.
Pero
esto, en verdad, puede ser tema para
otras historias.
Wilson Mesa, febrero de 2013
(Balsa con trampolín en la Playa Mansa de Atlántida en 1935_ Foto de la Flia. Álvarez-Passeyro)
Fuentes de información _ Entrevistas a
personas que son lúcidos referentes, llenos de memoria.
Libro_“Atlántida Centenaria_Guía
Turística, Histórica y Cultural”, de Arinda González Bo_Año 2011.
Libro_“Atlántida _Historia,
imágenes y personalidades, a cien años de su creación”“, de Federico
Bonsignore
Caro_Año 2011.
Libro_“Atlántida_ Una
historia de 100 años en 100 fotos”, de Omar Porta y Mireya Bracc _Año 2011.
Artículo publicado en la revista del CCIFA (Centro Comercial, Industrial y Fomento de Atlántida)_marzo/2013
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