11/2/20

UNA VISITA A LA VIUDA DEL DIABLO


UNA VISITA A LA VIUDA DEL DIABLO

En los primeros días de enero de este año, estando en el Chuy, con mi esposa, resolvimos ir a Punta del Diablo. Pero no a la parte más concurrida por los veraneantes, que es la zona de los pescadores y el pueblito de casas amontonadas, casi sobre el agua. No. Nosotros queríamos ir a conocer la “Playa de la Viuda”, y especialmente poder llegar hasta el faro.
Es una zona bastante alejada del centro del popular balneario rochense. El cual, por otra parte, está muy de moda en los últimos años y ha tenido un “boom” de la construcción, como en ninguna otra parte de la costa uruguaya, salvo Punta del Este, quizás.
Pues bien, ayudados por el querido “Google Maps” y algunas indicaciones de gente local, fuimos recorriendo en auto las últimas calles transitables hacia el sur, buscando un lugar para dejar el vehículo y seguir a pie.
En ese lugar, en lo que es propiamente la “Playa de la Viuda” también hay construcciones nuevas, algunas muy “mansionescas”, pero tienen la característica de estar alejadas del agua. O sea que no hay rambla digamos, y entre la última calle paralela al mar y el borde del agua hay un gran espacio, con médanos de arena finísima que se mueve según los caprichos del viento. Y para atravesar el cual hay que andar un buen trecho.
Como llegamos casi al mediodía, la peor hora para caminar por los médanos bajo el rayo del sol y sin ninguna sombra alrededor, cuando llegamos al agua fue un revivir total.
Pero ahí no terminaba la aventura, porque había que seguir caminando por el borde del mar hasta poder llegar al lugar donde estaba lo que era nuestro objetivo: el Faro de la Viuda de Punta del Diablo.
 
ALGUNOS DATOS PREVIOS

Punta del Diablo es un pueblo costero ubicado en el km 298 de la Ruta 9, en el departamento de Rocha, a 45 km de la frontera con Brasil.
Se encuentra en la zona de La Angostura, una lengua de tierra que queda entre el Océano Atlántico y la Laguna Negra, donde también está el Parque Nacional de Santa Teresa.
Las playas de Punta del Diablo ocupan alrededor de 10 km de costa, siendo la “Playa de los Pescadores” la más familiar, y que se caracteriza por los botes de pesca artesanal. 
La “Playa de la Viuda”, ubicada al sur y la “Playa de Rivero” al norte son propicias para la práctica de surf, mientras que la “Playa Grande” (más alejada hacia el norte), separa a Punta del Diablo de Santa Teresa.
Lo que nació como un pueblito de pescadores del cazón, que habían hecho sus viviendas al borde del mar, ahora es una especie de Babel constructiva, cuyas calles serpean entre casitas precarias de madera y otras nuevas mucho más sólidas y ambiciosas.
Callecitas muy estrechas de tosca apisonada que suben y bajan siguiendo las sinuosidades del terreno y, donde los vehículos –muchos vehículos- circulan lentamente, en una mano, porque no es posible de otra manera.
Enorme cantidad de jóvenes lo visitan en el verano. Y mucha gente ha invertido en hotelitos, posadas, restaurantes, bares, casas de veraneo, etc.
Todo esto le da una vida increíble al balneario. No es un lugar bucólico digamos.
Podríamos decir que Punta del Diablo es algo cosmopolita, medio “salvaje”, y muy poblado al mismo tiempo. Pero poblado de una manera caótica, sin un ordenamiento planificado. Y tal vez por eso es tan atractivo para los turistas. 
Ultima calle antes de la playa de La Viuda
   
Arenal, entre la ùltima calle y el agua 
LA PLAYA DE LA VIUDA
 Es obvio que el nombre de la tan mentada “Playa de la Viuda” deriva de un sucedido –real o ficticio- que se ha convertido en leyenda y ha pasado de boca en boca a través del tiempo, entre los lugareños y entre los rochenses todos.
Y como a mí me apasionan las leyendas misteriosas, quise saber lo más posible sobre el tema.
Pero en internet no hay muchos datos. Y la gente de allí es más bien reticente a hablar del asunto. 
No me queda claro si es por desconocimiento, por temor, falta de curiosidad, o por todo eso al mismo tiempo.
 LA CASA DE LA VIUDA
 Para quienes no conocen, van a ver en las fotos que acompañan este texto, una casa grande, de techo rojo, que tiene al lado un faro. La rodean rocas muy grandes, formando como un semicírculo natural de protección, el cual es necesario atravesar si se quiere llegar al faro. Y no es muy fácil caminar por esas rocas sin tener algún resbalón, con las consecuencias imaginables.
 
Habíamos observado mientras nos acercábamos por la playa, que mientras en la zona de los pescadores había gran cantidad de gente en la arena, con sus sombrillas y sillitas al borde del agua y entre los botes, en esta zona, cercana al faro, había una sola sombrilla solitaria con una familia debajo.
Pensamos que tal vez no era zona de baños, o que a la mayoría no le gustaba caminar mucho entre los arenales.
Ahora que lo pienso, me parece que algo tiene que ver el nombre del lugar, la leyenda y esa combinación de “viuda y diablo” que hace cosquillear algunos espíritus cuando andan por ahí.
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Una mujer joven venía con dos niños en sentido contrario al nuestro y al enfrentarnos le pregunté: -Señora ¿sabe si se puede llegar al faro por aquí? -le señalé el roquedal que ya se veía próximo.
Ella, muy amable, se detuvo para contestar: -Miren, yo nunca fui hasta el faro, hay gente que veo que va, sobre todo jóvenes -aclaró, y sentí que evaluaba mentalmente nuestras edades como para encarar esa aventura final.
Ella agregó: -Creo que no van a poder subir al faro, porque está cerrado siempre.
Nos despedimos agradeciéndole la información. (Sentimos que nos daba un crédito extra si pensaba que, después de atravesar las rocas todavía podíamos intentar subir a un faro).
Después nos dimos cuenta, que la buena señora, que veraneaba allí siempre, según nos dijo, no sabía nada del tal faro, ni de la viuda, ni del diablo; porque como van a ver en las fotos, el faro es una farola, bajita, sin escaleras, ni puertas ni nada. Ahí no se puede entrar ni subir de ningún modo.
Eso sí, está acompañado por una gran construcción, que no parece muy antigua, y que tiene un jardín muy cuidado. Toda la casa tiene aspecto de estar muy bien mantenida. Aunque no vimos ninguna persona en el entorno.
 
Yo tenía el preconcepto –viéndolas siempre de lejos o en fotos- de que esas eran dependencias de la Armada Nacional, como sucede en todos los faros del país; pero por lo que vimos, y averiguamos, “la casa de la Viuda” es una propiedad privada y parecería que el faro también lo es.
 

  
  
 
  
 
 
“DE ESO NO SE HABLA” - LA LEYENDA
Aquì voy a transcribir un relato que encontrè en la web y que resulta bastante revelador:
<<… “Sabemos lo que todo el mundo sabe”, es la respuesta más común cuando algún curioso pregunta a los pobladores de Punta del Diablo acerca de la famosa “Casa de la Viuda”, esa mansión de techo rojo que vemos entre las rocas, junto a un pequeño faro.
Después de tomarse unos segundos, algunos se animan a revelar un poco más sobre la leyenda y comienzan diciendo –aunque tímidamente, como sin querer molestarla– que allí vivió en los años 50 una mujer argentina, viuda de un hombre muy rico.
La historia de esta viuda es uno de los enigmas que dan identidad al pueblo, y que aún guarda algunos rincones oscuros…
Nadie sabe con exactitud cómo la Viuda llegó a ese lugar en una época en el que el balneario era prácticamente desconocido - ni siquiera aparecía en el mapa- y tenía pocos habitantes. 
También es un misterio cómo se logró construir semejante casa (además del faro) en el medio de la nada, ni qué pasó con la mujer después.
La leyenda tiene un gran vacío, porque, de repente, la casa pasó a manos de unos europeos, pero nadie tiene claro si la viuda vendió la casa o se murió. Lo cierto es que ella ya no vive en esa mansión desde hace 40 años o más, pero todo el que cuenta la historia de la casa, se refiere a la “Casa de la Viuda”. Dicen que ahora viven allí unos franceses, o unos belgas, o unos alemanes…>>.
 
 Interpretaciòn digital - pàgina web de Casas en el este.
 
¿QUIÈN ERA LA MISTERIOSA VIUDA?
<< Con la historia bastante delineada, nos propusimos averiguar algo más: quién era la tan citada viuda. Nos contaron que llegó a Uruguay disparando de la Revolución Libertadora, la dictadura argentina que derrocó al presidente Juan Domingo Perón (1955).
María Gebrán se llamaba, y su esposo era el Sr. Verdín.
A Punta del Diablo llegó ya viuda y con sus hijas. Era rica, algunos dicen que porque en Argentina era dueña de una cadena de farmacias, y otros dicen que porque de su esposo heredó una empresa conocida como “La Franco Argentina Seguros”.
Lo que hoy se conoce como la “Casa de la Viuda” fue el casco de una de sus estancias, porque también tenía campos en la zona, por el Camino del Indio y por la ruta 14. Los lugareños que la vieron llegar cuentan que la plata la traía escondida, por ejemplo, en las cubiertas del auto. Cada tanto llegaban camiones de mudanza, y la viuda contrataba gente del balneario para descargarlos.
Según la leyenda, la viuda de Verdín consiguió instalarse allí tras un acuerdo con el gobierno uruguayo, por el cual debía construir y mantener el faro que hoy conocemos como “el Faro de la Viuda”. Sin embargo, esto no puede ser cierto, porque cuando María de Verdín llegó con sus hijas a ese lugar, la casa ya estaba construida.
 La Viuda no fue la primera dueña
¿La Viuda construyó la casa?  La respuesta nos llega a través de Lirio Rocha, que llegó en 1940 a Punta del Diablo cuando tenía 16 años, y sigue allí hoy, a los 90. En aquel entonces la casa en cuestión ya existía, y su dueño era Emiliano Cuadrado, un hombre rico de Castillos.
Lo que no recuerda Lirio es si, al lado de la casa, el faro ya estaba construido o no. La casa sí, e incluso puede no haber sido construida por Cuadrado.
Esto descarta el hecho de que la viuda de Verdín haya llegado a un acuerdo con el gobierno uruguayo para construir su casa ahí.
Lo que sí puede ser verdad es que la mujer argentina haya ofrecido hacerse cargo de construir –o mantener, en el caso de que ya estuviese construido – el faro que se encuentra al lado de la casa, a cambio de que la casa no fuese demolida, ya que se encontraba en una zona donde no se permitía construir…>>.

LA FAMILIA STIBERLING
<<…“Sé que hay gente en la casa porque veo movimiento, pero no sé quiénes son”, cuenta “Rayito” una mujer que nació y vive en Punta del Diablo. 
Por mantener la leyenda viva, por guardar el secreto, por miedo o por desconocimiento, la mayoría de los que viven en Punta del Diablo dicen poco y nada de los dueños actuales de la estancia. Incluso, para algunos, la leyenda es leyenda porque allí vivió un ser enigmático, la Viuda, y hoy, "nadie sabe" quién vive allí.
La realidad es que la viuda no fue la última dueña. Hacia los años 70 le vendió la estancia a una familia belga, de apellido Stiberling.
Desde que estos europeos se alojaron en la “Casa de la Viuda”, los que conocen la zona la destacan por dos particularidades. La primera es que en el predio de la casa hay una pista de aterrizaje, porque los Stiberling usaban avionetas como medio de transporte, y hay quienes una vez vieron que una avioneta se estrelló. La segunda es que no les gustaba que la gente ingresara a su predio. Sucedía que el faro funcionaba como atractivo para turistas que se acercaban a contemplarlo, sin saber que estaban en una propiedad privada. Generalmente, se encontraban con un cuidador que estaba armado, y según los lugareños, no tenía problemas en disparar, aunque nunca lastimó a nadie.
La casa por dentro
<< Marcelo, nieto de Lirio Rocha, es uno de los pocos privilegiados que visitó la casa, porque su padre conocía al cuidador. Le pedían permiso para ir a pescar desde las rocas, y un día, el cuidador los invitó a visitar la casa. Tenía 10 o 12 años y lo que más le llamó la atención fue el sótano, lleno de vinos. Entre las rocas se encontraban las bombas que llenaban una piscina con agua del océano.
Además, Marcelo recuerda ver en la estancia a "un hombre flaco, alto, que siempre andaba de casco blanco”. Ese fue el último de los Stiberling originales, quien falleció en la estancia atropellado por un camión. Sus herederos serían los actuales dueños de la estancia.
 
¿Dónde está la Viuda?
En Punta del Diablo, “lo que todo el mundo sabe”, es, más bien, poco. Casi nadie conoce a los dueños actuales, y a la Viuda, luego de que vendió la casa, nunca nadie más la vio. Dicen que murió hace pocos años, pero su legado quedó en el faro, en la playa y en la casa, porque la leyenda se transmite de generación en generación y para muchos, la “Casa de la Viuda” sigue guardando un misterioso secreto.>>. https://www.casaseneleste.com/blog/la-leyenda-de-la-casa-de-la-viuda.html
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 <<…La construcción de la descomunal mansión se llevó a cabo cuando Punta del Diablo aún no figuraba en los mapas y ni siquiera existían caminos para transportar todos los materiales requeridos.
Solo viejos pescadores de grandes tiburones habitaban un sitio que resultaba inhóspito y hostil para los humanos.
Sin embargo ahí está esa mansión que posee un faro propio y una pista de aterrizaje privada…>>.
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EL FINAL DE LA AVENTURA

Una vez que con Arinda recorrimos todo lo que se podía visitar alrededor de la Casa de la Viuda y su faro, comenzamos el regreso caminando por la playa y comentando las singularidades del lugar.
De pronto el cielo se oscureció como anuncio de que se venía una tormenta y se vieron algunos relámpagos en el mar. Así que tratamos de llegar al auto lo antes posible. 
La tormenta había empezado como de atrás de la Casa de la Viuda y avanzaba hacia la zona más poblada. Nosotros estábamos en el medio. Cruzamos los médanos a toda velocidad. Se nos había ido de golpe todo el cansancio de la caminata del día. Llegamos al vehículo. Nos cambiamos la ropa mojada y nos dirigimos al pueblo buscando un lugar para comer.
 
Pero el agua había empezado a caer torrencialmente. Las calles soltaban una greda amarillenta y parecían irse derritiendo rumbo a las zonas más bajas. Aparecían zanjones con agua desbordada por todos lados.
Era poco lo que se veía debido a que la escobilla no daba abasto en limpiar el parabrisas.
Toda la gente que estaba en la playa corría a refugiarse de la lluvia donde podía.
Había que avanzar con mucho cuidado para no chocar otros vehículos, o atropellar peatones.
Nos olvidamos de la comida. Tratamos de buscar alguna calle de salida e irnos de allí lo antes posible.
 
Lo más curioso -y extraño- del suceso fue que, apenas llegamos a la ruta 9, la lluvia cesó de golpe y cuando pasábamos frente a Santa Teresa había aparecido el sol de nuevo.
¿Una lluvia de verano quizás? ¿O la Viuda del Diablo se molestó con nuestra visita y nos sacó vendiendo boletines?
Nunca lo sabremos. Pero la aventura valió la pena. 
                                                                         
 
                           Fotografìa extraida de Internet                                                                         
                                                  Wilson Mesa, enero 2020
Imàgenes - Las fotografìas son todas nuestras; salvo 2, que estàn identificadas.

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