28/9/16

GUYUNUSA _ Pequeña historia de una mujer charrúa _ Artículo



GUYUNUSA _ Pequeña historia de una mujer charrúa 

En estos días se cumplen años del nacimiento de una mujer charrúa -muy nombrada-, pero poco conocida en su peripecia humana. Guyunusa. Quisiera contarles, brevemente, lo que he recopilado sobre su historia personal.
En principio, lo que casi todos aprendimos, desde la escuela, se refiere a que así se llamaba la mujer charrúa que fue llevada a París, junto con Vaimaca Perú, Senaqué y Tacuabé, en el año 1833. Los cuatro indígenas habían sido “cedidos” por el Estado uruguayo al francés François De Curel, para exhibirlos en la capital francesa como curiosidades del nuevo mundo.

¿Cómo llegó Guyunusa a integrar ese “selecto grupo” de charrúas expatriados?

Hay aspectos de su vida que son muy interesantes. Por ejemplo está probado documentalmente que nació el 28 de setiembre de 1806 y que fue bautizada en la jurisdicción de la Parroquia de Paysandú, con el nombre cristiano de María Micaela, el 26 de julio de 1807, o sea casi diez meses después de nacer.




Documentos históricos
En la actualidad, tanto la partida de bautismo de Tacuabé, como la de Guyunusa, verdaderos documentos históricos de nuestra nación, son guardadas con el celo que corresponde en los archivos de la Basílica Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo, en Paysandú.

Llegar a encontrar el documento de bautismo de Tacuabé ha sido más fácil que encontrar el de Guyunusa, según los investigadores. La dificultad radicaba en que la partida de bautismo de Guyunusa no figuraba con ese nombre, sino con los nombres cristianos de María Micaela.
El primer historiador que la halló fue Eugenio Petit Muñoz y la presentó en un libro sobre “La vivienda Charrúa”, que data de 1950.
El registro de bautismo dice: “En veinte y seis de julio de mil ochocientos siete (con mi licencia) el R.P.P. Fr. Ignacio Maestre, bautizó solemnemente a una niña, que nació el veinte y ocho de septiembre del año pasado, a quien puso por nombre María Micaela, hija natural de María Rosa, india charrúa: fueron padrinos Manuel Medina y Victoria Cambyaé, a quienes se les advirtieron de sus obligaciones. Doy fe. Silverio Antonio Martínez”.
María Micaela era el nombre cristiano de Guyunusa. Según Petit Muñoz, sería rarísimo que, entre los pocos indios charrúas que llegaron a ser bautizados, hubiese dos Micaela. Este autor agrega que: “la excepcionalidad del bautismo de un charrúa, se ve confirmada en el caso de Paysandú, parroquia que era la única de la zona final de habitación de los charrúas en nuestro país y en la que, desde 1805 (fecha en que se inician sus libros) hasta el presente, no aparece otra niña charrúa bautizada”.
“Teniendo en cuenta que no fue bautizada por el párroco, Antonio Silverio Martínez, sino por su teniente, el P. Fr. Ignacio Maestre, es posible suponer que este último lo hizo en una recorrida por montes y lugares alejados, buscando “niños infieles” que bautizar.”
En la obra del francés Paul Rivet, ”Les Derniers Charruas”, Montevideo, 1930, sobre los charrúas llevados a Francia, se cita al Dr. Tanchou, quien expresa que “Guyunusa vivía en su país en las orillas del río Negro”.  Según la partida de defunción de la mujer charrúa, ésta habría nacido a orillas del río Uruguay. Y por aquellos años, todo eso era Paysandú. “La coincidencia es total”, sostiene Petit Muñoz.

¿Eran sanduceros Tacuabé y Guyunusa? Si nos atenemos literalmente al documento existente, es lógico afirmar que sí. Pero cabe recordar, además, que en 1806 el departamento de Paysandú abarcaba lo que actualmente son los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Tacuarembó, Rivera, Río Negro, parte de Cerro Largo y de Brasil inclusive.
                                                             *****
El año de nacimiento de Guyunusa (1806) fue el de las Invasiones Inglesas. Por ese entonces José Artigas era un soldado del ejército español (Cuerpo de Blandengues) y como tal participó en la defensa. Muchos charrúas se aliaron con los criollos y hasta bautizaron a sus hijos, levantando sus ranchos en los pueblos bajo la protección de Artigas. Así hizo por entonces la india charrúa María Rosa, con su hijita, María Micaela Guyunusa.
Guyunusa nació pues en un pueblo de indios del litoral oriental del río Uruguay.
Ya con cinco años de edad, Guyunusa, acompañó a los suyos en la escolta del “Éxodo del Pueblo Oriental”. Vivió los años esperanzadores de Purificación. Después de 1820, cuando Artigas se retiró al Paraguay, su gente debió ocultarse otra vez. Ella vivió en los montes, en la resistencia cimarrona contra el portugués; y ya jovencita de 19 años apoyó -como muchos de los charrúas- la gesta de los “Treinta y Tres Orientales”.
Su primer hijo nació en los tiempos de las batallas de Sarandí e Ituzaingó.
Después, el Estado Oriental organizado en 1830, que debió darles a los charrúas un lugar de respeto, los persiguió cruelmente. Así fue que durante el año siguiente a la matanza de Salsipuedes (11 de abril de 1831), Bernabé Rivera se dedicó a continuar con el etnocidio del pueblo charrúa.
 El hijo de Guyunusa fue separado violentamente de su madre en los repartos de niños charrúas posteriores a las emboscadas de Salsipuedes, Paso del Queguay y la estancia de Bonifacio.
La propia Guyunusa fue entregada al director del Colegio Oriental de Montevideo, el francés François De Curel, quien iba a viajar a Francia y consideraba que el contacto directo con sobrevivientes de una raza próxima a su extinción despertaría el interés del público y los científicos franceses. Así fue que solicitó al gobierno uruguayo autorizaran el traslado de “Guyendita” y tres indígenas más a París.

La mujer charrúa tenía 26 años y estaba embarazada de dos meses cuando partió el barco rumbo a Francia el 25 de febrero de 1833. El grupo estaba integrado también por el cacique Vaimaca Pirú (o Perú) y el chamán Senacua (o Senaqué), y el joven guerrero Laureano Tacuabé (o Tacuavé) Martínez. En el envío se incluían también un par de ñandúes, considerados por De Curel tan exóticos como los indígenas.
Según los datos que Paul Rivet consignó, De Curel zarpó el 25 de febrero de 1833 del puerto de Montevideo con sus “cuatro indios” en el bergantín Phaéton, con destino al puerto de Saint-Malo. Estos iban inscritos en el buque, bajo los nombres de “Peru”, “Laureano”, “Senaqué” y “Micaëla Jougousa”, El barco llegó a Francia el 7 de mayo.
 
 


Al llegar a París, De Curel editó un folleto para anunciar su llegada y presentación al público, que decía:
“Estos indígenas formaban parte de una quincena de prisioneros conducidos a Montevideo en junio de 1832. El Presidente de la República Oriental del Uruguay me permitió traer cuatro de ellos a Europa, elegidos por ser los que presentaban mayor interés según los informes fisiológicos.”
El 8 de junio de 1833 fueron examinados por primera vez, por los miembros de la Academia de Ciencias de París. Guyunusa fue descrita con la cabeza elevada en forma prominente, con un tatuaje en la frente de tres rayas azules, menos habilidosa para el juego que Tacuabé y más indolente, con modo de hablar dulce. En el informe también figura que sabía cantar y se acompañaba tocando “una especie de violín”.
“Michaela, muy bonita para una Charrúa, no tiene otra particularidad física de notar que los rasgos de un tatuaje que lleva sobre la frente y sobre la nariz....y se limita a tres rayas azules que se extienden verticalmente sobre la frente, desde la raíz del cabello hasta la punta de la nariz.”_ Le National. Francia, 1833.

Fueron instalados bajo una toldería y expuestos a la curiosidad pública en la casa situada en el número 19 de la calle Chaussée-d’Antin en el IX Distrito de París. Se cobraban 5 francos para poder verlos y poco tiempo después la entrada fue rebajada a 2 francos debido a la poca asistencia del público.
Senaqué había viajado herido de lanza en el vientre, las malas condiciones del viaje empeoraron su situación y falleció el 26 de junio. El trato despótico y humillante que les proporcionaba De Curel comenzó a ser rechazado por la sociedad francesa, que se apiadó de ellos y comenzaron las gestiones legales para liberarlos.
Vaimaca Perú ayunó y guardó profundo silencio en señal de duelo por la muerte de Senaqué. Fueron trasladados a un nuevo local de exhibición donde estarían en mejores condiciones, allí Vaimaca falleció dos días después de llegar, el 13 de setiembre de 1833. Los médicos franceses diagnosticaron “muerte por melancolía”.
Guyunusa ya estaba al término de su embarazo y pocos días después de la muerte de Vaimaca, el 20 de setiembre, dio a luz a una niña a la que –según algunos autores- ella llamaba Micaela Igualdad.
La niña probablemente fuera hija de Vaimaca Perú, pero fue Tacuabé quien asumió el rol paterno, asistiéndola durante el parto y cuidando de ambas.
En ese momento, las duras críticas por parte de la opinión pública francesa, hicieron que la Justicia determinara que los sobrevivientes fueran retornados a su país natal. Ante esta decisión De Curel los pasó a la clandestinidad, cambiando sus nombres a Laurent Tacoubé, Michella Jougousa Gununusa y su hija Caroline Tacoubé, y huyó a su ciudad natal, Lyon, donde los vendió al dueño de un circo con la condición de que los sacara de Francia.
Se emitió una orden de arresto sobre De Curel, pero nunca se lo pudo encontrar.
Dice José Joaquín Figueira, destacado investigador uruguayo sobre los charrúas llevados a Francia, “que después de la muerte de Vaimaca y Senaqué en París, Tacuabé, Guyunusa y la hija de ésta, nacida en París el 20 de setiembre de 1833, fueron conducidos a Lyon al año siguiente, 1834, probablemente porque quienes los tutelaban estaban siendo perseguidos por la policía a raíz de una denuncia de M. Auguste de Saint Hilaire, debido, más que nada a las condiciones muy poco higiénicas, y sobre todo al inhumano trato que se les estaba dando a estos indios”.
También habrían cambiado el nombre de Tacuabé por el de Jean Soulassol, a quien se presentaba como “maravilloso por su fuerza maxilar y su fuerza india”, lo que también coincide con la inscripción en el Hotel Dieu, de Lyon, del “saltimbanqui” Laureano Tacuabé.
De allí la deducción de que Jean Soulassol era Tacuabé, a quien se llamaba así para evitar la persecución policial sobre quienes lo explotaban.
Según Figueira, días antes de la muerte de Guyunusa, el nombre de Jean Soulassol fue desplazado, y el mismo día que fallece, fue quitado de cartelera. A su vez, el circo desaparece de Lyon cuando a fines de julio de 1834 se descubre que los charrúas están en esa ciudad, no obstante haber anunciado que estaría por dos meses más allí presentando sus funciones.
Esto ha llevado a pensar que simplemente Tacuabé se fue con el circo, lo que invalidaría versiones sobre su muerte, o la tan mentada fuga con la niña de Guyunusa (que sería hija de Vaimaca Perú) después de la muerte de la mujer charrúa. Luego de este episodio se perdió el rastro de Tacuabé.


El 22 de julio de 1834 Guyunusa es llevada al Hospital de Lyon, con un grave cuadro de tuberculosis pulmonar. En el hospital le afeitaron el cabello, pusieron dos tubos en su nariz para permitirle respirar y le hicieron un vaciado de yeso para conservar el registro de su estructura craneana. El molde de la cabeza de Guyunusa se conserva en el Museo del Hombre, de París.
Falleció pocas horas después, según consta en su acta de defunción en los archivos de los Hospices Civils de la ciudad de Lyon. Tenía 27 años de edad y hacía un año y cinco meses que se la habían llevado de su tierra natal. Sus restos fueron depositados en un osario común para fallecidos por enfermedades contagiosas.
En una reciente investigación se comprobó que Caroline Tacoubé de un año de edad, falleció el 29 de agosto de 1834 en Lyon. No existen registros de Laureano Tacuabé, Laurent Tacoubé, ni Jean Soulassol, después de la muerte de Guyunusa. (Autor Wilson Mesa).




Fuentes de información _
José Joaquín Figueira, Antropólogo, autor de varias monografías sobre los últimos charrúas en París

Gonzalo Abella _Artículo ”Homenaje a la mujer charrúa”

Eduardo Picerno, libro “El genocidio de la población charrúa”

Revista “Quinto Día”, del diario El Telégrafo.de Paysandú
Ilustración _ “Retrato de Guyunusa”, de Silvana Silveira.   
Y recorte del “Monumento a los últimos charrúas”, ubicado en el Prado de la ciudad de Montevideo, se inauguró en 1938. Sus autores fueron los uruguayos Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich. Está realizado en bronce, sobre una base de granito rosado. En él se pueden ver representados a los cuatro indígenas con sus vestimentas características, rodeando un fogón. Senaqué, sentado, sostiene un mate en la mano derecha. El cacique Vaimaca se encuentra de pie, y más atrás puede verse a Guyunusa, con un niño en su falda. Delante de ella, en el otro extremo del grupo, está Tacuabé.

Artículo publicado en la Revista CENTRO, del CCIFA, N° 74, 2015

No hay comentarios:

UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO

  Cine  Atlántida - Inaugurado en 1955     UN HOMBRE EN LA COMUNIDAD: EL LEGADO DE JORGE CASARETTO                                         ...