24/2/20

VISITANDO LA CALERA DE LAS HUÈRFANAS



LA CALERA DE LAS HUÉRFANAS

Miren qué curioso! Sucede que yo, al igual que muchos uruguayos, he oído siempre mencionar a la Calera de las Huérfanas como “un lugar en el que estuvo Artigas alguna vez”.
Y además hay una pintura de Diógenes Hecquet, muy conocida, que refuerza esta idea, porque precisamente muestra a nuestro héroe en ese sitio.
Pero, por lo que he leído, parece que no es tan seguro que Don José haya entrado a la Banda Oriental por la Calera de las Huérfanas, cruzando el río Uruguay desde Entre Ríos.
En un reciente viaje al departamento de Colonia, con Arinda, se nos ocurrió visitar el lugar que está a unos 80 km de la capital y a 15 km de Carmelo.
 ARTIGAS EN LA CALERA
Les aseguro que vale la pena ir hasta allí, porque es un lugar “mágico”, y no solo por el hecho de que tal vez Artigas haya estado allí, sino porque guarda una historia muy anterior en el tiempo, ya que son ruinas guaraníticas, o jesuíticas, las únicas que existen en Uruguay.
Buscando en libros de Historia, algún párrafo que indique con certeza que el Gral. Artigas en alguna ocasión estuvo allí, encontré lo siguiente: 
<<… el Capitán Artigas abandonó las filas españolas en febrero de 1811, cruzando el río Uruguay rumbo a Buenos Aires, en compañía de Rafael Ortiguera, Teniente de su misma Compañía, para ofrecer su espada a la patria.
Su concurso, que Mariano Moreno ya había señalado como valioso, se aceptó por la Junta Revolucionaria el día 15 de febrero cuando acudió a presentarse, y Artigas tuvo el encargo de preparar, desde la fronteriza provincia de Entre Ríos, el levantamiento de la Banda Oriental, utilizando al efecto sus relaciones y su prestigio en la tierra nativa y los hilos que virtualmente estaban tendidos.

<< Los primeros pronunciamientos tuvieron por teatro el pueblo de Belén, en el Alto Uruguay, y la costa del arroyo Asencio, Soriano, y a su preparación no era ajeno Artigas.
La hora esperada parecía haber sonado y con los auxilios que proporcionó la Junta, la cual lo había promovido a Teniente Coronel efectivo por decreto de 9 de marzo de 1811, arribó a su provincia al mes justamente de tener el mando, el 9 de abril de 1811, (esta es la fecha que se maneja como la del momento que Artigas se unió a los revolucionarios) a fin de tomar intervención personal en la guerra, trayendo a sus inmediatas órdenes ciento cincuenta plazas del Batallón de Patricios.
Aceptado generalmente como verdad que el desembarco se haya producido por el actual departamento de Colonia, en la Calera de las Huérfanas, hay pareceres muy respetables que consideran que la ruta de Artigas debió ser, saliendo de Entre Ríos, camino que lo llevó al campamento de la capilla de Mercedes de Soriano, lugar donde asentaban las fuerzas patriotas...>>. (La Biblioteca Artiguista).
 LA ESTANCIA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÈN

Al irme interiorizando de más datos históricos sobre la Calera de las Huérfanas me encontré con que en sus orígenes era el casco de la "estancia de Nuestra Señora de Belén", " estancia del Río de la Vacas", "estancia de la calera de Las Vacas" o "estancia de Las Vacas", manejada por los jesuitas a partir de 1741.
 
De más de cuarenta y dos leguas cuadradas de superficie (140.000 hás. aproximadamente), tenía como límites el arroyo San Juan, el arroyo de las Vacas, el río Uruguay y el cerro de Las Armas.
Su casco principal se ubicó a orillas del arroyo Juan González, a unos 16 km. de la actual ciudad de Carmelo. El mismo estaba integrado por una Capilla dedicada a la Virgen de Belén, habitaciones, patios, herrería, panadería, jabonería, telar, carpintería, tahona, hornos de ladrillos y tejas y dos hornos de cal. Estos últimos abastecían a Buenos Aires, Colonia y Montevideo.

Además contaba con “ranchos” para las familias de los negros esclavos y para los indios peones.
Asimismo existía un huerto con gran variedad de frutales y legumbres entre las que destacan 1.500 cepas de vid, siendo éste el lugar de introducción de dicho cultivo en el Uruguay. Con cierta diferencia de escala, la estructura de su casco era muy similar a la de los pueblos misioneros.
La población de la estancia se estima en aproximadamente 250 personas, compuesta por indios conchabados, criollos y negros esclavos, estos últimos eran la mayoría.
Cabe preguntarse por qué los jesuitas, cuyo objetivo principal fue la evangelización y habían reaccionado fuertemente contra todo tipo de esclavización indígena, tenían tantos esclavos negros en sus estancias.
Según las fuentes históricas, esta fue una tradición con la cual los primeros grupos de jesuitas no se sintieron a gusto, y fue uno de los aspectos que se suscitaron en contra de la explotación de “fincas rústicas”. Sin embargo, la posesión de esclavos fue aceptada, con la advertencia de que se diera una atención especial a sus necesidades espirituales.

Durante el período de ocupación jesuítico la estancia sólo contó con dos padres: primero el Padre Alonso Fernández y luego el Padre Agustín Rodríguez, quienes dirigieron todas las actividades allí desarrolladas (producción de cal, ladrillos, tejas, construcción de la iglesia y demás edificaciones, producción ganadera y agrícola, funcionamiento de los talleres), sin descuidar las actividades propiamente religiosas.

¿Por qué aparecen en ese lugar “Los Padres”, como llamaban los indìgenas a los Jesuitas?
 
La presencia jesuítica en el Río de la Plata dejó su huella más notoria en las Misiones establecidas en lo que hoy es territorio brasileño, argentino y paraguayo.
Durante casi dos siglos (XVII-XVIII) los jesuitas catequizaron y “civilizaron” un enorme grupo de indígenas, fundando sobre las márgenes de los ríos Uruguay, Paraguay y Paraná, treinta y dos poblados que aglutinaron a unos 160.000 aborígenes guaraníes.
Para lograr la autosuficiencia del sistema misionero, los jesuitas establecieron una compleja red productiva a la que integraron "estancias".
En éstas, la ganadería era sólo uno de los segmentos productivos, acompañada de una agricultura intensiva, explotación minera y desarrollo industrial con miras al autoabastecimiento y al intercambio.
Es en este contexto que surgen las dos estancias principales que los jesuitas fundaron en lo que actualmente es territorio uruguayo: la estancia “Del Río de Las Vacas” o “De Nuestra Señora de Belén” (conocida hoy como Calera de las Huérfanas), fundada en 1741-42.
 
Y la estancia de “Nuestra Señora de los Desamparados”, entre el río Santa Lucía y el Río de la Plata.
Los jesuitas solicitaron primariamente a la Corona las tierras de Belén con el objetivo de producir cal, aunque la superficie otorgada excedía holgadamente ese cometido original. La Estancia de Belén se constituyó así en el segundo emprendimiento minero de nuestro territorio (el primero fue en la vecina estancia de Narbona).
 
Fotografìas de los Hornos de cal - Extraìdas de Internet.
Dos hornos de cal (cuyas ruinas se conservan hoy día), funcionaban en las proximidades del casco. La cal era uno de los elementos principales para la construcción, lo que la convertía en un importante rubro comercial.
En el año 1767 el Rey Carlos III de Borbón expulsa a los jesuitas de todos sus dominios en América, y la estancia pasa a depender de la “Junta de Temporalidades” de Buenos Aires, quien encarga su dirección a Don Juan de San Martín (padre del prócer argentino). Durante la permanencia de Juan de San Martín en la estancia, contrae matrimonio y ahí nacen 3 hermanos del Gral. José de San Martín.
En 1777 el establecimiento es puesto a cargo de “Las religiosas de la Caridad” para mantener al Colegio de Niñas Huérfanas de Buenos Aires.

Este fue el motivo para que a la estancia se la comenzara a conocer como “Calera de las Huérfanas”, nombre que conserva al día de hoy.
Desde 1815 –en aplicación del plan artiguista de fomento rural– las tierras de la estancia son repartidas entre más de 40 beneficiarios, cuyos derechos se anulan tras la derrota del prócer. Posteriormente el gobernador bonaerense Manuel Dorrego ordena un nuevo fraccionamiento y venta, siendo el general Julián Laguna quien adquiere el antiguo casco hacia 1829.

PATRIMONIO HISTÒRICO
 En 1938 pasa a ser patrimonio público y Monumento Histórico Nacional.
A comienzos del siglo XIX el conjunto edilicio sufre enormes deterioros y el abandono es seguido por demoliciones y reutilizaciones de algunos de los materiales constructivos.
La iglesia sufre el desplome casi total de su techo, por lo que parte de sus elementos de culto, incluida la imagen de la Virgen de Belén, son llevados para la iglesia del naciente poblado de Carmelo, fundado por Artigas en 1816.
En 1999 se inician las tareas de investigación arqueológica con financiamiento del Ministerio de Turismo y el Ministerio de Educación y Cultura.
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Desde el 2010 se están desarrollando en el marco del proyecto “Actuación integral en Calera de las Huérfanas en clave de desarrollo local” dos acciones, una destinada a la iluminación arquitectónica, y otra tendiente a la preservación y revalorización del entorno natural de Calera de las Huérfanas.

LA IGLESIA

 
Una de las características de la iglesia construida por los jesuitas, la cual aún se conserva y ha sido apuntalada para evitar su derrumbe, era que el altar formaba parte integral con la pared, sobre ello el Arq. Juan Giuria sostiene lo siguiente:
<< Se nos ocurre que el motivo que pudieron tener los jesuitas para construir un altar soldado a los muros sería el siguiente: un altar de madera es fácil de destruir o quemar y, en aquellos tiempos, la seguridad en nuestra campaña era menos relativa. En cambio, el retablo que hemos descripto, de estructura incombustible ofrecía serias dificultades para su destrucción; en caso de peligro, los moradores de la “reducción”, antes de abandonarla, podían retirar los ornamentos y las imágenes de las hornacinas y ocultarlas en algún escondrijo; una vez pasado el peligro se volvía a colocar todo en su sitio y las cosas seguían como antes..>>.
 
Al excavar en el interior de las ruinas de la iglesia se encontraron enterramientos humanos, en esa época era común enterrar a los muertos, dependiendo de su prestigio o posición social, dentro de la iglesia. Los datos indican que por lo menos cuatro cuerpos encontrados corresponden a plena época jesuítica. 

UN UNIVERSO MÁGICO

<< Una leyenda local cuenta que: “la Virgen de Belén, luego de que la trasladaron a Carmelo, por las noches durante un tiempo, regresaba a su vieja capilla en la Calera. A la mañana siguiente, la imagen, con el ruedo de su manto húmedo y adornado con abrojos del camino, amanecía en su nueva iglesia”.
Dicen que ahora, esto pasa, pero muy de vez en cuando. Esta leyenda, es solo un aperitivo del misterio que envuelve a un apacible y acogedor lugar en el día, pero enigmático y temido en la noche.
Cuando cae el sol, se dice, se escuchan gritos y lamentos, e incluso hay quienes aseguran, haber visto imágenes en la capilla. Las leyendas sugieren, que esto se da porque dentro de sus sagradas paredes, quedaron atrapadas historias de dolor y sufrimiento.
Pero la tradición oral, señala que los acertijos más grandes, están en el mundo subterráneo. Cuentan que hay un túnel, hoy sellado, al que pocos valientes se arriesgaron a entrar. El túnel, con una extensión de una cuadra y media, en su época sirvió a los jesuitas como refugio y conducto de escape frente a posibles ataques. El lugar, oscuro y escaso de oxígeno, fue protagonista de fenómenos inexplicables...

>> Muchos lugareños, apostaron a quien se atrevía a pasar la noche en el túnel. Según los sobrevivientes que se animaron, al entrar al mismo y querer avanzar, se llega un punto en el cual toda luz se apaga sin razón, impidiendo así continuar la travesía. Además dicen, que después de la medianoche, se escuchan ensordecedores lamentos y ruidos de cadenas.
Una de los relatos más populares, cuenta que dos amigos que habían apostado quedarse una noche sin dormir dentro del túnel, no pudieron concretar el desafío.
Parece que a poco de entrar al túnel, mientras sentía que lo agarraban de una pierna, la luz del que iba adelante se apagó. El otro amigo, que pudo alumbrar la escena, observó a su compañero luchando en el piso contra nadie. En ese instante, al tiempo que le susurraban al oído, su luz también se apagó. Ambos compinches, pávidos de terror, como pudieron, salieron corriendo a los tropezones...>>.
Fotografìa del interior de la capilla - de Internet.
ENIGMAS EN LA CALERA
<< Fabián González, periodista coloniense, en agosto del 2004 fue al lugar a buscar una historia en vivo y en directo para su programa radial Enigmas. La expedición, con equipos de filmación y radio para salir en vivo por FM, además del conductor, la integraban tres personas más.
La noche en que arribaron a destino, cuenta Fabián, quedaron impactados porque en el lugar, que parecía no tener fin a la vez que todo se veía muy cerca, se sentía la resistencia a los visitantes. Mientras la silueta de lo que quedaba de la capilla de Belén, parecería la portera, uno de los integrantes del equipo salió corriendo despavorido.
 
<< El atemorizado visitante, desde una de las aberturas del templo, había divisado a un encapuchado que parecía interpelarlo con la mirada.
Mientras tanto, los oyentes del programa, escucharon en directo hasta que los comunicadores entraron a la capilla, momento en el cual, la señal misteriosamente se cortó.

  <<Repitieron la prueba varias veces, pero increíblemente el equipo, cada vez que lo ponían a grabar en la capilla, se apagaba solo. Sin muchas expectativas, una vez que llegaron a Colonia verificaron los sonidos captados por el grabador, y asombrados descubrieron en la cinta, la existencia de psicofonías, sonidos que no capta el oído humano.
En ellos, se identificó una voz que varias veces repetía la palabra “jenju”. Para su estupor, Fabián Gonzàlez encontró que jenju, en dialecto Guaraní, significaba cuidado o peligro...>>.(Juan Carlos García Pais).
                                                                        WILSON MESA - recopilaciòn





Fuentes de Información -
http://juancarlosgarciapais.blogspot.com/…/calera-de-las-hu…
http://www.artigas.org.uy/fic…/artigas/artigas_intro_02.html 



Imágenes - Las fotografías son nuestras en su mayoría. Solamente 3 fueron extraidas de Internet, para complementar algún aspecto puntual.

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