25/1/22

LAS HUELLAS DE TORRES GARCÍA EN ATLÁNTIDA

 LAS HUELLAS DE TORRES GARCÍA EN ATLÁNTIDA

Crónicas de Atlántida – por Wilson Mesa

 Joaquín Torres García fue un Maestro que dejó un largo rastro de calidad artística en la cultura nacional. Pintor, escultor, escritor y teórico del arte, nació en Montevideo el 28 de julio de 1874. Con su obra, sus enseñanzas y sus escritos, creó uno de los principales movimientos artísticos de nuestro país que se denominó, CONSTRUCTIVISMO (Universalismo constructivo).

La influencia de Torres García trascendió las fronteras nacionales y su obra es conocida y estudiada en los principales centros culturales del mundo.

 
Pues bien, este señor tiene -de algún modo- su presencia en Atlántida, a través de creaciones de alumnos de su “Escuela constructivista”.

Procuraré dar apenas un pantallazo de cómo el Constructivismo quedó plasmado en tres obras que están en nuestra zona. Si bien no son directas creaciones suyas, sí son obras de alumnos del Taller y en dos casos eran familiares suyos también.

Me refiero a su hijo, AUGUSTO TORRES; a su yerno EDUARDO DÍAZ YEPES y a un “alumno” muy destacado, el pintor y escultor ALCEU RIBEIRO.

Estas tres personas han dejado obra en Atlántida y es lo que procuraré presentarles en esta breve crónica.


EL CRISTO DE DÍAZ YEPES

 

 La Iglesia “Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes”, de Estación Atlántida, recientemente declarada “Patrimonio Mundial de la Humanidad”, por UNESCO, fue construida por el Ing. Eladio Dieste entre 1958 y 1960. Está ubicada a la altura del km 164 de la ruta nacional Nº 11, que en ese tramo lleva el nombre de Dieste.

Es una construcción que fue patrocinada por el matrimonio Giúdice - Urioste, pero que refleja también la religiosidad de Eladio Dieste, mostrando lo que luego sería su impronta en el manejo de las curvas, luz y ordenamiento de ladrillos que crean, en esta Iglesia, un espacio mágico - religioso.

El altar es un bloque macizo de piedra, de la que se ha pulido solo la parte superior. Frente al altar pende de la pared un “CRISTO”, que es obra de Eduardo Díaz Yepes, (en adelante lo nombraré sólo Yepes, ya que así lo llamaban todos). Este artista español, nacido en Madrid en el año 1910, vivió y trabajó en Uruguay gran parte de su vida y aquí murió en 1978. Fue el esposo de Olimpia Torres, la hija mayor de Joaquín Torres García.

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Cuenta Olimpia Torres, en una entrevista, lo siguiente: << ¿Sabe lo que le pasaba a Eladio? Era tímido. Entonces, si él hacía una iglesia, y venían los patrocinadores y le decían “póngame este santito acá, y este otro que lo quiere mi mamá allá”, él les hacía caso, en lugar de imponerse y decir ”quiero una obra de Yepes”, que era lo que él quería. “Eres muy blando para esas cosas” le decía yo, “¿por qué ese santito horrible en lugar de algo de Yepes?”. Ahí quedaban entonces los santitos espantosos. Dieste era muy amigo de Yepes, fue la amistad más grande que tuvo. Eladio lo llevaba a ver sus obras, Yepes a ver sus esculturas. Eran entrañables. >>.

Esta escultura religiosa (el “Cristo”) fue encargada por Dieste, en una de las tantas jornadas en las que el escultor y su esposa, Olimpia Torres acompañaban al ingeniero a ver la construcción del templo. Yepes talló la escultura en madera del “Cristo crucificado”, en 1961, en su casa-taller de Punta Gorda.

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Cuenta Olimpia Torres: << Eladio le pidió a Yepes un Cristo para la Iglesia. Era de oro dorado a la hoja. Habíamos traído el oro con una amiga desde París, y hoja por hoja dejamos toda la escultura en oro. Y esas mujeres (las monjas del colegio contiguo a la iglesia),  ¡la barnizaron encima! Lo descubrí un día visitando la iglesia con unas amigas españolas. Tenía un brillo falso, Propio del barniz. Ahí mismo llamé indignada a la madre superiora, quien me explicó que como brillaba demasiado habían decidido barnizarla. Yo estaba muda, no me salían las palabras. “¿Qué pasa?”, me preguntó la monjita. “Que  ustedes taparon el oro puro que tenía el Cristo”.  Ahí  se  armó  flor  de revuelo,  se  querían  morir  las  monjitas.  “Ay, lo que es no saber”, dijo la monjita y yo le contesté: “No, lo que es ser burro”. Estaba indignada, me enojé muchísimo. Esteban el hijo de Eladio, me calmó diciendo “no te preocupes, eso se evapora, mientras el oro queda”. “Claro, pero van a pasar siglos”.>>.  

 

El CRISTO DE YEPES DECLARADO PATRIMONIO

El “Cristo” de Yepes fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2012, catorce años después de que fuera declarada así la Iglesia. En el documento que comunica la Resolución N° 41/012, dice, entre otras consideraciones: << La Iglesia de Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes construida por el Ing. Eladio Dieste con la colaboración del Ing. Eduardo Montañez, contiene en su interior la imagen encargada al reconocido escultor español Eduardo Diaz Yepes.

Desde el comienzo de las obras, el Ing. Dieste trabajó junto al escultor en el análisis del programa simbólico en relación con el espacio interior de la Iglesia. El escultor siempre manifestó que las partes convexas de la escultura eran una respuesta al techo ondulado que la cubre y es la consustanciación entre la escultura y la arquitectura.

La Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación entiende que la escultura del Cristo forma con el edificio una unidad conceptual que corresponde preservar como bien patrimonial. El Monumento Histórico queda gravado con la servidumbre de no poder ser retirado de la Iglesia del Cristo Obrero, sin la autorización previa de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, por constituir una unidad con dicho inmueble…>>.

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Eduardo Díaz Yepes se radicó definitivamente en Montevideo en el año 1947. Fue profesor de escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, cargo que desempeñó hasta la clausura de la Escuela en 1973, por la dictadura. En 1957 realizó el "Monumento a los caídos en el mar" (La Lucha) que fue instalado en la plaza Virgilio, en el barrio Punta Gorda. En 1961 realizó el "Cristo" para la iglesia construida por el Ing. Eladio Dieste. En 1962 diseñó la estatuilla de los Premios “Florencio”. En 1963 realizó una cabeza de Artigas por encargo de la Facultad de Ingeniería. En 1977 ejecutó su última obra, un retrato de la pianista Renee Pietrafiesa. Falleció en 1978.

                                                                                                                    

MURALES CONSTRUCTIVOS EN ATLÀNTIDA

Los Murales a los que me refiero forman parte de una manifestación artística llamada “Muralismo”, dirigida a vincular el arte con la vida cotidiana, fuera de los museos, exponiendo las obras a una contemplación masiva. En este caso son Murales de dos artistas que pertenecieron al Taller del maestro Joaquín Torres García, “La Escuela del Sur”, que produjo muchos de ellos en distintos lugares del país y del mundo.

                                                    EL MURAL DEL EDIFICIO “VISTALMAR”

 

      

La entrada principal del edificio “Vistalmar” tiene en ambos lados murales del artista plástico uruguayo-español, AUGUSTO TORRES, hijo del maestro Joaquín Torres García.

Este edificio fue construido en 1960 por los arquitectos Santini Peluffo y Agustín Carlevaro, y se ubica en el microcentro de Atlántida.

Dichos murales son bajorrelieves realizados a partir de losas de piedra sobre las que se representan figuras geométricas, figuras humanas, y peces. Son diseños de aspecto esquemático típicos del “Constructivismo”.

Augusto Torres, en su carrera, frecuentó distintos temas, pero sobre todo el de las construcciones abstractas y simbólicas. Algunos de sus murales fueron para el Hospital Saint Bois, el Sindicato Médico del Uruguay y el Liceo Miranda. En general su obra fue fiel a las bases del Constructivismo, procurando abarcar la totalidad del mundo uniendo sus dos polos: el naturalismo y la abstracción.

El mural del edificio “Vistalmar” también muestra esa síntesis, con un sistema constructivo diseñado con losas de piedra. Los colores utilizados son los que se aprecian en su entorno, mimetizándose con el mismo.

Augusto Torres nació en Barcelona el 19 de junio de 1913 y murió, también en Barcelona, en el año 1992. Fue el segundo hijo del pintor Joaquín Torres García y de Manolita Piña. En 1951, contrajo matrimonio en Uruguay, con la artista y miembro del Taller, Elsa Andrada.

Tras morir su padre en 1949 combina la dirección del Taller Torres García con viajes a Europa hasta el cierre del mismo en 1967. Al cierre del Taller repartirá su vida entre Montevideo y Barcelona, realizando diversas colaboraciones con el arquitecto Antoni Bonet y presentando su obra en exposiciones en galerías y museos de Montevideo, Nueva York, San Pablo, Venecia, Madrid y Barcelona. Participa en la Bienal de Venecia y la Bienal de San Pablo.


EL MURAL DE ALCEU RIBEIRO EN PINARES

ALCEU RIBEIRO nació en Artigas el 13 de diciembre de 1919 y murió en Palma de Mallorca, en el año 2013. Fue un pintor, escultor y muralista uruguayo. Nació en la estancia "El Catalán" en las cercanías del arroyo Catalán. En 1939 y gracias a una beca, él y su hermano Edgardo se trasladan a Montevideo y comienzan sus estudios con el Maestro Joaquín Torres García, con él fue que Alceu adquirió oficio, concepto y cultura teórica. Sus estudios en el Taller Torres García se prolongaron hasta 1949. Formó parte del grupo del Taller que trabajó en los murales del Pabellón Martirené del Hospital Saint Bois. En 1974 se instaló definitivamente en Mallorca, sin perder contacto con Uruguay. Ribeiro expuso individualmente en galerías de Estados Unidos, Argentina, España, Suiza, Francia, Holanda, y Colombia.

En la casa denominada “ABRIL”, ubicada en Pinares de Atlántida, existe un mural de ALCEU RIBEIRO.

Según ha escrito Tatiana Mir: <<Allí vivía un político en la década del sesenta que conocía a Ribeiro, del cual los hijos de Alceu no recuerdan su nombre y no existen datos sobre él. Por esos años Ribeiro se encontraba viviendo en el balneario, en la casa de Ricardo Barbé.

El dueño de la casa “ABRIL” en ese entonces contaba con autos desarmados y restos de chatarra y le pidió que hiciera un mural utilizando ese material en un muro lindero, dentro de su propiedad. 

 

Ribeiro seleccionó la chatarra y pedazos de autos, los aplanó y cortó con la forma que deseó para realizar su obra. Esto fue en el año 1964. Actualmente el mural se encuentra en malas condiciones por el paso del tiempo y el poco mantenimiento que se le ha brindado. El muro está resquebrajado y falta un elemento de metal. Los hijos de Ribeiro, Diego y Oscar, están muy preocupados por el estado de la obra. No quieren que se estropee más y desean que el trabajo de gran valor patrimonial se conserve. 

 

Como el mismo artista lo expresó, fue un alumno fiel y agradecido; consideraba que los elementos fundamentales sobre los que hablaba su maestro Torres García, como el plano del color, la línea y la posibilidad del dibujo, eran utilizados por él de una forma, mientras que Augusto Torres, gran amigo de Alceu, los utilizaba de otra. Afirmaba que el ritmo era importante, se necesitaba organizar la superficie de una tela; pensaba que el lienzo que no se organiza no adquiere trascendencia.

El mural del que hablamos refleja estas ideas …>>. (Tatiana Mir).

 CONCLUSIÓN

Muchas veces pasamos frente a obras de artistas nacionales sin apreciar su valor estético y patrimonial, simplemente porque desconocemos su origen, algunos datos de su creador, o la historia de su “nacimiento”, que no siempre fue fácil.

Eso es lo que he pretendido hacer con esta crónica, echar un poco de luz sobre cómo las ideas del maestro Torres García llegaron a convertirse en realidades tangibles en nuestro entorno más cercano.

                                                                       Wilson Mesa, diciembre 2021

 

FUENTES - Tatiana Mir - Pag web Descubre Uruguay - septiembre, 2020.

 http://museos.gub.uy/arteactivo/item/diaz-yepes-eduardo.html    

http://www.fadu.edu.uy/eladio-dieste/files/

Turismo Canelones – página web.

Agradezco la colaboración de Néstor Recoba, que se comunicó con Gustavo Mir, quien a su vez proporcionó datos y fotografías del mural de Alceu Ribeiro.  

IMÀGENES – Fotografías aportadas por Gustavo y Tatiana Mir. Por Néstor Recoba y por Arinda González Bo. 

ARTÌCULO publicado en la Revista CENTRO, Nº 148, enero 2022. 

 
 










 

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